La costa española tiembla cuando tus amigas y tú ponéis rumbo a los días de sol y las noches de fiesta (des)controlada. No importa los años que pasen, vosotras seguiréis moviendo Roma con Santiago si es preciso para conseguir reuniros lejos de trabajo, familia y amores varios.

Si eres de las que no perdona un verano sin su escapada femenina, seguro que estos 10 puntos (que ya conoces de sobra) te hacen tener más ganas de coger carretera, una vez más, con ellas o todo lo contrario:

© Fotograma de ‘Cómo sobrevivir a una despedida’

1. Elegir destino es un suplicio…
Porque, si ya os cuesta poneros de acuerdo con el restaurante al que ir a cenar un viernes cualquiera, imagínate cuando se trata de buscar un lugar en el que desconectar. Los requisitos imprescindibles suelen ser: que haya locales para salir de fiesta y una buena playa en la que paliar las consecuentes resacas. Pero claro, no se puede tener el ritmo de Gandía Shore y la playa más espectacular a la vez, así que hay que negociar… Sálvese quien pueda.

Viaje con amigas

 

2. Y mejor ni hablemos de buscar fechas…
Desde que habéis empezado vuestra vida de personas-adultas-con-trabajo, parecéis ministras. Entre las vacaciones/planes/parejas de las unas y las otras, buscar un momento en el que compartir el mismo espacio-tiempo roza prácticamente la magia. Ay, qué fácil era todo cuando una tenía sus tres meses de darse a la vida padre y no responder de sus actos hasta septiembre…

Viaje con amigas

 

3. Por una vez os pondréis de acuerdo con la música…
La moderna, la indie y la “yo solo lo conozco si lo canta Pitbull” llegan en estos días de derroche de amor femenino al mismo puerto. Da igual que el resto del año cuides al detalle tus listas de Spotify porque tu gusto y conocimiento del sector sea exquisito. Eso ya no importa. Durante los próximos 7 días (en el mejor de los casos) vas a escuchar Despacito hasta que te piten los oídos. Y lo vas a hacer con gusto. Y lo vas a bailar como si no hubiese un mañana. Y lo vas a disfrutar. Y no harás el vídeo recopilatorio del viaje con ella de fondo porque te sigues teniendo cierto respeto a ti misma (pero casi).

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«D-E-S-P-A-C-I-T-O…»

4. La maleta, ese cúmulo de prendas inconexas…
Toda chica sabe que, cuando una se va de viaje con sus amigas, pocas veces se pone todo lo que lleva. ¿El por qué? Fácil: las maletas, en una casa llena de chicas, se comparten. Vaya, que piensas tu equipaje sabiendo que vas a luchar cual Gladiator por conseguir que Fulanita te deje uno de los días ese vestido que tanto te gusta y tanta rabia te da que tenga ella y no tú. La estrategia es clara: abres tu armario, te quejas un poco de que no sabes qué ponerte y esperas paciente a que Fulanita reaccione: “Si necesitas algo mío, cógelo”. Y entonces aplaudes con el estómago, te haces la digna y dices: “Ay, gracias, ¡lo mismo te digo!”. Prueba superada.

Viaje con amigas

 

Grazia no se responsabiliza de que tu amiga se haga la loca a la hora de devolverte el vestido. Igual no lo vuelves a ver hasta el próximo verano. Pero no pasa nada porque tienes amigas y eso es lo único que importa aquí, ¿a que sí?

5. El gran arte de hacer la compra…
En ese carro confluye todo aquello que se anuncia en televisión durante la sobremesa: bandas depilatorias, mascarillas, champús… y una buena selección de comida: pizzas congeladas a tropel, bollería industrial, pasta, litros de alcohol y, eso sí, alguna que otra dosis de Coca-Cola Light, pavo y pan integral por aquello de compensar. ¡Qué maravilloso el mundo de las dietas vacacionales!

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6. Y el de hacer la cobra…
Que no es lo mismo, que hacer la compra, pero fonéticamente tienen su aquel. En los viajes con amigas aprendes rápidamente dos cosas: 1. A hacer la cobra a los moscones nocturnos, y 2. a reconocer las señales de auxilio cuando tus amigas, ingenuas ellas, no saben hacerla bien y necesitan de tu inestimable ayuda para sacarlas de ahí. El «es que somos novias» es un clásico, pero no es, ni mucho menos, la única táctica…

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7. Siempre hay perfiles que se repiten…
La que fuma, la que no bebe, las solteras, las ennoviadas, la valiente que intenta hacer dieta durante esos días de despropósitos, la que cocina, la que no, la que no se echa crema, la que lleva la cuenta del bote (Twyp y Cost Split son las apps que te salvarán la vida. De nada), la que hace topless, la que no, la que gira la toalla a medida que avanza el sol, la que quiere aprovechar las mañanas para hacer turismo y se despierta como una rosa para reclutar al resto… Cada una tiene sus cosillas, pero en la diversidad está el gusto y vosotras de eso tenéis mucho.

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© Fotograma de ‘Sexo en Nueva York 2’.

8. La selección de fotos…
Aquí la criba es grande y tediosa. Porque sois seis chicas más cursis que el zapato de Cenicienta y es científicamente imposible que salgáis todas, TODAS, a vuestro gusto en una misma imagen. Que si «a mí en esa no me etiquetes», que si «tía, es que la has subido porque tú sales bien, pero las demás tenemos ahí todas las lorzas al aire»… Los morritos son la pose más recurrida y, oye, salís negras como tizones y estáis estupendas (al menos hasta las 3 de la mañana, donde el demacrado se apodera de vosotras a medida que aumenta el nivel de alcohol en sangre y los desconocidos empiezan a ser habituales en las fotos). Estas ultimas instantáneas no irán a Facebook («ni de broma, NI DE BROMA»), pero las veréis a la mañana siguiente (bueno, a eso de las 4pm, cuando amanezcáis) y os echaréis unas risas, que para eso estáis allí.

@ Fotograma de 'Thelma y Louise'.
@ Fotograma de ‘Thelma y Louise’.

9. La recena es el mejor momento del día…
Ni las horas de playa, ni los mojitos en el chiringuito ni ese baile atarimado en una discoteca llena de guiris: el hit de los viajes con amigas es, sin duda, la recena. Esa vuelta a casa (con el maquillaje en algún lugar lejano, pelos de loca y los tacones en la mano) se hace más llevadera pensando en la ingesta calórica que os disponéis a hacer. Porque podríais haceros un sandwich y amortizar ese pavo intacto que comprasteis el primer día al hacer la compra, pero no: aquí si nos ponemos, nos ponemos bien, como el Kiko Rivera. Porque no hay pereza cuando se trata de cocinar pasta con tres botes de tomate frito Orlando a las 6 de la mañana… A lo loco.

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10. Todo se magnifica…
Porque vuestro amor es incondicional, eso está claro, pero ese apartamento en Denia es el nuevo Guadalix de la Sierra y, pasadas las 12 de la noche y las tres botellas de ron a repartir entre seis, la cosa se os va de las manos. Para lo bueno y para lo malo: desde el «tía, te quiero más que a nadie, eres mi mejor amiga, ¿eh?», hasta el «Eres una zorra porque te has ido con Menganito al que acabas de conocer y has desaparecido durante cinco horas, y has hecho bomba de humo, tía, eso no se hace, ¿vale? Que tus amigas somos nosotras, j***r, no él, ¿vale?».

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Pero todo esto no importa, porque lo mejor son los abrazos de después, al salir el sol; las siestas en la playa, las confidencias en la orilla sabiendo que todas ellas serán madrinas de tus hijos, los bailes fuera de ritmo y la conciencia, al volver a casa, de que no las cambiarías por nada del mundo.

Viaje con amigas

 

Este artículo se publicó originalmente el 30 de julio de 2015.