Moda
Cada diciembre, desde hace exactamente 25 años (hoy hace un cuarto de siglo del estreno de Solo en casa en nuestro país), el crío de ocho años más famoso del cine (aquel Macaulay que creíamos que siempre iba a quedarse así de cuco -y nuestro gozo en un pozo, la verdad-), ha sabido mejor que nadie cómo contagiarnos su espíritu navideño, y no son pocas las lecciones que nos da cada vez que se acercan estas fechas y volvemos a verla como si fuera la primera vez. Porque a ver quién tiene narices de desmantelar su casa entera con tal de que dos ladrones tozudos no se lleven ni los tickets descuento del supermercado que tu madre guarda en el tercer cajón de la cocina. ¿Eh? A ver.
Para celebrar sus cinco lustros, el propio Culkin volvió a meterse hace unos días en la piel de Kevin McCallister interpretando a una versión algo crecidita de él y mentalmente afectado (muy afectado) por el doble abandono de sus padres cuando no era más que un niño. Nosotros, preferimos mantener su imagen de principios de los 90 en nuestra cabeza y repasamos, como merece todo film que lleva encandilando 25 años, todo lo que nos enseñó aquella primera entrega de Home Alone:
1. Pide suficiente pizza de queso.
Porque, si no, tu hermano mayor (y los otros doscientos treinta y cinco miembros de tu familia) se la comerán antes de que tú llegues, y por ahí sí que no pasamos (ni siquiera en Navidad).
2. No te fíes de los policías.
Claro y conciso. Sobre todo si les brilla algo en la boca y tienen intenciones de asaltar tu casa.
3. Nunca te pidas la litera de abajo.
Tu primo pequeño puede tener cierta incontinencia si bebe pasadas las seis de la tarde. Y eso, créenos, es un problema.
4. Tampoco retes a una madre (tres días antes de Navidad).
«Dilo otra vez, a ver si pasa», le decía Kate McCallister a Kevin mientras le castigaba durmiendo en el desván. «¡Espero no volver a veros nunca más!», replicaba el pequeño… Ah, mala respuesta.
5. La alarma se pone siempre en el móvil. Tres veces. Por si acaso.
Los relojes-despertador están hechos por el mismísimo diablo y, si se va la luz durante la noche, la alarma no suena, el desastre se desata y, con las prisas, te dejas a tu hijo de ocho años mientras el resto de la familia se va a París. ¡Hasta un gallo en la ventana es más eficaz!
6. No te sientas culpable por nada.
Y disfruta mientras puedas…
7. Helado de chocolate con marshmelows.
El paraíso debe de parecerse mucho a este bol, la verdad.
8. El karma te la puede jugar si cotilleas a tus hermanos.
Nunca hubo nada bueno en el último estante de ninguna estantería.
9. Elige bien tus cepillos de dientes.
¿?¿?¿?
Que sí, que Kevin lo busca aceptado por la asociación dental americana de todos los santos, y si lo dice un niño que es capaz de evitar que roben en su casa dos animales, pues razón tendrá.
10. Hay que ver mucho cine.
Y así poder citar a los clásicos para conseguir lo que quieres. Así:
11. No adaptes tu puerta para el perro.
Sobre todo si no tienes perro.
12. Deja la luz encendida para que parezca que hay gente en casa.
O monta una fiesta ficticia, que convence más. Siempre me pregunté cómo narices se las apañaba este chico…
13. También nos enseñó a dar las gracias.
Sobre todo por la comida congelada cuando uno esta solo en casa (¡ja! que ingeniosa soy a veces) y no tiene ni media gana (o idea) de cocinar.
14. Y a no juzgar a la gente por su apariencia.
Pero Kevin, si el pobre hombre tiene cara de abuelo bonachón, ¡qué cosas tienes!
¿Ves?
15. En serio, si hubiesen pedido mas pizza de queso nada de esto hubiera pasado.
Así que este punto merece ser repetido.
Porque si Kevin hubiese comido pizza de queso, no hubiese discutido con su hermano Buzz. Y nadie le habría castigado. Y hubiera dormido en su cuarto. Y, aunque la alarma tampoco sonaría porque contra las tormentas uno no puede hacer nada, alguna de las 235 personas que había en la casa se habrá acordado de él. Y entonces todos hubiesen pasado unas navidades felices en París. Con la casa robada, sí, pero todos juntos, y aquí la familia es lo que importa, ¿no?
¡Feliz Navidad!