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Que no te engañen. ‘Ser o no ser’ no ha sido el verdadero dilema de la humanidad. Lo que realmente preocupa al mundo entero desde hace millones de años y a ti la primera es cómo narices romper con tu pareja sin que la sangre llegue al río. Porque vale, aquí se supone que todos somos muy civilizados, hasta el día que llega tu churri y te suelta el mítico «no eres tú, soy yo».
Sin embargo, el auténtico problema se plantea cuando eres tú la que ha decidido dejar la relación. Una ruptura nunca es fácil y el que diga la contrario, miente, y menos aún cuando vas a quedar como la mala del cuento. ¿Y por qué digo esto? Porque el ‘dejador’ palabra que si no existe deberíamos patentar es visto generalmente como el malvado de la película. Ese villano perverso que ha decidido echar por tierra el castillo de amor en el que os habíais instalado. Por su parte, el dejado tiene todas las papeletas y todos los clínex, también sea dicho de paso para jugar la baza de lo que yo llamo ‘hacerse el Bambi’. Ese cervatillo adorable y suave que ha sido enviado al bosque de los rechazados y que tendrá que rehacer su vida de nuevo.
Así pues y para que no te conviertas en Maléfica, la manera en la que se comunica una ruptura será clave para no herir ‘en exceso’ a la otra persona. Una cosa es que quieras romper con él y otra muy distinta es que quieras hundirlo en la miseria forever and ever. ¿O no?
- Hazlo en un sitio público:
Cuanta más gente haya alrededor, menos probabilidades habrá de que montéis una escena. A poder ser, llévatelo de paseo a un parque, a la terraza de un restaurante, al Corte Inglés…
Antes de que penséis que no tengo corazón os diré que, como persona que ha sido dejada cientos de veces y no es broma, sé que el estar en un espacio con más gente ayuda a no querer matar a tu ‘dejador’. Aunque claro, no vale cualquier sitio. Es decir, está bien que haya más personas, pero tampoco muchas.
Un concierto no, más que nada porque no te va a oír. ¿Una biblioteca? ¡Perfecto! Si la cosa se tuerce, vendrá la bibliotecaria y os mandará callar. ¿Un supermercado? Never. Demasiados productos a su alcance para lanzarte. Un bar sí, pero un restaurante no. ¿La razón? En el primero seguramente estéis de pie, os tomaréis una caña, le dejarás y os iréis él igual se queda bebiendo. En un restaurante, estaréis sentados y, o le dejas en el postre, o te esperará un menú cargado de lágrimas. Y pagar una cuenta bastante abultada, también te lo digo.
P.D.: Puedes arriesgarte a decírselo en tu casa o en la suya o ya puestos en la de Bertín Osborne, pero piensa que son lugares cargados de recuerdos. Yo no te lo aconsejo. La nostalgia no es buena aliada de las rupturas.
Ah, bueno, y una cosita más: mira que siempre pongo de ejemplo a Los Simpson, pero no seas tan cruel como Lisa, que rompió con Ralph en un programa de televisión en directo. Eso sí que no. Queda feo. Y sí, el vídeo está en latino porque así es como más pasional.
- Cero tópicos:
Para disfrutar de una ruptura sana, hay que huir de frases cliché que dan lugar a variadas interpretaciones y están tan trilladas que ya nadie se las cree. En pleno siglo XXI, cualquiera sabe lo que realmente significa «no eres tú, soy yo», «no soy buena para ti» o «no es que no quiera estar contigo, es que no quiero estar con nadie». Y vale que todas ellas se usan para no hacer daño a la otra persona, pero esto es una ruptura. Alguien va a salir herido (probablemente, los dos). Asúmelo.
- Arriba la sinceridad:
Las mentiras tienen las patas muy cortas y es muy probable que te acaben pillando. Si te has enamorado de otro, se lo dices. Con tacto, eso sí. Pero siempre será mejor eso a que se entere a las dos semanas por Instagram. Si lo piensas bien, nadie podrá culparte nunca por haber ido con la verdad por delante. ¿Le dolerá lo que le digas? Seguro que sí. Y me da igual que el motivo de tu ruptura sea que no se lava las manos después de hacer pis. Si es por eso, pues qué se le va a hacer. Ya vendrá otra a la que no le importe.
- Sé fuerte:
Jamás, jamás y jamás de los jamases, titubees delante de tu ‘víctima’. Si has tomado la decisión es porque tienes claro que no quieres seguir adelante con esa relación. No estás negociando la ruptura, estás dándola por hecho. ¿Tú has visto lo que les pasa a los asesinos que dan muchas explicaciones? Que acaban siendo derrotados o arrepintiéndose. A ti no puede pasarte eso. ¿Entendido?
- Escucha:
No es broma. Lo mínimo que se merece tu ya exnovio es que le dejes explicarse y contarte cómo se siente. Tener un poquito de empatía con él no te matará. Además, todas hemos sido Bambi alguna vez y sabemos lo duro que es. Por eso, permítele que pueda decirte ‘cuatro cosas’, aunque tres de ellas sean insultos.
- No seas egoísta:
Pasados unos días, seguramente querrás preguntarle qué tal está o cómo le va. No lo hagas. Deja que sea él quien marque los tiempos de vuestra situación post ruptura. Puede que acabéis siendo amigos o (más probablemente) puede que no. You never know. Pero lo que es seguro es que si intentas ser su colega demasiado pronto, a él le costará olvidarte. Así que lo mejor que puedes hacer es darle espacio. Te lo agradecerá.
…y comieron perdices y se atragantaron. Fin.