Si a alguien le da por buscar información en internet sobre las mujeres a los treinta años, podrá encontrar fácilmente todo tipo de consejos sobre cómo llevar bien la edad. Como si se tratase de una farmacia, la red de redes ofrece sus remedios, cual botica, para elegir prospecto: nutrición, socialización, belleza… Además de unas determinadas y socorridas recomendaciones: mantén un horario, cumple tus metas, usa una vestimenta más seria, invierte en prendas de calidad.

Si en la veintena teníamos que cumplir con el manual abanderado por el lema “busca ser tú misma”, a esta pesquisa -que no tiene por qué haberse formalizado al llegar a los 30-, se le suman una serie de cláusulas relacionadas con la madurez.

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Gracias Rihanna, tu gif nos sirve igual para un roto o un descosido.

Traduzcamos: al alcanzar el dígito 3 en tu carnet de identidad debes acatar nuevas obligaciones… a menos que quieras convertirte en una colgada/demente que va a la deriva. Y eso que no hemos mencionado la estabilidad laboral, o algo todavía más hiriente: el estado civil. Pero, ¿qué pasa con ellos? Nada, por lo visto; el sobrenombre de soltero de oro les refuerza socialmente. Claro que también atraviesan crisis, pero desde un punto de vista social sus cargas no parecen ser tan grandes.

El cine nos ha dado varios ejemplos de ello. En los noventa, estas crisis masculinas se recogieron en películas como Beautiful girls (Ted Demme, 1996): entre la panda de amigos, el sexo opuesto quedaba relegado a un complemento secundario, algo de lo que ya avisaba el título. Otro ejemplo más actual es el de John Bennett, el dueño del oso Ted, interpretado por Mark Wahlberg en la cinta de Seth MacFarlane (2012). El protagonista es un bala perdida al que se contempla como ‘gracioso simpaticón’ que no tiene por qué madurar.

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Y la verdad es que, de tan simpaticón, puede llegar a cansar.

¿Las mujeres no tienen derecho a ese lado gracioso? En la mayoría de los casos, ellas han sido desplazadas a su rol de parejas, madres, trabajadoras… Personajes, en cualquier caso, con menos líneas de guión. Todo cambia, aunque no tan rápido como debería. Muchos roles femeninos han alcanzado cierto prestigio, cinematográficamente hablando. Algunas se han convertido en iconos con mucho que contar.

Bridget Jones es un ejemplo claro, aunque el más tremendista. Este personaje, más que reivindicar, pretendía salir de ese esquema, dar con un hombre que la rescatase de su vida desequilibrada, empantanada en la soltería. Por otro lado, y en lides más independientes, estaba Frances Ha, con esa heroína particular en blanco y negro que Noah Baumbach nos mostró en 2012, a la cual le acechan los treinta a la vuelta de la esquina -tiene 27-. Pero tras los disgustos de la inglesa acomplejada y las carreras por Nueva York de Frances, ahora esa crisis de los treinta adquiere varios prismas en la gran pantalla patria.

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Verónica Echégui estrena este fin de semana ‘No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas’.

Los modelos actuales en el cine español certifican que es imposible ser Amélie Poulain. Es un estereotipo tan falso como el de Carrie Bradshaw. Por fin hemos superado ese modelo y nuestra industria muestra chicas más reales y temperamentales.

Leticia Dolera estrenó Requisitos para ser una persona normal el año pasado. Este fin de semana llega No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas, dirigida por María Ripoll, y el 7 de diciembre aterrizará María (y los demás), de Nely Reguera. María (Leticia Dolera), Sara (Verónica Echegui) y otra María (Bárbara Lennie) son ejemplos de verdaderas Superwoman: treintañeras que buscan su sitio, persiguen sueños y tienen aspiraciones, aunque la sociedad se empeñe en tacharlas de calamitosas. A través de la comedia, estas mujeres viven sus respectivos dramas personales ¿quién no los tiene?, y se empeñan en superarlos por muchas trabas que haya.

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No sabemos ni aplaudir de la emoción. ¡Gracias, chicas!

1. ‘Requisitos para ser una persona normal’

María de las Montañas es barcelonesa. Tiene 30 años y busca trabajo. A raíz de una entrevista, se da cuenta de que no responde a lo que se exige en esta nuestra sociedad. ¿Es una mala persona? De primeras, con su familia no tiene problema. Como mucha gente de su generación, está en paro. Busca algo para salir adelante. Hasta ahí nada suena raro.

¿Qué pasa entonces? Pues que hay una serie de condiciones que no cumple y que le impiden ser normal. ¡Ojo! normal; no perfecta. Pareja, familia, vida social… Por eso esta chica menuda hace frente a ese esquema impuesto, a ese listado de apuntes por cumplir para ser integrante de la comunidad. Porque lo de vestirse de colores y tener un amigo gordo es salirse del tiesto.

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Leticia Dolera en ‘Requisitos para ser una persona normal’.

2. ‘No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas’

Sara es una madrileña víctima del exigente entorno que nos rodea. Ella tiene una mente creativa y decide reabrir el local de su abuela para vender plumas. Su novio se va a París, su perfecta hermana pequeña se casa con un amor platónico, y su negocio no va bien. Sara, perfeccionista como ella sola, se siente gilipollas. Pero no lo es. Lo que es, es una superviviente de hoy en día.

Esta vecina del barrio de Malasaña tiene sus problemas para llegar a fin de mes. Como todos los emprendedores, sus inicios no son fáciles. Las fiestas y la gente guay no molan tanto en casa, en una fiesta repentina, ni el amor es de pronto tan idílico. Pero el mundo avanza con vertiginosidad, y parece no perdonar a los que no se ajustan. Y no pasa nada por equivocarse, por superar disgustos, o por no seguir las normas que dictan las redes sociales.

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Verónica Echegui y Alba Galocha son hermanas en ‘No culpes al karma de lo que pasa por gilipollas’.

3. María (y los demás)

María es una joven que vive en Galicia. Ella se ocupa de su padre enfermo. Pero en cuanto este, ya recuperado, anuncia que se va a casar, debe retomar las riendas de su vida. Ya la tenía encaminada, trabaja en una editorial y aspira a ser escritora, pero tiene que aguantar a sus hermanos que por su actitud, parecen sus cuñados, que se creen con vidas más perfectas que la suya y con derecho a opinar sobre la de ella. Porque sus inquietudes y metas parecen ser menores que las de ‘los demás’. En la hora y media de película se deja claro que no hay nada que increparle; pero ella parece sentirse mal porque no llega al nivel de lo que le está pidiendo el mundo.

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Barbara Lennie es María, la ‘Bridget Jones’ española.

Las directoras Reguera, Dolera y Ripoll han enseñado con estas tres valientes y creativas chicas que las sorpresas y los cambios llegan en cualquier etapa de la vida. No hay nada que reprocharles a estos personajes. Las tres se han desencantado –como toda su generación- con aquello que se les prometió y se han dado de bruces con una realidad poco amable. Como haría cualquiera, ellas luchan para salir adelante… y a ser posible sin ser juzgadas.