La teoría nos la sabemos tan al dedillo como los diálogos de Sexo en Nueva York: que si hacer ejercicio (y caminar a paso ligero la nada desdeñable cifra de 10.000 pasos diarios); que si beber mucha agua (como cualquier modelo que se precie confiesa a la primera de cambio); comer de manera saludable, adoptar buenos hábitos, dormir ocho horas… Fácil, ¿verdad? Pues no, para nada, porque mantener un cuerpo saludable (y ya no digamos adelgazar) nunca será tan sencillo como una simple ecuación matemática.

«Ah… ¿no?»

Entre todos los agentes externos que llevan años frustrando tus intentos para conseguirlo hay uno contra el que nunca podrás luchar (nadie dijo que la vida fuera justa): tu genética. Pero no te tires a la bartola todavía porque hay más. A los efectos de los genes heredados (gracias, mamá) se suman otros como los de la fuerza de voluntad, los niveles de motivación o el balance hormonal. Incluso la edad que tengas es determinante para ello, no solo por la predisposición de tu cuerpo, sino por los hábitos y rutinas que condicionan tu dieta y tu tiempo (exacto, tu organismo no necesitará lo mismo si tienes 20, 30 ó 40 años).

Es cierto que existen cientos de trucos que puedes poner a prueba y que seguramente funcionen a corto plazo, como llevar a cabo un plan detox (conoce aquí toda la verdad sobre ellos). Pero aún hay un factor que es vital en el proceso y del que no se habla lo suficiente: el conocimiento real de tu cuerpo. Reconocer tus propias necesidades y tener claro qué debes mejorar o qué estás haciendo bien es fundamental para conseguir tus objetivos.

Por eso ser consciente de los tipos de grasa que puedes almacenar es vital para poder elaborar una estrategia dependiendo de tu meta y tu estilo de vida. Tanto si quieres adelgazar como si solo buscas mantener unos hábitos saludables, el porcentaje de éxito será mayor cuanto mejor conozcas al enemigo al que te enfrentas: en este caso, las grasas.

«¿En serio? ¿Ya?»

Para empezar, deberás clasificar la grasa que contiene tu cuerpo según su función. Lo habrás oído cientos de veces: puede ser parda o blanca.

  1. La grasa parda es la que tenemos desde niños y que va desapareciendo con el tiempo. Es metabólicamente activa, o sea que produce energía, y hace que tengamos aspecto joven y saludable.
  1. La grasa blanca es la que permanece y va aumentando con la edad, localizándose sobre todo en el tronco. Se almacena sin transformarse en energía, por lo que no proporciona ningún beneficio a nuestro cuerpo sino todo lo contrario… así que es esta la que tendemos a eliminar.

Después, deberás localizar los lugares de tu cuerpo en los que almacenas grasa. Puedes retenerla en diferentes espacios de tu anatomía, y según dónde se encuentre causará en tu organismo una patología diferente. Esta es su clasificación y los mejores métodos para erradicarla:

Mantenerte activa es fundamental para conseguirlo. © Victoria’s Secret Sport
  1. Grasa visceral, aka ‘el flotador’. Se encuentra en la cavidad abdominal rodeando los órganos vitales del tronco. Conlleva un mayor riesgo de contraer ciertas enfermedades cardiacas y es la que hace que engorde tu estómago. Es más común en hombres que en mujeres y es la más peligrosa. La única forma de eliminarla es cambiando tus hábitos:
  • Duerme más y mejor: la calidad de tu sueño es fundamental para definir un estilo de vida sano.
  • Mantén una dieta baja en carbohidratos y azúcares de absorción rápida: reduce la bollería procesada, las harinas refinadas (pasta o pan blancos), los refrescos y el alcohol.
  • Realiza workouts de fitness diarios: abdominales, sentadillas o planks.
  1. Grasa subcutánea o periférica, aka celulitis. Se encuentra bajo la piel pero no entre los órganos. Es poco peligrosa y más común en mujeres que en hombres. Aunque no se puede eliminar del todo y casi todas las mujeres la tienen, es muy sencillo rebajarla. Se suele encontrar en cadera, cintura, piernas y glúteos y, si no se mantiene la dieta y el ejercicio que ha logrado eliminarla, reaparecerá porque es un mecanismo natural del cuerpo. Para lograr reducirla al máximo:
  • Controla el consumo de azúcar: elimina bebidas gaseosas, zumos procesados y alcohol.
  • Realiza entrenamientos de alta intensidad (cardio) que sean capaces de quemarla.
  1. Grasa intramuscular. Se localiza en los propios músculos, pero supone una cantidad mínima comparada con las anteriores. Su presencia aumenta con la edad tanto en hombres como en mujeres y solo se aprecia en casos de obesidad. Una vida sana continuada es el mejor truco para que nunca suponga un problema de salud ni de estética.
¡Venga, que tú puedes!

Como ves, no todo es tan sencillo como parece. Y menos cuando hablamos de aspectos que, más que al aspecto físico, pueden afectar a la salud. Así que pon en práctica nuestros consejos y no dejes de consultar a un médico antes de comenzar un plan de adelgazamiento estricto porque, si hay una norma que debe guiarte a la hora de tomar cualquier decisión sobre tu figura es esta: el primer paso es conocer tu propio cuerpo y saber lo que necesita.