¿Recuerdas aquel día que pasaste de lápiz a boli en el colegio? ¿Y cuándo conseguiste escribir en un folio sin torcerte? Quizás no te venga a la memoria el momento exacto en el que lo conseguiste, pero sí la satisfacción e ilusión que experimentaste. Y es que escribir con boli, coger apuntes y dejar de utilizar guías era un síntoma de que ya éramos mayores. Ahora que realmente lo somos, parece que aprender a escribir no nos sirvió de mucho.

En plena era digital, nuestros dedos van de teclado en teclado para comunicarnos y trabajar sin gastar ni una gota de tinta. Del ordenador de la oficina, al de casa, de la tableta al móvil… ¿Dónde quedaron los cuadernos de notas, las agendas de papel, las cartas con matasellos e incluso las listas de la compra en arrugadas hojas cuadriculadas? Hoy todo lo que pasa de nuestra cabeza a la escritura queda reflejado en un bloc de notas virtual que viaja del móvil, al email, o a la nube… ¡Y quién sabe a cuántos lugares más!

Estas son tus notas viajando de un dispositivo a otro.

Afortunadamente aún queda un grupo de nostálgicos dispuestos a recuperar un arte que estábamos a punto de perder. Y no hablamos de jubilados anclados en el pasado, sino de jóvenes con mucho talento que han rescatado las plumas y tinteros para demostrarnos que la tecnología no puede superar a la creatividad humana. Solo hay que ver a calígrafos como Passalacqua, un auténtico maestro de la plumilla que se rifan las firmas de moda para escribir sus invitaciones a desfiles, presentaciones o felicitaciones de Navidad; Esther Gordo, u Oriol Miró. Y es que viendo sus maravillosos trazos, ¿a quién no le gustaría engancharse a la caligrafía o al menos intentarlo?

Para aprender tan solo se necesitan ganas. Tan siquiera hace falta tener buena letra, ya que se empieza por estudiar los trazos desde cero. Inglesa, gótica, itálica, carolingia… Los estilos son muy diversos y cada uno tiene su miga. Existen cursos presenciales como los de Isabel Padilla, o Caligrafía Bilbao; online para practicar desde casa, como los de Domestika; e incluso una reedición para adultos de los míticos cuadernillos Rubio.

No hay límites en esto del ‘lettering’. © Pinterest

Quizás últimamente hayas oído hablar del lettering, que aunque muchos creen erróneamente que es un sinónimo de caligrafía, se trata de una técnica que podríamos traducir literalmente como “letras dibujadas” y en la que, según nos cuenta Marta, la diseñadora gráfica detrás de Happy Letters, cualquiera podemos iniciarnos: “Puedes tener una caligrafía bonita pero no conseguir que tus trazos se liberen ni dotarles de otras formas. En cambio, hay gente con una caligrafía que a primera vista no es resultona (no me gusta decir caligrafía bonita o fea, eso es algo muy subjetivo), que entiende rápido el truco de jugar con las letras, o tienen mano con el lápiz y terminan creando unos dibujos maravillosos. Veo más positiva la creatividad y personalidad de los trazos que una buena base caligráfica”.

Claro, que viendo los trabajos de Marta (¡Avisamos! Su cuenta de Instagram puede resultar adictiva), no podemos dejar de pensar que algo de maña se tiene que tener. “Empecé dibujando letras en tarjetas de cumpleaños, álbumes de fotos o invitaciones de boda para familiares y amigos. Siempre he tenido una especie de obsesión con las letras sin yo saberlo, cualquier letra lo convertía en dibujo desde muy pequeña, pero nunca se me pasó por la cabeza que algo así pudiera ser una profesión. Y poco a poco, lo que surgió como un hobby se fue convirtiendo con el tiempo en mi forma de vida, de esto hace alrededor de 3 años, ¡y espero que por muchos más!”, nos cuenta la creadora.

Algunos de los trabajos de Marta que podrás seguir en su Instagram. © Instagram @happyletters_

Entonces, para los que empezamos de cero, ¿qué nos recomienda? “Antes de nada, observar mucho las letras que encontréis a vuestro alrededor, entender las formas que hay detrás de las letras, coger un lápiz y probar. Experimentar, borrar y volver a empezar, hasta encontrar un estilo propio con el que sentirse a gusto. No es necesario ningún material especial para realizar lettering, es más cuestión de creatividad, ganas y mucha, muchísima, práctica y paciencia. Y por supuesto, venir a algunos de nuestros cursos. Asisten desde personas de un ámbito profesional más creativo (como diseñadores, ilustradores, arquitectos, maestros…), hasta médicos o ingenieros. ¡E incluso jubilados y niños! No hay un patrón de edad, social o laboral para realizar un taller de lettering, aunque sí que es cierto que las mujeres son las que más ocupan nuestras sillas”.

Las ventajas parecen ser infinitas. Ademá de despertar nuestra creatividad, tanto la caligrafía como el lettering pueden ayudar a relajarnos. Sí, sí, no solo de Yoga y meditación iba a depender nuestra paz interior. Si ya lo estaban consiguiendo los libros de colorear para adultos, imagina lo que trazar letras puede contribuir a nuestra desconexión del mundo. Marta lo tiene claro: “El lettering (dibujar letras) no es caligrafía (escribir bonito), pero el proceso e intención son los mismos. Necesitas el 100% de tus sentidos dedicados a un trozo de papel y a la punta de tu rotulador, lápiz, o pincel. Puedo asegurar que no hay nada más relajarte que escuchar el sonido del lápiz rozando un papel, o mirar deslizarse la tinta mientras se crean diferentes formas. ¡Os animo a probarlo!”.

Pinta y colorea, el nuevo mindfulness. © Pinterest

Además podemos aprovechar para crear un sinfín de manualidades. Si en tu imaginación aún no habías salido de la hoja de papel y el rotulador, prepárate para experimentar todas lo que puedes hacer escribiendo bonito: desde elementos de decoración (vasos, macetas, botellas, mesas…), hasta invitaciones de bodas o tarjetas de cumpleaños. En Vasito de Leche Estudio son unos maestros del rotulador. Famosos por escribir frases en tacitas e inventar historias personalizadas, no hay nada que se les pueda poner por delante: desde paredes hasta mapas, cualquier superficie es buena para plasmar un pensamiento, una frase inspiradora, o unas palabras que nos arranquen una sonrisa.

Bullet journal:

Y si no te ves con un alma tan creativa como para escribir sobre las paredes de tu casa, tenemos la solución perfecta para practicar lettering: los bullet journal, una técnica de organización que incluye el crear agendas bonitas (y que arrasa en Instagram). Ryder Carroll, un diseñador de Brooklyn, se inventó este sistema de organización con papel y boli que va mucho más allá de una simple lista de tareas, con registros anual, mensual y semanal y un sistema de símbolos para clasificar las tareas. Así que si quieres practicar, empieza por ordenar tu agenda. Aquí tienes algunas ideas:

[galeria]