A veces, cuando nos enfrentamos a la lucha contra la igualdad de género, nosotras mismas podemos ser nuestro peor enemigo. Existen un sinfín de frases, pronunciadas por las propias mujeres, que colaboran a reforzar el machismo y cosificar a la mujer. Porque cuando Dior gritó a voces: “We should all be feminists”, ese “all” se refería tanto a hombres como a mujeres.

La sociedad nos ha hecho creer y, sobre todo, decir, mentiras respecto a nuestro género. ¿No crees que sea para tanto? Echa un vistazo a esta campaña de branded content tras la que se encuentra la marca Procter & Gamble, y que define perfectamente cómo niñas y niños son iguales hasta que alcanzan la pubertad, el momento en el que ellas modifican su comportamiento debido a falsas creencias establecidas en la sociedad como, por ejemplo, la de “correr como una niña”.

¡Ojo! Que este tipo de comentarios machistas no solo perjudican a las mujeres, sino también a los hombres. Mientras ellas crecen cohibidas sintiéndose inferiores, ellos tiene la presión de tener que correr “como un niño” o de no mostrar sus sentimientos “como una niña”.

Alicia Ródenas, una estudiante de un instituto de Albacete es la protagonista del último viral sobre machismo. Esta joven de 17 años nunca imaginó que el vídeo que grabó para participar en el concurso de cortos de su escuela se convertiría en noticia en los medios de comunicación nacionales. En menso de 6 minutos, Alicia ‘recita’ un total de 100 frases machistas, que para nuestra sorpresa, decimos más veces de las que creemos. El texto en cuestión es obra de Ro de la Torre y fue publicado en 2015 en la web feminista Locas del coño.

Es el momento de abrir los ojos y ver que ni hombres ni mujeres somos ajenos al uso machista del lenguaje. Porque, hagamos examen de conciencia: aún siendo mujer ¿estás segura de que nunca has pronunciado una de las 100 frases del vídeo de Alicia Ródenas? Sigue leyendo, a ver si alguna de estas te suenan:

Lo primero: ser conscientes de ello. Lo segundo, erradicarlas de nuestro vocabulario. © Stefano Moro Van Wyk
  • Yo no soy feminista ni machista. Creo en la igualdad.

Una vez más, allá vamos.

Según el Diccionario de la RAE, el significado de feminismo es: “Ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres”. Por el contrario, machismo se refiere a la “actitud de prepotencia de los varones respecto a las mujeres”. Ahora, ¿en serio sigues pensando que la ‘etiqueta’ de feminista no va contigo?

El actor Yon González ha sido el último en cubrirse de gloria y afirmar públicamente, con motivo de la polémica entrevista de Pablo Motos a las actrices de la serie Las chicas del cable, que así se define él, ni machista ni feminista: “Creo que ni el feminismo ni el machismo son necesarios. El otro día me pareció un exceso que juzgaran a Pablo Motos. Si estuviésemos todos en el centro no habría feminismo ni machismo. El día que descubramos cómo mantener un equilibrio se acabarán todos los problemas. Realmente todo es un problema de no entender, de no ponerte en la piel del otro. Ni las feministas ni los machistas, me parece todo un error“, confesaba en la misma entrevista en Eslang en la que Blanca Suárez afirmaba que «el feminismo juega un papel poco importante en mi vida; la igualdad, sí».

¡Y se quedaron tan anchos!

Pero los protagonistas de Las chicas del cable no son los únicos. La siempre polémica Cristina Pedroche también se ha querido posicionar en el club de la ‘neutralidad’ ante el debate sobre la igualdad de género. En una polémica entrevista que concedió a la revista Papel lanzó esta perla: “Que busquemos el bien general y nos olvidemos de machismo, feminismo y su puta madre. Que nos olvidemos de esas tonterías. Intentemos ser buenas personal olvidándonos del género; que a mí me da igual si es hombre, mujer o perro. Hay que ser buena persona y ya está. Eso es lo que pretendo”.

Cristina, nos pides que nos olvidemos de un problema muy grave que el año pasado se llevó la vida de 44 mujeres en nuestro país. ¿No lees los periódicos?

Gracias chicos… ¡Ah, espera! ¡NO!
  • Esa me ha robado el novio

Nadie te ha robado nada. Dos no se enrollan si uno no quiere, y si tu novio se ha ido con otra, más será culpa de él que de ella. Al fin y al cabo él es el que tenía un compromiso contigo y lo ha roto. Dejemos ya de hacer responsables a las mujeres de los actos de los hombres.

  • Esa es una calienta******

Mientras los hombres nos conquistan, las mujeres les calientan. ¿Cómo es posible que a estas alturas esté mal visto que seamos nosotras las que tomamos la iniciativa?

  • Soy una chica

¿Seguro? Piénsalo bien… ¿Crees que la sociedad se refiere a un hombre como niño o chico una vez que ya es adulto? Ese es precisamente uno de los motivos por los que seguimos siendo inferiores, por ejemplo, en los puestos de trabajo. Y es que en una reunión, ¿a quién crees que respetarán más: al hombre encargado del departamento de Marketing o la chica de Marketing? La actriz Mayim Bialik cree firmemente que la utilización del lenguaje tiene un efecto negativo en las mujeres, y ha aprovechado el tirón de las redes sociales para difundir un vídeo en el que lo explica perfectamente: «Los términos que estamos usando para las mujeres son anticuados e insensibles, y asumen una estructura de poder en la que los hombres están en la cima y las mujeres en la parte más baja… Tenemos que dejar de llamar niñas a las mujeres”.

  • Para conseguir algo me hago la rubia

Con esta táctica ofendemos a las mujeres en general, y a las rubias en particular. ¿De verdad vamos a seguir tratando a las rubias como si fuesen idiotas? Así nos va… En los 115 años de historia de los Premios Nobel, solo 49 mujeres han sido galardonadas, frente a 833 hombres.

En una entrevista que concedió a Smoda, Cristina Cifuentes afirmó: “Cuando te reúnes con hombres y «te haces la rubia», pero sin bajar la guardia, consigues muchísimo más”. Vamos, que le va fenomenal haciéndose la tonta, que es lo que suponemos que querría decir. ¿Pero no habría otra forma de decirlo? Pensemos… ¿cómo sería un hombre que se ‘haga la rubia’ en una reunión? Suponemos que el equivalente sería un auténtico estratega de los negocios, un líder que sabe dirigir a los demás hombres hasta conseguir lo que quiere. Ambos llegan al mismo fin, solo que la mujer lo consigue por tonta y el hombre por ser el más inteligente.

Ya está bien con esto…
  • Es más puta que las gallinas

¡Que digo yo que qué pintan las gallinas en todo eso! Parece mentira que todavía nos escandalicemos porque una mujer se enrolle con quién le dé la gana. Mientras ellos son unos ligones, picaflor, mujeriegos o donjuanes, nosotras somos putas (con la ofensiva añadida para las mujeres que ejercen la prostitución), busconas o fulanas. Y lo peor es que no lo dicen solo ellos, a menudo lo decimos nostras mismas de otras. ¡Basta ya!

  • Es un/a hijo/a de puta

Nadie debería recurrir a una figura femenina para insultar a alguien, y mucho menos una mujer.

  • Eso lo será tu madre

Ídem.

  • ¡Qué egoísta! No quiere tener hijos

Afortunadamente la maternidad comienza a ser una opción y no una obligación, pero aún así una gran mayoría de mujeres juzga la decisión de no tener hijos. Algo que a la hora de recibir críticas únicamente nos afecta a nosotras. Que ellos decidan no ser padres está bien visto por la sociedad, ¡faltaría más!

María Fernández-Miranda acaba de lanzar Las no madres, un libro que habla sin tabúes de las mujeres que no han podido o no han querido tener hijos, profundizando en el terreno emocional, en su entorno más cercano, en la percepción que la sociedad tiene de ellas. Se trata de una obra autobiográfica de una mujer que nunca tuvo claro que quisiese ser madre pero que acabó sometiéndose a siete fecundaciones in vitro, y cuenta además con los testimonios de otras “no madres” como la periodista Mamen Mendizábal.

  • Tranquilízate, estas histérica

Nunca se nos ha permitido enfadarnos ni perder los papeles. Si un hombre lo hace significa que tiene carácter, mientras que si nos ocurre a nosotras es un claro síntoma de que que somos unas histéricas. Eso si no nos lo achacan a la menstruación, la menopausia, la falta de sexo… Y lo peor de todo es que nos lo digamos entre nosotras. Para eliminar el lenguaje machista, tenemos que suprimirlo antes de nuestro propio vocabulario.

Estoy enfadada. Sí, ¿y qué?