Eran unas fotografías íntimas y privadas que se almacenaban en el móvil de una de las actrices con más proyección del momento. Jennifer Lawrence, con tan solo 24 años, tuvo que enfrentarse al hecho de que sus fotos desnuda saltasen de un grupo de Whatsapp a otro sin poder hacer nada por cortar tan deleznable epidemia.

Con solo 24 años Jen tuvo que soportar que sus fotos desnuda corriesen de un grupo de Whatsapp a otro. © Getty Images

No ha sido la única actriz a la que le ha ocurrido algo similar, pero sí es la primera que habla sin tapujos de por qué decidió no tomar acciones legales contra los hackers que llevaron a cabo el ataque. «Cuando ocurrió, noté tal sensación de violación que aún no puedo llegar a explicarlo con palabras. Creo que todavía estoy intentando procesarlo», ha declarado ahora en The Hollywood Reporter. Exacto.

Lawrence ha querido dejar bien claro que lo que pasó fue una violación en toda regla: «Sentí que estaba siendo violada por todo el put* planeta porque no había ni una sola persona en ese momento que no pudiera ver esas imágenes. Podrías estar en una barbacoa y que alguien te las enseñara en cualquier momento porque las llevaba en su móvil. Es algo que es imposible de procesar».

Las imágenes dieron, desgraciadamente, la vuelta al mundo en cuestión de minutos. © Getty Images

¿Y por qué no denunció?

Por una sencilla (aunque desgarradora) razón: «Nada de eso iba a devolverme la paz, ni iba a devolvernos mi cuerpo desnudo a mí y a Nic [Nicholas Hault, su novio en aquel momento], la persona a la que iban dirigidas. No me interesaba denunciar a todo el mundo, lo que quería era intentar lidiar con ello». Una experiencia traumática que le hizo llegar a sentirse como una impostora: «Un año y medio después,  alguien me preguntó qué sentía al ser un modelo a seguir para las mujeres. Tuve que irme al baño a llorar porque no podía creer que alguien todavía pensara eso sobre mí con todo lo que había pasado».

Unas declaraciones que nos ponen los pelos de punta, pero que son necesarias en una época en la que la mujer se enfrenta en el terreno sexual a todo un reto. El dejar de ser vista como un objeto que se puede poseer ya sea físicamente o a través de un vídeo, imagen, red social… Y lo peor es que muchos dijeron en aquel momento aquello de «que no se las hubiese hecho y no se las habrían robado». El eterno y mezquino debate de «no hagas algo si no quieres que se sepa». Para la mujer claro, porque los hombres, cómo no, juegan en otra liga. De momento.