Una década. ¿Lo puedes creer? Han pasado 10 años desde que Kim Kardashian llegara a nuestras vidas. Vaya, que en todo ese tiempo hemos podido terminar una carrera, un máster, tener más de un novio (y más de un trabajo), algunas se habrán casado, divorciado y otras estarán a día de hoy empujando un carrito de bebé (o preparándole para hacer la comunión). Pero lo más inquietante de todo es, ¿cómo ha conseguido que sigamos hablando de ella?

Y llevaba razón (que es lo peor de todo).

El poder de la perseverancia

Confieso que el ‘klan’ Kardashian nunca ha sido santo de mi devoción. Pero reconozco que Kim y Kris Jenner (madre y mano que mece la ‘kuna’) fueron unas auténticas visionarias en cuanto a la cultura de los realities y al uso de las nuevas tecnologías.

…pero como representante supo ver una oportunidad de negocio.

Mientras que tu madre y la mía nos hubiesen echado una bronca titánica que se estudiaría en los libros de texto por habernos grabado manteniendo relaciones sexuales con nuestro novio a la tierna edad de 25 años (cuando se filtró tenía 27), mamá Kardashian sacó tajada del asunto.

Consiguió que la productora que puso en circulación el vídeo les indemnizara con 5 millones de dólares y ese mismo año (2007) comenzó la emisión de Keeping Up With The Kardashians, el reality familiar que, a día de hoy, continúa con su decimotercera temporada.

Y así posaban (y así eran) hace 10 años. Muy fuerte, lo sabemos.

Sin olvidar que Kim despidió el año en el que su vídeo porno vio la luz posando para Playboy. Movimiento que, por supuesto, también planificó Kris Jenner.

No nos extraña. Os habéis forrado, querida.

Un Gran Hermano 24 horas al día

Con todo lo que os he contado hasta ahora, lo más normal es que Kim se hubiese convertido en una Paris Hilton de la vida (que por cierto fueron súper amiguis una temporada), ¿o no? ¡Error! Mientras que otros intentaban ser famosos a través de las revistas y los contactos, las Kardashian sabían que si conseguían que la gente de a pie las adorase simplemente por ser ellas, tendrían todo hecho. No se equivocaron. Kim, Khloé y Kourtney se abrieron cuentas en Instagram, Twitter y Facebook para estrechar lazos con sus seguidores (en un momento, claro está, en el que nadie veía estos canales como fuentes de ingresos). Estrategia, he de decir, que ya utilizó Lady Gaga en sus primeros años como cantante.

Claro reina. Al César lo que es del César.

Su estilo de vida excesivo, en ocasiones insultantemente despreocupado, excéntrico y, a todas luces esperpéntico, fue (y sigue siendo) todo un éxito. Pero si algo dejó claro Kim Kardashian es que además de vender su vida también podía vender su silueta (cincelada con dieta, gimnasio y algún que otro bisturí que te vi).

Y mientras tanto su fortuna no paraba de crecer.

Con millones de seguidores en sus diversas cuentas online, un reality que era todo un éxito de audiencia en EE.UU., unas hermanas que seguían sus pasos y la atención mediática internacional puesta en ella, ¿osaría Anna Wintour no aceptarla en su círculo? Pues le costó, pero cuando Kim comenzó a salir con Kanye West y se convirtió en íntima de diseñadores como Riccardo Tisci (que vieron crecer sus ventas gracias a la influencia de la celebrity) la editora dio su brazo a torcer. De hecho, cuando la pareja anunció boda sucedió ESTO:

Que aparecieron en la portada del número de abril de 2014 de Vogue.

Y cuando todo el mundo se echaba las manos a la cabeza, Anna dijo: «Fuimos la primera revista en poner en portada a Madonna, una celebrity que por aquel entonces no gustaba a nadie. Si solo sacara a gente de buen gusto en mi publicación, nadie hablaría de nosotros. Y, lo siento, pero es muy importante que la gente hable de nosotros».

Y lo dice otra Kardashian. Esta vez Kourtney.

Bingo, Anna. Las Kardashian habían conseguido ser noticia constantemente por sus vidas y si Vogue les había hecho un hueco, eso significaba que el resto del mundo fashion (el normal ya lo había hecho hace mucho) también se lo concedería. Dicho y hecho. Semanas de la moda, eventos tan exquisitos como la gala Met, más portadas de Vogue para Kim, amistades de nivel con diseñadores, tanto jóvenes promesas como Olivier Rousteing (al que también ayudó a triunfar), hasta iconos mundiales como Valentino Garavani.

No sé de dónde, pero una señal era, Khloé.

Y así, con las Kardashian dominando el mundo y no los extraterrestres, llegamos a 2017. El año en el que el ‘klan’ al completo debería dar las gracias a una cinta de vídeo pornográfica por cambiar el curso de sus vidas. ¡Qué loco todo!

En 2025 seguiremos hablando de ella. ¿Qué os jugáis?

¿Y en el futuro? Tras una década de sobre exposición en la que hemos sido testigos de bodas, divorcios, nacimientos, bautizos, desnudos, desnudos y más desnudos, cambios de sexo y hasta pruebas de embarazo en directo [true story], la marca Kardashian empieza a mostrar los primeros signos de debilidad. La última temporada de su reality está consiguiendo los peores datos de audiencia, mientras que los tabloides americanos viran hacia otra familia más interesante: los Trump. ¿Conseguirá el ‘klan’ K seguir interesando a la audiencia? ¿Qué nuevo giro de guión tiene Kris guardado en la manga?