La muerte de Charles Manson en prisión esta semana ha vuelto a colocar el foco mediático sobre la magnética figura de los asesinos en serie, precisamente el perfil de criminal sobre el que gira Mindhunter, lo último de David Fincher (el director de Seven, El club de la lucha o Perdida). “Este atractivo de los asesinos en serie no es algo reciente”, explica a Grazia desde Los Ángeles Anna Torv, una de las protagonistas de la serie de Netflix, “figuras como los vampiros o los hombres lobo han creado toda una mitología en torno a este tipo de crímenes durante mucho tiempo”.

Anna Torv interpreta a Wendy Carr, una psicóloga y consultora del FBI. © Cortesía de Netflix

Pero si los asesinos en serie son un elemento recurrente en las series o películas de crímenes, que nadie espere un producto al uso en este sentido. En Mindhunter se habla de asesinatos pero no hay acción, ni sangre, ni crímenes en pantalla, ni víctimas. Solo fotografías de los homicidios. Y con esto le basta y le sobra a Fincher y a los tres actores protagonistas, Jonathan Groff, Holt McCallany y Anna Torv, para mantenerte al borde borde del asiento capítulo tras capítulo, en un ambiente espeluznante, pero definitivamente fascinante.

“Como espectadora, cuando vi el primer episodio por primera vez pensé: ‘Dios mío, te lleva por un camino completamente distinto’. Recuerdo que me sorprendió cuando vi las escenas de las primeras entrevistas con los asesinos, que duran y duran y no se acaban, pero en el buen sentido. No hay melodrama constantemente de fondo ni nada que se de por hecho, solo a los protagonistas, que son magnéticos, y quieres seguir viéndoles”, expone la actriz. “Jonathan y Cameron [Britton, que interpreta de manera macabra y genial al asesino Ed Kemper] desprenden tanta energía en las escenas que comparten que solo quieres seguir viéndoles”, reconoce Anna Torv, que se encarga de regalarnos ella también una magistral y contenida interpretación de Wendy Carr, una consejera del FBI.

Holden Ford (Jonathan Groff) y Wendy Carr (Anna Torv). © Cortesía de Netflix

Inspirada en el libro de no ficción Mind Hunter: Inside FBI’s Elite Serial Crime Unit, de Mark Olshaker y John E. Douglas, la serie recrea el comienzo, a finales de los setenta, de la unidad dedicada a los asesinos en serie, un término que ni siquiera existía hasta entonces: “Aunque sea difícil podemos entender un asesinato como un acto de venganza o hasta incluso como un acto de amor que fue por mal camino. Pero es imposible para nosotros comprender un episodio de horror así, perpetuado aleatoriamente por un ser humano hacia otro, sin aparentemente ninguna razón”, analiza la actriz australiana que quizá te suene por haber interpretado a Olivia Dunham, la protagonista de Fringe, durante cinco años. “Nos siguen fascinando porque les miramos con la esperanza de encontrar una razón”, añade, y de eso va precisamente Mindhunter, de comprender cómo funciona la mente de estos criminales.

Para ello conduce una serie de entrevistas entre los agentes del FBI y los asesinos más célebres de la época: “David [Fincher] tenía muy claro que no quería mostrar el perfil típico de un psicópata, no solo el tipo tremendamente inteligente, porque lo que busca es el punto en común entre distintos personajes que pueden no cumplir lo que imaginamos como un asesino”, algo que se consigue mostrando electrizantes diálogos con algunos de los criminales más célebres de la época, con los que se entrevistaron los auténticos protagonistas en la década de los setenta: de momento, en esta primera temporada, Edmund Kemper, Jerry Brudos y Richard Speck.

Habrá más: probablemente el mismo Manson, que aparece mencionado en varias ocasiones en los primeros capítulos. Porque, aunque Netflix aún no ha emitido el comunicado oficial confirmando que veremos una segunda temporada, el propio David Fincher ha explicado hasta qué criminales aparecerán en la siguiente tanda de episodios. “Todavía no se ha confirmado, sé que están teniendo conversaciones así que mantendremos los dedos cruzados; yo tengo muchas esperanzas”, afirma más precavida Anna Torv.

Bill Tench (Holt McCallany) y Wendy Carr (Anna Torv). © Cortesía de Netflix

La actriz ha disfrutado, y mucho, del trabajo con Fincher: “Creo que está totalmente enfocado al resultado final. Mi experiencia, sobre todo en televisión, tiende a ser que tienes a un guionista y un productor y luego, en el rodaje, un director. Al director del capítulo puedes preguntarle algo sobre tu personaje, pero lo más común es que no lo sepa porque solo está pendiente de esa escena. Por eso ha sido tan especial trabajar con alguien que tiene esta idea tan clara de lo que quiere en todo momento”.

El resultado habla por sí solo: diez capítulos en los que la actriz interpreta a una mujer absolutamente introspectiva; un papel en el que cada emoción está perfectamente contenida, lo suficiente para transmitir a bocajarro pero sin dejarse llevar. “A veces se tiende a remarcar al personaje, a rodearlo de sabores y sentimientos porque piensas que así vas a comunicarlo mejor. Pero, por otra parte, tampoco se trata de contenerse porque sí, si no de tener muy claro lo que quieres hacer y escupirlo todo al llegar. Y a veces este no es un punto agradable en el que estar”, reconoce Torv.

Y si algo tiene Wendy es las ideas muy claras y sabe lo que se hace: “En lugar de comenzar centrándome en ella, me tomé mi tiempo para repasar toda la información que tenía. Asegurarme de que cuando hablase tuviese muy claro de qué lo hacía porque hay mucha información y necesitaba controlarla. Así que, antes incluso de que me dieran el papel, me leí el libro que inspira la serie y después una cantidad ingente de información, varios manuales… para poder trazar un borrador cada vez más profundo”, expone la actriz, que consigue bordar a un personaje redondo y completamente hipnotizante.