Seguro que a ti también te pasa. Hay veces que tienes la sensación de que las conoces de toda la vida porque casi has crecido con ellas aunque nunca las has conocido en persona. Desde que tengo uso de razón, me estudio las revistas de moda como si fueran a examinarme después, y los personajes que salen en ellas se han convertido en parte de mi mundo. Aún recuerdo a una Lourdes Leon con dos coletas de tirabuzón, sobre los brazos de su madre, la irreverente Madonna. Hoy todavía me sorprendo al verla paseando por Nueva York con mucha raya negra, minis muy minis y perfecto de cuero.

Kaia Gerber también ha dado el “estirón”, y ha demostrado que el estilo de su top-mamá, Cindy Crawford, lo lleva en los genes. Donatella no se equivocó al ficharla para la primera campaña publicitaria de la línea infantil de Versace. Kaia apunta maneras.

Igual que Lila Grace, quien ya presume de biquini en la popa de un yate en la Riviera Francesa, junto a su flamante madre, la top Kate Moss.

Poco a poco, esas mini celebrities que protagonizaban páginas y páginas de la prensa rosa a golpe de flash de paparazzi van creciendo y dejando de ser las “hijas de” para presumir de estilo propio. Aunque, dicho sea de paso, los genes siempre dejan huella -que se lo digan a Romeo Beckham-. Y es imborrable.