Espoleadas por el escándalo de Harvey Weinstein, las historias sobre abusos sexuales no dejan de salir a la luz. Y la industria del cine no es la única en la que la práctica está completamente normalizada. La modelo Cameron Russell decidió esta semana compartir historias horribles que había escuchado de sus compañeras del mundo de la moda y pidió a todas las modelos del mundo que se sumaran a su iniciativa bajo el hashtag #MyJobShouldNotIncludeAbuse (#MiTrabajoNoDeberíaIncluirAbuso).

Con él, Instagram se ha llenado de imágenes de testimonios reales y muy desagradables vividos por algunas de sus compañeras. Entre ellas, Anja Rubik (que aunque no los ha sufrido, sí se unió compartiendo casos cercanos), Christy Turlington y, ahora también, Sara Sampaio. La modelo portuguesa compartió ayer un post en el que narraba su nefasta experiencia con la revista masculina francesa Lui, y denunciaba los abusos que sufren las modelos en su día a día.

© Getty Images

«Hoy, me siento obligada a compartir una experiencia reciente que tuve con la revista masculina francesa Lui. Quiero que todas las modelos y todas las mujeres sepan que tienen el derecho de tomar sus propias decisiones sobre su cuerpo y su imagen. 

Había acordado fotografiar la portada del número de otoño de Lui, bajo la condición de que no hubiera desnudos. Mi agencia y yo insistimos en tener un acuerdo claro que me protegiera con el objetivo de controlar la elección que había hecho de no tomar ninguna foto desnuda.

Incluso con esta cláusula en mi acuerdo con Lui, fue agresivamente presionada para desnudarme en el set, preguntándome por qué no quería enseñar mis pezones o desnudarme completamente. A lo largo del día del shooting, necesité defenderme constantemente y reiterar mis requisitos de no desnudarme en las imágenes, asegurándome de que me protegía lo mejor que podía. Mientras revisaba las imágenes finales, noté que había posiciones accidentales que dejaban a la vista partes de mi cuerpo que no quería exponer. Lo dije y se me aseguró que esas imágenes no serían publicadas. La revista mintió y procedió a publicar una imagen de portada en la que se me ve desnuda, lo que claramente violaba nuestro acuerdo.

Tengo el derecho de enseñar mi cuerpo cómo, cuándo y dónde quiera y por el propósito que yo elija.

Como muchísimas modelos, había tenido experiencias negativas en el pasado en las que me sentí presionada para posar desnuda. En muchas ocasiones en las que el shooting no tenía que ser sin ropa, llegaba al set y el fotógrafo o el estilista presionaba o pedía que posara desnuda porque lo había hecho en el pasado. Fui intimidada. Muchas veces, se me mostraron imágenes de mí desnuda como ejemplos para coaccionarme a volverlo a hacer, y cuando me sentía segura y rechazaba hacerlo, era criticada y juzgada como difícil.

Me siento cómoda con mi cuerpo y estando desnuda en circunstancias que considero parte del proceso artístico, esto viene natural y es muy creativo y colaborativo. A lo largo de mi carrera, he sido muy selectiva con cuándo y cómo hago los shootings desnuda. Solo porque he consentido hacerlo en el pasado, no le da permiso a nadie para asumir que lo haré de nuevo bajo cualquier circunstancia. Tengo el derecho de enseñar mi cuerpo cómo, cuándo y dónde quiera y por el propósito que yo elija. Es mi decisión. Y cuando la tomo, espero que se me trate con respeto y profesionalidad.

Desde que el número fue lanzado, he estado trabajando con mi agencia y mis abogados para tomar medidas legales contra Lui. Lo que hicieron es inaceptable. Me sentí violada, maltratada y no respetada como profesional y como mujer. Quiero hacer todo lo que pueda para prevenir que esto me pase de nuevo a mí y a las demás. Tristemente, no es un incidente aislado, y no estoy sola. Si las modelos continúan compartiendo sus experiencias personales, el bullying y el abuso que es sistemático en la industria de la moda, saldrá a la luz.

Como modelos y como mujeres, necesitamos estar juntas y exigir el respeto que merecemos. Tenemos el derecho de tomar nuestras decisiones propias sobre nuestros cuerpos, nuestra imagen y nuestras vidas». 

Como ella misma relata, su historia no es un hecho aislado (buena prueba de ello son las imágenes de textos-denuncia que han llenado Instagram estos últimos días). Pero ahora, porque toda causa tiene su reacción y su consecuencia, cientos de mujeres han dejado de sentirse solas y obligadas a callar… Rose McGowan es el primer ejemplo de ello.  Y han comenzado a saberse apoyadas, empoderadas y capaces de alzar la voz. Quizá pronto podamos atrevernos a pronunciar esa frase tan fea de ‘no hay mal que por bien no venga’ y presumir de haber acabado con todos los Harvey Weinstein de Hollywood, y del mundo entero.

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