La mirada de Inma Cuesta es de esas tan profundas que hacen que sobren las palabras. Imposible no recordar esos ojos capaces de transmitir emociones en el rostro de Hortensia, la luchadora antifranquista encarcelada de La voz dormida; en La novia lorquiana, con la que estuvo nominada al premio Goya a la Mejor actriz, y ahora en Nancy, la mujer maltratada con un pasado oscuro que encuentra el amor y también la libertad en Capitán Kóblic, la película que protagoniza con Ricardo Darín y que se estrenó el pasado 17 de junio. Inma se vuelca en cada papel como si fuera un auténtico reto porque no sabe vivir de otro modo su profesión; tampoco la vida.

¿Puedes explicarnos qué tiene Inma Cuesta para que todo lo que hace tenga el beneplácito de quienes lo ven?

Lo cierto es que no lo sé. Ya sea con un personaje de reparto o con un protagonista, cuando me llega un proyecto, en la medida de mis posibilidades, intento elegir los trabajos y las historias que me tocan la fibra sensible, que me traspasan, que me apetece contar. Reconozco que me fío mucho de mi intuición. ¡Espero que no me falle!

© Ximena Garrigues y Sergio Moya
La elegancia en clave minimalista. La actriz lleva un vestido caftán de Carolina Herrera y anillo doble de Hermès. © Ximena Garrigues y Sergio Moya. Estilismo: Sara Padilla

Incuestionable tu interpretación primero en La novia y ahora en Capitán Kóblic, tu nueva película, rodada en Argentina y con el siempre genial Ricardo Darín como compañero. ¿Cómo has vivido esta experiencia?

La he vivido con mucha ilusión. Era la primera vez que salía a trabajar fuera de España y la verdad es que a mí me gusta mucho el cine argentino. Entrar en él de la mano de Ricardo Darín ha sido hacerlo por la puerta grande. Ricardo me ha hecho sentir en casa muy lejos de la mía, en un momento personal muy complicado para mí. Me he sentido muy arropada, me he reído mucho con él y me he encontrado a un compañero de viaje que me deja sin palabras para definirlo.

En el trabajo y en la vida me lanzo a corazón abierto: me parece la única forma de existir.

Suponía también un reto interpretar tu papel con acento argentino… Un acento que, por cierto, ha convencido allí.

Tenía mucho miedo y mucho respeto porque interpreto a una mujer argentina del interior. Lo trabajé con una actriz de la zona: la grababa y luego iba incorporando todas las indicaciones que me daba. Sebastián Borensztein, el director, me ha contado que la gente le pregunta de qué lugar de Argentina me ha sacado… Para mí, que ellos crean que soy de allí es un auténtico piropazo.

El papel que interpretas es el de Nancy, una mujer maltratada con una historia muy dura que descubre que la libertad es posible a través de la pasión.

Nancy y Kóblic -interpretado por Ricardo Darín– son en realidad dos fugitivos: él huye físicamente; ella lo hace de otra manera. Ambos se encuentran en esa huida y en esos momentos de amor entre ellos se salvan de algún modo. Y esa historia me parecía muy bonita.

Tú has dicho que “en el arte, lo valiente, arriesgado y honesto es transgredir”. ¿Qué tienes de transgresora?

No lo sé. Cada vez que me enfrento a un personaje o a una situación en la vida, lo único que intento es ir más allá de las cosas, no quedarme solo en lo que se percibe a simple vista. Eso resulta siempre muy arriesgado porque, cuando ahondas en ciertas cuestiones personales o en el propio personaje, ir más allá de las apariencias puede hacer que te equivoques. Sin embargo, ese proceso yo lo vivo como una forma de ir aprendiendo, me motiva, me inspira. Permanecer en la zona de confort no es para mí.

Esa verdad a la hora de interpretar también se percibe en tu forma de actuar en la vida. De hecho, recientemente has organizado cierto revuelo en las redes sociales por decir de una manera franca que estás en contra del Photoshop excesivo, de la presión estética que sufrís las actrices. ¿Cómo llevas la repercusión de lo que dices?

No siempre es fácil, pero intento mantener el equilibrio, relativizar mucho y dar importancia a aquello que lo tiene. No me gusta la imagen que a veces se da de las actrices y de los actores, esa creencia de que vendemos sueños… No me siento muy identificada con eso. A mí me gusta provocar emociones, que la historia que cuento pueda, de algún modo, cambiar algo el mundo. Reconozco que me molesta cuando por la calle alguien me dice: “Uy, qué pequeña es en persona, qué poca cosa”. ¡Pero si yo no voy de nada! Solo intento ser una mujer corriente, sin maquillar, con deportivas… No vendo humo, solo soy una actriz que cuenta historias, una mujer normal.

¿Pero crees que las personas con repercusión mediática tenéis que dar voz a otros ciudadanos que no la tienen?

No necesariamente. Te dediques a lo que te dediques, tienes todo el derecho del mundo a hablar y opinar de ciertas cosas o a no hacerlo. La libertad consiste en eso. Hay gente que se implica y gente que no. Y merecen el mismo respeto en ambos casos.

© Ximena Garrigues y Sergio Moya
A Inma le gusta vestir de forma casual, aunque sabe que hay ocasiones que requieren un tono más formal. Aquí posa con vestido de gasa de Brunello cucinelli, chaqueta de Christian Dior y zapatos de Jimmy Choo. © Ximena Garrigues y Sergio Moya. Estilismo: Sara Padilla.

A punto de cumplir 36 años, ¿toca hacer un primer balance de tu vida o eres de las que prefieren pasarlo por alto?

La verdad es que yo siempre estoy haciendo balance [risas], a nivel personal y a nivel profesional… Conforme va pasando el tiempo, vas haciendo un trabajo de introspección, te conoces mejor y eres más exigente con las cosas y contigo misma. Y yo, aunque tengo una parte muy pasional, también soy una mujer muy racional. Me gusta mantener el orden de las cosas, tener todo en equilibrio.

¿Y te sirve tu trabajo para analizarte?

Me gusta pensar que los actores somos como cirujanos de las emociones. Y eso es lo que más me apasiona de lo que hago. Interpretar me da un conocimiento humano y de mí misma muy profundo. Y cuando tienes que bucear por ciertos sitios para preparar un personaje, te encuentras con cosas que desconocías de ti o que habías dejado atrás. En ese sentido, sirve como de catarsis.

Y cuando acabas de rodar, ¿te llevas algo emocional del personaje al que has dado vida?

Pues la verdad es que me marcho a casa tan tranquila. Hombre, si me he pasado el día llorando porque el guión lo requiere, pues me voy con dolor de cabeza… Pero, en serio, no me llevo nada emocional del personaje. En eso suelo ser bastante normal, ¡creo! [risas].

En la imagen, Inma en el papel de Nancy. © Fotograma de 'Capitn Kóblic'.
En la imagen, Inma en el papel de Nancy. © Fotograma de ‘Capitán Kóblic’.

En una actriz, su cuerpo es una herramienta para transmitir emociones. ¿Hay una línea roja para ti a la hora de actuar o de mostrarte como eres?

Para nada, nunca me he puesto ninguna barrera. En el trabajo y en la vida, yo me lanzo a corazón abierto porque me parece la única forma de existir. Puede que un día te pongas una coraza, o que vayas con más precaución. Pero, en general, voy directa a lo que venga, a que duela lo que tenga que doler, a que pase lo que tenga que pasar.

Eres de las actrices que necesitan saber que están aprendiendo con cada uno de sus personajes. ¿Crees que la zona de confort impide crecer?

No va en absoluto conmigo. En un estado de confort uno no puede aprender. Cuando siento que me he acomodado y que están dejando de pasar cosas, me frustro. Tengo una inquietud constante de estar haciendo cosas, de seguir aprendiendo. A la gente le hace gracia cuando lo digo, pero yo no sé qué quiero ser de mayor. Hoy por hoy, me gusta lo que hago, pero no sé lo que va a pasar mañana, no sé qué se me va a cruzar en la vida. Intento, en la medida de lo posible, no pensar en el futuro: ni lo veo ni lo quiero ver. Prefiero disfrutar de las cosas que me van pasando y retenerlas. Y agradecer todo lo que estoy viviendo.

© Ximena Garrigues y Sergio Moya
La belleza de Inma destaca aún más con este vestido estampado en blanco y negro de Dolores Promesas Heaven. Los pendientes son de Hermès. © Ximena Garrigues y Sergio Moya. Estilismo: Sara Padilla.

En estos momentos, estás promocionando tres trabajos a la vez: La novia, Julieta y Capitán Kóblic. ¿Cómo lo llevas?

Soy muy disciplinada y sé que forma parte de mi trabajo, así que no me cuesta hablar sobre las películas que hago porque eso repercute en que vayan bien. Y es lo que deseo, que a la gente le interese lo que hemos hecho y que acudan a verlas. ¡Soy una buena trabajadora! [risas]. Comprendo que esto, como la alfombra roja, forma parte de nuestra profesión. Ahora bien, cuando alguien viene y me dice que hacer películas es algo muy duro, digo que lo verdaderamente duro es trabajar en una carretera, de sol a sol, por cuatro duros…

¿Y qué queda de aquella Inma que se enfrentó por primera vez al público cantando y bailando Brasil, en plan aficionada, en unas fiestas de Valencia?

[Risas] Pues lo que quedan son las ganas de aprender, de sorprenderme. Todavía tengo la sensación de que acabo de llegar. Soy una persona muy arraigada a la tierra, con los pies en el suelo. Y eso no es nada fácil en una profesión en la que te suben, te bajan, dicen de ti… Estás tan expuesto que mantenerte en tu centro resulta muy difícil. ¿Cómo lo logro? Tengo una familia maravillosa y unos amigos que me siguen tratando como siempre. Además, por la calle yo paso muy desapercibida, y cuando alguien se me acerca, lo hace de una forma muy natural, llena de cariño. Supongo que porque perciben esa actitud mía de ser igual de corriente que ellos.

Este artículo se publicó originalmente en el número de junio 2016 de ‘Shopping&Style’, el suplemento del último jueves del mes de ‘El País’.