Siempre tuvo un halo de fragilidad, algo que su personalidad refuta en cuanto se habla con ella. Aura Garrido se considera una afortunada por trabajar en lo que trabaja. Pero la suerte llega con la constancia, y esta madrileña de 28 años la ha ejercitado mucho en su carrera. Para erradicar más esa supuesta delicadeza que se le achaca, en su última película se ha metido en una profesión difícil: una guardia civil.

Y es que pocas cosas le dan miedo, se atreve con todo. La comedia le da respeto, pero tiene ganas de hacer una. De momento, la que es Amelia Folch en la pequeña pantalla presenta en la grande La niebla y la doncella. Basada en la novela de Lorenzo Silva, Quim Gutiérrez y ella se convierten en el sargento Rubén Bevilacqua y la cabo Virginia Chamorro respectivamente. Ambos personajes ya se vieron en el cine con Ingrid Rubio y Roberto Enríquez y dirigidos por Patricia Ferreira en El alquimista impaciente. Ahora es Andrés M. Koppel quien los trae al cine (el próximo 1 de septiembre) en un nuevo caso junto a Roberto Álamo, Verónica Echegui y Marián Álvarez.

Aura Garrido se transforma en una guardia civil en ‘La niebla y la doncella’. © Getty Images

¿Viste la película anterior?

Sí que la vi, pero hace muchos años. Evité verla de nuevo para preparar este papel. Esta es una historia diferente: son proyectos distintos, cada uno con su director. Si hubiera sido una adaptación de esa película quizás sí, pero preferí basarme en lo que leía en el guión.

 

Te habrá costado más este caso que los de El ministerio del tiempo

[Ríe] Los casos que le tocan a Amelia son más divertidos. Y en cambio, los casos de la UCO de homicidios son terribles, diría que terroríficos. Me llamó mucho la atención conocerles, pero lo que más me impresionó fue cómo mantienen la salud mental enfrentándose tantísimo a casos tan extremos. Son los que acuden a los casos perdidos, con lo cual son el último bastión y la última esperanza de las familias. Es increíble su estabilidad mental y su normalidad en el día a día teniendo ese trabajo diario.

En la cinta Aura comparte cartel con Quim Gutiérrez y Verónica Echegui.

Este es uno de esos personajes que acarrean responsabilidades. ¿Tú te has hecho más responsable a raíz de estos papeles?

Bueno, creo que todos los papeles conllevan unas responsabilidades determinadas. Todos a su manera requieren algo especial. Al fin y al cabo, una película es un engranaje, en el que del primero al último son necesarios para que ese reloj funcione. Si falla uno, fallamos todos, tengamos mayor e menos responsabilidad. Pero inevitablemente al trabajar más te haces más disciplinado.

 

Y en este caso, ¿Chamorro ha supuesto para ti un reto?

Sí, claro que sí. Un reto muy grande y en muchos sentidos. No solo por su profesión, dado que nunca había hecho de una policía o una investigadora. Bueno, en El Ministerio… más o menos, pero no es un cuerpo de seguridad. Y eso es un reto en sí mismo. El personaje también planteaba desafíos y el tipo de género también los planteaba. Había muchos puntos muy interesantes para mí, por eso me apetecía mucho hacerlo.

Aura Garrido posando para el suplemento de ‘El País’ ‘Shopping&Style’. © Juan Manuel Macarro

¿Hay algún rol con el que no te verías nunca?

La verdad es que soy muy inconsciente, ¡aunque no lo parezca! Ahora mismo no se me ocurre ninguno con el que te dijera que no me atrevo. Y aún sabiendo que tengo todas las posibilidades de fallar, como lo que me gusta de esto es probar, experimentar e investigar, creo que me lanzaría a la piscina.

 

¿Qué ‘pero’ le pondrías a la industria cinematográfica de este país?

Con eso hay dos puntos diferentes: el primero es el concepto de ‘cine español’. Igual primero habría que definir qué es eso. Muchas veces lo analizamos como si fuera un solo género, un solo tipo de película con un único tipo de presupuesto, como si fuera un único ente. Y en realidad es una industria muy variada. Hay muchos géneros y cada uno con sus diferencias. Es difícil categorizar algo que ahora mismo es tan grande.

Y por otro lado está la industria con todos sus tipos interiores y los exteriores. Creo que hay muchas cosas cuestionables, que se pueden mejorar a muchos niveles. Es peligroso generalizar y ya se ha generalizado mucho con este tema tan delicado; hay mucho que se debe revisar. Gran parte de ello tiene que ver con la estructura en la que se enmarca, con lo difícil que es muchas veces sacar adelante un proyecto: la gente no conoce todos los condicionantes que existen para conseguir que una película se estrene. Es muy complicado trabajar en este sector. Yo he tenido una suerte inmensa que no me creo ni yo, pero es una industria difícil. Y además implica a muchísima gente, con profesiones muy diferentes dentro de la misma, y con otras que van ligadas indirectamente a un rodaje. Es todo mucho más grande de lo que parece y tiene más impacto del que se piensa.

El tema de la cultura contiene muchos asuntos complicados a tratar en este país. Por eso hay que ser específicos con los planteamientos y tener cuidado al generalizar. En las entrevistas estos temas solo ocupan una o dos líneas y son en realidad más peliagudos. Y todos hemos de ser precavidos con esto.

‘La niebla y la doncella’ se estrena el próximo 1 de septiembre.

Trabajas en una serie que ha conseguido un éxito arrollador. ¿Qué series te gustan a ti?

Con las series voy por épocas. A veces no tengo demasiado tiempo y me resulta difícil seguir una. Cuando trabajo prefiero ver películas o leer libros en mis ratos libres. Las series me las reservo para las vacaciones para así verlas del tirón y engancharme por completo. Soy una friki absoluta de Juego de Tronos, soy bastante fan de la serie, pero una a la que le tengo muchas ganas y aún no he visto es Borgen, y creo que es la siguiente que voy a coger.

 

En El ministerio del tiempo se aprende que «la historia no se puede cambiar». ¿Qué cambiarías entonces del presente?

¿Solo una cosa? Uf… hay tantas cosas del presente que es difícil la elección.

 

Quizá haría falta más de una puerta para ello…

Harían falta muchas puertas y muchos esfuerzos. Creo que hay un problema de estructura en la sociedad que desencadena en muchísimas otras cosas secundarias, y que obviamente tiene implicaciones muy profundas. La estructura es el problema principal, la cual deberíamos replantearnos.