Ha sido uno de los dúos creativos más prolíficos de la historia. Juntos, Maria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli, han redefinido la imagen de Valentino convirtiendo a la casa (de nuevo) en relevante y, lo que es más importante, en deseada.

Durante los últimos ocho años en los que han compartido la dirección creativa de la marca la nueva diseñadora de Dior y su compañero han revitalizado un negocio que agonizaba tras la partida de su creador para catapultarlo al éxito de la rentabilidad: el pasado 2015 alcanzaba los 1.000 millones de beneficio.

Valentino Alta Costura: primavera-verano 2016. © Getty Images
Valentino Alta Costura: primavera-verano 2016. © Getty Images

Bajo su mandato la firma ha recuperado el caché y la posición que ostentaba cuando Valentino Garavani se turnaba para vestir a Jacqueline Kennedy, a Elizabeth Taylor, a Grace Kelly o a Sophia Loren. Chiuri y Piccioli han avanzado los códigos de la maison hasta el siglo XXI, consiguiendo eso en lo que tantas y tantas casas de costura han fracasado: hacerla deseable a las nuevas generaciones. A esas millennials que ahora suspiran por lucir sus minivestidos de aire sesentero con la misma gracia con la que los luce Alexa Chung.

Porque precisamente ese ha sido otro de sus méritos: colocar Valentino (de nuevo) entre las favoritas sobre la alfombra roja. Sus creaciones, absolutamente reconocibles, se han convertido en sinónimo de un puesto en las anheladas listas de mejor vestidas para cualquier celebrity que apueste por ellas.

Para muestra, algunos de sus vestidos de red carpet que ya forman parte de la historia:

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