Las palabras son como seres vivos, es decir, que ellas y sus significados también cumplen un ciclo en el que nacen (cuando alguien las inventa o comienza a usarlas para describir algo concreto), se reproducen (cuando su uso se generaliza entre la población) y, finalmente, mueren (que sería cuando caen en el olvido o, en el caso de algunas recientes como selfie, las empiezan a usar Matías Prats y tu madre y pasan de moda). El problema es que la mayoría de veces las más nuevas llegan a los diccionarios en su fase terminal, como ‘mileurista’, aceptada ahora por la RAE para definir un salario precario cuando lo correcto hoy sería por desgracia decir ‘seiscientososeurista’.

Pero existen lenguas mucho mas flexibles que la española que sí hacen lo posible por dar un reconocimiento académico a determinadas palabras en el momento álgido de su uso. Es el caso de la inglesa, que al no tener Academia al uso que rija el uso del lenguaje, son los diccionarios los que, haciendo caso de la proliferación de su uso urbano, eligen qué palabras o nuevos significados incluyen en sus ediciones.

Una selección que cada año culmina con la elección de una palabra que destaca por encima de todas las demás y que este 2014 ya tiene ganadora según los expertos que se encargan de la redacción de manuales de referencia en inglés como el Collins o el Chambers Dictionary, ‘overshare’, término que este último define como “excederse inaceptablemente en la exposición de la vida personal en redes sociales”… ¿Te suena de algo este fenómeno?

Efectivamente, en tiempos en los que compartir hasta el más pequeño detalle de tu existencia está al alcance de cualquiera, lo moderno y educado es dejar de spamear a tus seguidores con millones de autorretratos y continuas actualizaciones de estado que no dejan nada a la imaginación. Especialmente en el caso de las celebs, que han perdido ese halo de misterio que las hacía parecer inalcanzables y se han convertido por obra y gracia de Twitter e Instagram en simples seres humanos.

 

¿CUESTIÓN DE GÉNERO?

Y no nos referimos a esa gran artista del ‘overshare’ que es Kim Kardashian, sino a en otro tiempo mitos inaccesibles como Madonna, cuyos perfiles han dejado de seguir muchos fans desilusionados al comprobar que su ídolo se ha convertido en otra madre que no para de subir fotos de sus hijos haciendo algo gracioso y poses extrañas en el baño de casa. Algo que a una amiga de toda la vida le podrías perdonar, pero a la Reina del pop, nunca.

¿Pero no revela esta actitud cierto pensamiento machista? ¿Condenamos el oversharing por cansino o porque son principalmente mujeres las protagonistas del fenómeno? La actriz y escritora Lena Dunham, creadora de Girls y una de las más criticadas por su falta de pudor en las redes sociales, cree que sí.

“Es algo en lo que pienso mucho porque es muy complicado lidiar con ello cuando eres una persona que siente el deseo, o mejor dicho, la compulsión de compartir hechos de tu vida personal”, explicaba hace unos días durante una entrevista en la cadena de radio estadounidense NPR con motivo de la publicación de su nuevo libro, No soy ese tipo de chica, una suerte de manual autobiográfico que saca los colores a los libros de autoayuda femeninos. “Si esta es la manera que tienes de procesar el mundo, creando contenido bastado en tu vida, entonces tienes que ser muy cuidadosa para no exponerte demasiado”.

Pero incluso con ese autocontrol Dunham recibe insultos todos los días, y es ahí donde, según su opinión, entra en conflicto la cuestión de género. “El término ‘overshare’ es muy complicado porque tiene connotaciones negativas según el sexo de la persona que lo cometa. Por ejemplo, cuando es un hombre quien alardea de sus experiencias, se le considera valiente, pero cuando es una mujer, la gente se asusta alegando que estás dando ‘demasiada información’. ¿Demasiada información? ¿Qué es demasiada información? Tengo la sensación de que de algún modo la sociedad trivializa las experiencias femeninas, que no se consideran tan relevantes y vitales como las de los hombres, y me niego a aceptarlo”.

Es de esperar, en cualquier caso, que la democratización del concepto acabará con esta connotación negativa del término según el sexo y simplemente se usará para denunciar a cualquiera que peque de pesado en sus redes. Es más, ya ha pasado y Robbie Williams ya puede presumir, además de volver a ser padre, de ser el primer hombre famoso al que los medios han señalado como la perfecta descripción viva del concepto ‘overshare’.

Y es que el cantante hizo anoche una retransmisión casi en directo del parto de su esposa, Ayda Field, que trajo al mundo a su segundo hijo protagonizando media docena de  vídeos que comienzan como una broma conjunta y acabaron con las horas con la modelo con cara de circunstancia y dolorida mientras Robbie le cantaba algunos de sus temas y bailándole incluso en el momento justo del nacimiento.

Tratándose del exmiembro de Take That, lo cierto es que nada de esto nos sorprende, pero ya que él ha sido ha dado el pistoletazo de salida al fenómeno overshare, sirvámonos de su experiencia para saber todo lo que no tenemos que hacer para ganarnos el odio de nuestros seguidores. Porque ante la falta de una regla exacta que dicte cuándo es demasiado, nada como hacer caso al número de unfollows que nos lleguen cada día para calibrar si padecemos de este síndrome del cansinismo extremo y parar. Una retirada a tiempo siempre es una victoria.