Llevabas mucho tiempo esperando este momento. Ha sido una tarea peliaguda, que ha requerido  mucha paciencia y ha provocado algún que otro llanto. Pero, por fin, la búsqueda ha terminado. Sí, ya puedes llevar a cabo uno de los movimientos más liberadores del siglo XXI: darte de baja de las alertas diarias de Idealista y Fotocasa. Porque, sí, has encontrado EL piso. Vas a independizarte.

¡YUHUUUUUUUU!
«Aaaaadiós papá, aaaadiós papáaaa»

Por fin has encontrado tu batcueva particular y, ya sea sola o acompañada, ante ti se abren mundos hasta ahora un tanto desconocidos. Por ejemplo, y solo por si quieres saberlo y verte reflejada en ello, el mundo de los miedos irracionales e irrefrenables. Hasta ahora, tu existencia había sido muy tranquila. El vivir con tus padres te quitaba bastantes preocupaciones, no lo niegues. Pero, ahora que vives en tu propia casa y todo depende de ti, las dudas te asaltarán por todas partes.

El mero hecho de salir por la puerta y pisar la calle se puede convertir en un pequeño infierno mental que no te esperabas. “¿Habré cerrado bien el grifo? ¿He apagado la luz del salón al irme? ¿Estará la calefacción a tope y me llegará una factura de 500 euros? ¿Me habré dejado el gas encendido? ¿Y la plancha? ¿Y si se me está quemando algo? ¿Apagué bien las velas que utilicé anoche para dar un aire romanticón al salón? ¿Estaré provocando un incendio? ¿Se estará quemando el edificio entero? ¿VOY A PERDERLO TODO? ¿MIS VECINOS ME MATARÁN POR HABER QUEMADO SU HOGAR? ¡¿POR QUÉ C**O UTILIZO VELAS SI NI SIQUIERA ME GUSTAN?!”.

¡Socorro! ¡Mamá! ¡SOCORRO!
¡Socorro! ¡Mamá! ¡SOCORRO!

Por supuesto, el miedo a dormir sola es un clásico. Cualquier crujido es indicativo de un allanamiento de morada, y cualquier sombra proyectada en la pared es un ladrón que ha venido a robarte hasta el alma. Y que nadie se atreva a decirte que no.

Monstruo del armario, ¡aléjate! ¡Soy joven! ¡Déjame vivir!
Monstruo del armario, ¡aléjate! ¡Soy joven! ¡Déjame vivir!

Aunque, si te paras a pensarlo con calma, es posible que el ladrón vea las cuatro cosillas que tienes en tu casa y hasta le des cierta lástima. Porque no nos engañemos: independizarte te está costando tus buenos dineros, y hay meses en los que te preguntarás si tu supervivencia podrá llegar a depender de tus conocimientos de magia financiera.

No, no tiene pinta de que en Gringotts nos vayan a dar ni un mísero préstamo para nuestra vida independiente.
No, no tiene pinta de que en Gringotts nos vayan a dar ni un mísero préstamo para nuestra vida independiente.

A veces, sentirás que cuadrar tu salario con los gastos que conlleva la independencia está fuera de tu alcance -si te hubiera llegado la carta de Hogwarts, esto habría tenido una solución fácil, seguro-. De por sí, puede que ahora entiendas mejor a tu familia e incluso te preguntes cómo lo han conseguido durante todo este tiempo.

Para tener todo más o menos bajo control y no tener que recurrir demasiado a las ayudas de tus progenitores, puedes diseñarte un presupuesto que entre dentro de tus posibilidades. Pero es muy probable que más de una vez llegues a fin de mes con el agua al cuello. Que no se te olvide: de comer arroz y macarrones durante cuatro días seguidos no se ha muerto nadie. Y puedes seguir convenciéndote de que el próximo Euromillones es para ti. Mientras tanto, ¿te acuerdas de ese familiar que te da unos eurillos de propina cada vez que te ve? ¿Qué tal estará? ¿No tienes muchísimas ganas de visitarle?

Independizarse

 

Si tienes a los astros de tu parte, puede que tu casero sea una persona maravillosa que no te ponga ni una sola queja y se encargue de arreglar todos los problemas que pueda darte la casa. Pero piensa que la Ley de Murphy tiende a jugar en tu contra, así que asimila que vas a tener algún que otro tira y afloja con el dueño del piso porque, claro, si se te rompe la lavadora, lo más lógico para el casero es pensar que la has roto a patadas, por ejemplo. Y si la nevera ya no enfría lo suficiente, intentará no cambiártela, diciendo que antes de que llegaras tú funcionaba perfectamente y que algo habrás hecho mal. En estos casos, paciencia, diálogo y… comienza a mirar nuevos alquileres, por si las moscas.

Tengo cosas más importantes que hacer que romperte la lavadora. Vivir, por ejemplo. Maldito.
Tengo cosas más importantes que hacer que romperte la lavadora. Vivir, por ejemplo. Maldito.

Una de las cosas para las que también te tendrás que preparar es esa ronda de opiniones sobre lo acertado o desafortunado de los pasos que vas a dar cuando anuncies a tus familiares, amigos y conocidos que te marchas del nido familiar.

Uno de los greatest hits en este terreno es aquella persona, normalmente de la misma sangre, que, cuando se entera de lo que estás a punto de hacer, pone cara de incredulidad mezclada con cierta pena y algo de asquito, y te suelta un rotundo “alquilar es tirar el dinero. ¿Por qué no, mejor, te compras una casa?”.

¿Te lo cuento? ¿Quieres la versión larga o la reducida?
¿Te lo cuento? ¿Quieres la versión larga o la resumida?

Ante posibles remordimientos y miedos sobre si estás desperdiciando tu más que probable reducido salario, recuerda: tienes tus motivos. Quizá porque no creas que la compra de una casa sea una buena inversión para ti; quizá porque, aunque te gustaría hacerlo, no tienes pasta para meterte en una hipoteca; quizá porque, con solo de escuchar ‘hipoteca’ te entran escalofríos, porque ni siquiera entra en tus planes o porque no las tienes todas contigo sobre si vivirás siempre en la misma ciudad. Sea cual sea la razón, puedes dar las gracias por los consejos y mandar internamente a la mierda a quien ponga en duda tus decisiones.

Independizarse

 

Por supuesto, no faltará quien ponga pegas a todos y cada uno de los atributos de tu casa. Que si qué viejo es el edificio, que si el salón tiene poca luz, que si la cocina es muy pequeña y que seguro que, si hubieras buscado más, habrías encontrado mejor. Respira hondo, querida, que Roma no se construyó en un día, y tú puedes tener una casa perfecta de la muerte pagando un alquiler ajustado a tu bolsillo. De estos discursitos te quedarán pocos recuerdos.

Independizarse

 

Con la frase con la que sí que te tienes que quedar es con esa que te va a hacer sentir mariposas en el estómago, tanto de alegría como de emoción y de pánico del bueno: “Te va a cambiar la vida”. Empiezas a nueva etapa, van a cambiar muchas cosas, y tus padres no pueden estar ahí siempre para echarte una mano.

Tendrás que aprender a hacer más platos que los macarrones con tomate y la tortilla francesa; tendrás que apañártelas con una lavadora que no sabes controlar; tendrás que aprender a gastar con cabeza, y mil cosas que irás descubriendo sobre la marcha. Pero también vas a disfrutar de un espacio del que serás reina y señora, al menos hasta que el contrato y tu casero te lo permitan.

Chica, es tu momento. ¡Disfruta de la aventura!

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