Hoy, día de su cumpleaños, estrena en salas su nueva película, Los últimos días, un thriller apocalíptico en el que comparte protagonismo con Marta Etura y José Coronado. GRAZIA conversa tranquilamente con este actor irresistible.

Los hermanos Pastor, directores de Los últimos días, han imaginado un mundo nuevo, donde no es posible vivir como vivíamos antes, y para ello han contado con Quim Gutiérrez, uno de los mejores actores de nuestro cine. “Gracias. Yo no sé si soy muy buen actor, pero sí que me esfuerzo y me entrego mucho. Quiero decir que soy muy autoexigente, a veces demasiado. La verdad es que lo soy con todas las cosas de la vida”, decía él el día de esta entrevista, apoyado en una mesa de un conocido gimnasio del centro de Madrid, mientras mostraba sus paletas separadas. Las paletas separadas de Quim Gutiérrez le aportan personalidad, le hacen único, diferente. Porque Quim es un hombre guapo, por supuesto, pero no tiene que ver con esa belleza evidente, plana, de postal, sino otra mucho más interesante. De ahí que esté en lo más alto del cine español, enlazando proyectos, sin parar.

El actor estrena el thriller Los últimos días.  © CC
El actor estrena el thriller Los últimos días. © CC

“Pero eso nunca se sabe. En esta profesión, un día puedes estar arriba y otro abajo. Yo no sé qué pasará mañana. Pero si mañana no tengo trabajo o no me va bien, me dedicaré a otra cosa. Ser actor tiene que compensarme. Mi felicidad no depende de la interpretación, y sé que esta profesión puede ser muy dura si no te va bien. Hay gente capacitada para aguantarlo y les admiro, pero yo no”, explicaba tranquilamente, hablando despacio y razonando, porque conviene aclarar que Quim Gutiérrez es un gran conversador.

Los últimos días es un thriller apocalíptico, ¿lo ves como una metáfora de los tiempos actuales?

Yo creo que sí. Lo que plantea es que el mundo, tal y como lo conocemos, se modifica por un agente externo y desconocido, por lo que es necesario adaptarse a los cambios. En la película, el personaje de José Coronado y el mío, dos hombres absolutamente normales, descubren que tenían más habilidades de las que ellos creían y de que valen más para un mundo en el que se recuperan valores como la amistad, el amor, la gente a la que quieres…

La crisis da la posibilidad de que nos reinventemos e incluso nos descubramos. Esa sería la lectura positiva. Se acaba un mundo pero tenemos la oportunidad de empezar otro, con un orden de prioridades distinto. Me parece que ahora mismo vivimos en un mundo en el que es muy fácil enajenarse, pues estamos muy digitalizados, conectados y, en el fondo, muy separados en lo que a relaciones personales se refiere.

Eso sería mirar el lado bueno de las cosas, ¿eres un hombre optimista?

Lo soy. Y mi idea de optimismo tiene mucho que ver con el mensaje de la película: a veces no podremos evitar que sucedan cosas trágicas o complicadas a nuestro alrededor, pero sí podremos cambiar nuestra actitud frente a los problemas. La capacidad de decidir qué hacer frente a lo que nos sucede no nos la puede quitar nadie.

 

Hay quien puede decir: claro, como a él no le falta el trabajo…

Pero puede faltarme en un tiempo. La profesión de actor es tan inestable que eso nunca se sabe. En esta profesión, un día puedes estar arriba y otro abajo. Yo no sé qué pasará mañana.

 

A tu personaje le da miedo ser padre, aunque en el fondo lo desee. Y a ti, ¿te gustaría ser papá?

Me encantaría. Yo tengo muchas ganas de formar una familia en algún momento. Y sí, supone un quebradero de cabeza pensar cómo hacerlo, cómo organizarse… Pero yo creo que es posible tener una familia, tal vez con una estructura distinta a la tradicional, pero igualmente estable y llena de amor. Ser padre no me da miedo (risas).

 

Entonces, ¿cuáles son tus temores?

He tenido un año muy bueno, pero cuando a tu alrededor no va todo tan bien al final vives con la sensación de que algo terrible te va a pasar, desde quedarme sin trabajo hasta ir por la calle y que me coja un cable de una obra y me desfigure. Es un miedo irracional, tonto. Lucho contra mis miedos constantemente.

 

Antes eras guapo, ahora estás cañón. ¿Dosis extra de gimnasio o sales a correr por las calles de la ciudad?

He cambiado mucho físicamente en los últimos años. Hice un entrenamiento que cambió mi vida. Fue en el Gimnasio Palestra, con Rafa Bautista, mi entrenador personal. Él me enseñó qué ejercicios debía hacer, cómo hacerlos, cómo entender mi propio cuerpo… Desde entonces vivo mejor. El gimnasio es para mí un válvula de escape, no sólo porque me vea mejor físicamente, sino por la sensación psicológica que me produce dedicarme a mí un tiempo, sin pensar en nada.

 

¿Lo consigues, no pensar en nada, mientras haces deporte? Eso no es fácil…

Bueno, lo consigo a medias (risas). Pero sigue siendo una válvula de escape.

 

¿Te agobia la fama?

No, no me agobia. Yo empecé a trabajar como actor a los doce años, con una serie. Ahí ya supe lo que era la fama. Si no se me fue la cabeza entonces, no se me iba a ir ahora…

24068_entrevistaquimgutierrez
© CC

¿Tan pequeño ya tenías claro que querías ser actor?

No, no lo sabía. Pero sí tenía claro que quería ponerme delante de la gente para hacer algo. Lo sabía desde niño. Era como una especie de necesidad de llamar la atención. No sé, supongo que debí ser muy pesado de niño. El caso es que pensé que lo del teatro no estaría mal, porque era un sitio en el que encima te aplaudían si lo hacías bien. Empecé a estudiar, y ahí empezó todo.

 

¿Tuviste suerte?

Muchísima. Empecé con 12 años por casualidad. Me vieron en la escuela de interpretación y me ofrecieron una serie en Cataluña que tuvo mucho éxito. Me conoció más gente, me ofrecieron otras cosas… Creo que la profesión me encontró a mí. Yo no tuve tiempo de hacer nada.

 

Ganaste un Goya por AzulOscuroCasiNegro, la primera película de Daniel Sánchez Arévalo. ¿Cómo recuerdas aquella noche?

Fue una noche muy feliz y muy contradictoria. Como decía antes, yo soy muy autoexigente y en ese momento no estaba satisfecho con lo que estaba haciendo. No me sentía realizado, no me sentía creativo. No entendía que me dieran un premio en un momento en el que yo no estaba dando lo máximo de mí. Más tarde comprendí que el premio no me lo daban a mí, sino a un trabajo que había hecho… AzulOscuroCasiNegro sólo me trae a la memoria cosas buenas, es una peli muy especial, mi primer protagonista, y una película que gustó mucho. La relación personal con Dani fue increíble, y también con Raúl Arévalo y con Antonio. Somos muy amigos.

 

Hoy cumples treinta y dos años. Si miras atrás, ¿un sueño cumplido?

Llegar a los treinta con la sensación de haber aprovechado el tiempo y de que las cosas se ponen en su sitio. Yo pasé una crisis laboral sobre los 27 o los 28 años. Rechacé varias cosas en un momento en el que se suponía que había bonanza y estuve casi ocho meses en paro. Lo pasé realmente mal, porque yo soy hiperactivo, necesito hacer cosas. Y entonces hice una recapitulación de mi vida y vi las cosas que yo quería hacer y que no me había atrevido a hacer. Llegar a los treinta con la sensación de que están las cosas en su sitio ha sido muy importante para mí.

 

¿Y un sueño por cumplir? Ni se te ocurra decir “trabajar con Almodóvar”

Que Los últimos días haga taquilla. ¿Sabes?, creo mucho en los hermanos Àlex y David Pastor, directores de la película. Escribieron un guión en el que creían, cuya lectura ya atrapa y engancha, como la película, que no da respiro al espectador. Son dos tíos muy brillantes y hacer la peli fue muy difícil para mí, un reto, pero me encantó, porque para mí era como estar en una peli de Spielberg o de Indiana Jones, con esos planos espectaculares… Me gustaría que la peli tenga éxito, pues creo que es buena, y que lo merecen. Ese sería mi deseo. Y que las pelis que he hecho este año contribuyan a ese extraño, pero maravilloso reencuentro del público con el cine español.