Si una joven criada en Alcobendas pudo conseguir un Oscar (y sí, obviamente estoy hablando de Penélope Cruz), yo que nací en Albacete y soy una reportera más dicharachera que la rana Gustavo, también podría codearme con Jamie Dornan y Dakota Johnson, ¿o no?

Como ella, yo también os dedico este artículo.

Con menos confianza que batería en el móvil y maquillada como si fuese yo la que iba a posar en ese maravilloso photocall, llegué dispuesta a darlo todo en la première de Cincuenta sombras más oscuras en Madrid y cumplir mi objetivo de ver a sus protagonistas a menos de cincuenta metros. Sin embargo, tras aparcar el coche como buenamente pude (gracias a Dios luego no encontré ninguna multa) y dirigirme hacia la entrada de los cines Kinépolis (donde tenía lugar el evento), me di cuenta de que lo difícil no iba a ser acercarme a Jamie y Dakota que también, sino llegar hasta la entrada.

Podría haberme tirado y que me llevara la multitud, pero en ese momento no caí.

No pude contar las personas que había (iba justa de tiempo, lo siento), pero os aseguro que hay menos gente en la tienda de H&M de Gran Vía, el día que lanza colección especial. Tras mirar a un lado y a otro, me doy cuenta de que hay seguridad por todas partes. Así que decido acercarme a un hombre con una chaqueta reflectante que me mira intensamente. «Perdone, ¿por donde entran los de prensa?», le pregunto. «Por aquí no, claramente. ¿O es que no te has dado cuenta de que estas sobre las vías del metro ligero?», me gruñe. Genial, estoy a punto de morir atropellada por el transporte público menos conocido del planeta y el de seguridad ya me odia. ¿Qué puede salir mal?

Si Ariel pudo reconducir su situación, yo también.

Viene en mi rescate otro chico (también de seguridad) y me indica el camino a seguir. Menos mal que aún hay gente buena por el mundo. Una vez que me deja en las escaleras que suben al photocall me doy cuenta de que hay gente gritando a mi alrededor. Y por un momento me siento como una celebrity, no lo negaré. De hecho, me dan ganas de posar. Delirios de grandeza al margen, decido que ya es hora de comenzar mi investigación sobre el fenómeno Grey. Primer paso, fotografía de los fans apelotonados cual sardinas en lata.

Esto sí que es estar pegado y no lo que cantaba Sergio Dalma.

Segundo paso, entrevistarlos. Porque, ¿qué sería de Dakota y Jamie sin ellos? Exacto. Me miran con expectación cuando me dirijo hacia ellos. «¡Consígueme una de esas para entrar, por favor!», me gritan al ver la acreditación que cuelga de mi cuello, en la que pone prensa. «Lo siento muchísimo, pero no puedo», le digo a Aarón, un joven de 18 años que va acompañado de su amiga Sara, también de la misma edad. «Da igual, hemos pillado buen sitio, así que supongo que podremos hacernos una foto con ellos. ¡Qué nervios!». Me cuenta que no son de Madrid pero que están estudiando aquí y se han saltado las clases para poder ver a sus ídolos. «Nos hemos leído los libros como unas seis veces cada uno», me confiesa Sara.

Perdona, ¿cuántas has dicho?

Igual es que esta saga me pilla mayor (ya estoy en la treintena), pero si las cuentas no me fallan, Sara y Aarón devoraron el libro con 16-17 años. Vaya. Un dato que refuerza mi teoría de que la saga de Cincuenta sombras de Grey ha enganchado a esos adolescentes que quedaron fascinados por Crepúsculo, pero no tuvieron su dosis de sexo (con relato erótico incluido) ni en los libros ni en la gran pantalla. «Pues yo me he leído 36 veces cada libro», oigo por mi derecha. «¿En serio?», pregunto un poco descolocada. María me jura que las lleva contadas y cuando le pregunto su edad me desvela que tiene 14 años.

¿Estaba delante de una mentirosa? Ni Bella leía tanto.

Ante mi cara de desconcierto, María me enseña el DNI  (momento en el que me siento un poco entre policía y portero de discoteca) y compruebo que dice la verdad. Es entonces cuando alzo la vista y me doy cuenta de que la mayoría del público allí presente es muy joven. Comienzo a preguntar más edades y la media ronda los 24. Además, hay una importante cantidad de chicos. Rocío, de 23 años, y Arantxa, de 26, llevan esperando a Jamie Dornan y Dakota Johnson desde las 4 de la tarde y han venido desde Ciempozuelos, a 50 km de Madrid. ¡Eso son ganas!

Así de guapos posaron después en el ‘photocall’, pero eso sería un poco más tarde. © Getty Images

De repente, todos comienza a chillar y se mueven en perfecta formación hacia su izquierda. ¡Ya están aquí! Puedo verlos firmando autógrafos a lo lejos y, lo siento, pero son guapos hasta en la distancia. Dakota lleva un preciosa vestido de Gucci y Jaime un traje de chaqueta que le queda como un guante. Tengo que recordarme a mi misma que estoy allí por trabajo y no debo abalanzarme sobre ellos yo también. Sopeso la posibilidad de entrar en el photocall (donde se está calentito) para intentar hablar con la pareja. Error. La probabilidad de que se hagan un fotografía conmigo en mayor si me ven fuera helada de frío. Sí, mi intención es jugar la baza de la lástima.

Tras 15 interminables y congelantes minutos, Dakota se acerca a las escaleras y allí estoy yo. Le sonrió, le digo que está preciosa y le pido que nos hagamos un selfie. «Sure«, dice ella con su delicada y dulce voz. Me tiemblan las piernas.

Mi nueva mejor amiga, Dakota Johnson.

Enseguida se la llevan para continuar con la promoción. Yo me quedo esperándole a ÉL. Sí, Jamie-Grey se acerca a mi posición y yo contengo la respiración. ¡Ni que me fuera a dar unos azotes! No sonríe, pero es extremadamente amable con los fans. Entonces ocurre. Nos miramos y le señalo mi móvil. Atisbo un amago de sonrisa y se coloca a mi lado. A MI LADO. Mi cara y la de Christian Grey están a pocos centímetros de distancia. Intento tranquilizarme (aunque creo que me quedó una sonrisa tipo Chandler) y disparo.

El frío, los nervios y mi móvil hicieron que la foto quedase así de ¿bien? Cachis.

Me da igual que la foto esté movida (también he de decir que no llegó a pararse del todo). Tengo un selfie con Jamie Dornan / Christian Grey. Muero. Y si te fijas mucho te das cuenta de que es él. Después, subo corriendo las escaleras y me sitúo al otro lado del photocall. Contestan amablemente a la prensa, pero noto que están cansados. La promoción (desde la semana pasada) está siendo agotadora. Aunque atienden a los medios por separado, cuando Jamie y Dakota se reúnen para la foto conjunta, surge la chispa. Actúan, se miran y hablan exactamente igual que lo hacen en la película. Es indudable que esta pareja funciona. ¡Larga vida a Anastasia y Christian!

Lo estamos.