Este ha sido el resultado… y a continuación la historia.

Debo empezar confesando que mi idilio con los cambios de look no es nada nuevo. Siempre he tenido muy clara esa premisa que dice que “el pelo crece”, por lo que los cortes radicales y los cambios de color nunca me han dado miedo y, más concretamente en el caso del color, no he parado de cambiar desde los 13 años.

Todo empezó cuando me compré, a escondidas, un pack DIY para darme en casa un baño de color en tono violín. Esperé a que mis padres se fuesen a hacer la compra y me di el color esperando el impacto que causaría ese acto de rebeldía cuando me presentase con mi nuevo pelo teñido en la cena. ¿El resultado? Mi base de color castaño oscuro hizo que ese baño de color violín fuese prácticamente imperceptible hasta que un par de días después me lavé el pelo y mi madre me echó la bronca por ensuciar una toalla.

Yo, descubriendo el mundo de los tintes de pelo.

El caso es que con esa pequeña rebelión había desencadenado una afición por experimentar con el pelo que me llevó durante los años siguientes a probar con todo tipo de tintes. Desde los rojos fuego a los naranjas, pasando por los tonos cobrizos, los morados y magentas e incluso el negro y el negro azulado. Yo me lo hacía todo y no me importaba decolorarme en casa con tal de pasar de un tono a otro, sin tener en cuenta el daño que le hacía a mi pelo. Pero si opté por el DIY durante esos años es porque no encontré un peluquero que supiese darme el color que estaba buscando. Las pocas veces que pasé por peluquería (coincidiendo con la época en la que me decanté por un color cobre), el resultado fue decepcionante. Siempre salía con el pelo un par de tonos más oscuro de lo que yo quería y me harté de malgastar mi dinero en “profesionales” que se inventaban mil excusas para justificar que no habían sabido dar con la mezcla correcta.

Yo en el pasado, cuando salía de la peluquería.

El caso es que finalmente yo encontré la fórmula perfecta para conseguir ese color cobre que buscaba (con la ayuda inestimable de la señora que llevaba la tienda de productos profesionales de peluquería de mi barrio). Pero tanto tiempo tiñendo y decolorando mi pelo que además sufría alisados con plancha muy a menudo acabó pasando factura a su salud y su brillo. Así que, un par de años antes de cumplir los 30 y con la intención también de centrar un poco la cabeza, abracé un look más convencional y dejé de teñirme. Escogí un tono chocolate oscuro para devolverle a mi pelo su color natural y dejarlo crecer en todo el esplendor de sosería que me parecía mi tono natural para que recuperase la salud perdida. Pero con el paso de los meses me volví conservadora, sobre todo al ver como mi pelo se había convertido en pelazo, mucho más largo, más brillante y más fuerte. Y aunque los colores seguían gustándome, no me atrevía a volver a ellos por miedo. Hasta que tuve una crisis existencial y descubrí el Olaplex.

Dicen que cuando se cierra un puerta se abre una ventana, pero lo que nunca te dicen es si esa ventana se abre para que entre el aire fresco o para que te tires por ella… En mi caso, volver a disfrutar del color hizo que fuese lo primero, no lo voy a negar. Después de una ruptura terrible de esas que todas hemos sufrido, sentía que mi vida necesitaba un cambio y caí en el tópico empezando mi nueva vida con un cambio de look. La clave de esta decisión fue enterarme de la existencia del Olaplex, un producto de alta peluquería profesional que se añade durante el proceso de decoloración y que evita que el cabello decolorado se rompa. Además, durante las tres fases del tratamiento (las dos primeras son de aplicación en la peluquería, en la tercera es para ir aplicándola en casa) la fibra capilar se reconstruye, devolviéndole la salud perdida a tu pelo. Aunque, obviamente, no se trata de un producto milagroso, con el Olaplex descubrí que podía volver a decolorar mi pelo sin el miedo a destrozarlo. Así que encontré una peluquería fantástica en la que trabajan con este producto, Santa Mónica Cut & Color, y pedí cita.

Nada más sentarme en el sillón y explicarle a Mai (mi peluquera, a la que amo) lo que estaba buscando, supe que estaba en buenas manos. Esta segunda/primera vez opté por algo no muy radical, decolorando las puntas y tiñéndolas con distintos tonos de azul, verde y morado. Mientras Mai trabajaba los tonos sobre mi pelo, tuve claro que volvería a tener toda la melena de colores y un año después así ha sido y no puedo estar más contenta. Elegí una combinación de tonos rosas, naranjas y morados en la que, seis semanas después, introduje también tonos azules y el resultado es como salido de un sueño. Pero no de un sueño normal, sino del sueño de una sirena que consigue tener piernas y sale a la superficie para montar en un Mi Pequeño Pony que además es amigo de un unicornio.

Pero, aunque suene fantástico, este tipo de color tiene un lado oscuro y hay unas cuantas cosas que debes saber si estás pensando en dar el paso:

  • El tiempo en la peluquería: Lo primero que tienes que tener en cuenta es el tiempo que te vas a pasar en la peluquería. En mi caso fueron siete horas, ya que tuvimos que decolorar dos veces para conseguir una base lo suficientemente clara para trabajar después los colores encima. Todo ello con sus correspondientes tiempos de espera y después el tiempo de peinado.
  • El tiempo fuera de la peluquería: Si no vas a tener tiempo para dedicarle a tu nuevo pelo un mínimo de cuidados a la semana, ahorrate el proceso. Aunque no necesites lavar tu pelo tan a menudo (ventajas de la decoloración) el día que lo hagas tienes que aplicar un tratamiento nutritivo e hidratante y dejarlo actuar. Yo me dejo las mascarillas puestas por le menos media hora antes de lavarme el pelo. Después del lavado, es importante también que tengas tiempo para peinarlo porque no es nada conveniente que lo dejes secar al aire libre, después de una decoloración, incluso con Olaplex, el pelo pierde bastante flexibilidad.
  • El dinero: Estos cambios de look requieren una primera inversión inicial bastante importante y después, mantenimiento del color cada seis semanas aproximadamente, con decoloración de las raíces incluida. Además vas a tener que invertir en productos de cuidado específicos que suelen ser más caros que los champús normales.
Yo en la peluquería.
  • Cuidado en la playa y la piscina: Si eres de las que pasa el verano en remojo quizás prefieras esperar al otoño para decolorarte y teñirte el pelo de colores. El agua, el sol, el calor y los químicos son los mayores enemigos del color y en la playa y la piscina están todos ellos. Así que si quieres que tu unicornio dure intacto más tiempo, olvídate de bañarte metiendo la cabeza o cómprate un gorrito de piscina.
  • Despídete del agua caliente: Uno de los principales enemigos de tu nuevo look lleno de color es el agua caliente. Cuanto más caliente esté el agua más se abre la fibra capilar y más color se pierde durante el lavado. Así que olvídate de lavarte la cabeza con agua caliente. El agua fría es la mejor opción para lavar este tipo de colores y cuanto más fría, mejor. Menos color se perderá durante el proceso de lavado y más brillante quedará después cuando lo peines.
  • Adiós sulfatos y siliconas: Otro de los cambios importantes que deberás incorporar a tu rutina es el dejar atrás tu champú, acondicionador y mascarilla habituales y pasarte a todo lo que sea libre de sulfatos y siliconas. ¿Por qué? Pues porque los primeros (los sulfatos) son los detergentes encargados de crear la espuma y limpiar en profundidad, pero por el contrario arrastran el pigmento de color con una facilidad increíble. Así que te toca empezar a fijarte en las etiquetas y a fijarte en todo lo que sea sulfat-free y silicon-free.
Así me siento todas las mañanas cuando me miro en el espejo.
  • Aprende a utilizar el secador: Va a ser imprescindible, ya que las planchas son el otro gran enemigo del pelo de colores. Como ya hemos mencionado, si el agua caliente arrastra el color, imagínate lo que hace una plancha de pelo a 200º… Pero no tendrás ningún problema con secadores de pelo, cepillos o tenacillas.
  • El degradado: Tu nuevo color (o colores) de pelo cambiará a medida que lo vayas lavando. Si bien es cierto que no necesitarás lavarlo tan a menudo, por mucho que lo cuides y respetes las normas, el color irá degradándose a tonos más pastel e incluso es posible que los más claros desaparezcan y los más oscuros destiñan mezclándose con los más claros. No te preocupes porque el resultado suele ser genial y lo disfrutarás tanto como tus colores originales, pero es bueno que lo tengas claro.
  • Ve pensando el próximo cambio: Una vez que das el paso, te vuelves adicta. Estos colores tienen algo especial que no tienen los colores clásicos y que te hacen sentirte súper bien contigo misma. Lo bueno es después de decolorar el pelo por primera vez, el miedo desaparece y las ganas de experimentar aumentan.  ¡Y no vas a pasar desapercibida! Me hace muchísima gracia cómo los niños pequeños alucinan con el color de mi pelo… y más de una señora mayor me ha dicho que le encantaría hacerse algo así.

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