En esta vida, hay un refrán para todo: «ande o no ande, caballo grande» o «la esencia más pura en va en frasco pequeño». En cuestión de pechos, por lo general, los hombres lo tienen claro. Aunque, por supuesto, los hay que los prefieren pequeños (faltaría más), algunos estudios certifican que los hombres miran más a las mujeres con prominentes delanteras. ¿La razón? No está del todo clara: para algunos es una reminiscencia de épocas de necesidad alimenticia y, cuanto más alta es la clase social, menos necesidad hay de buscar mujeres con reservas calóricas; otros, como un reciente estudio de la universidad de Chicago, apuntan a que las mujeres con pechos grandes pueden tener más cociente intelectual y, aparentemente, mayor capacidad reproductiva.

Así, neurólogos y biólogos estudian sin descanso una cuestión trascendente que los usuarios de Forocoches zanjarían con un «porque hay más donde agarrar». Sea por lo que sea, parece que ellos las prefieren pechugonas pero ¿y nosotras?

La Sociedad Norteamericana de Cirugía Plástica apunta que el aumento de pecho es la estrella entre las operaciones estéticas porque el pecho pequeño es fuente de muchos complejos entre las mujeres. Nosotras soñamos con pechos turgentes, desafiando a la gravedad y de un tamaño abundante pero proporcionado. Lo que no se suele contar es la cara menos amable de ser pechugona. 10 verdades que toda mujer con pecho generoso conocerá:

© Fotograma de 'No hay dos sin tres' (2014).
El ser «pechugona» tiene cara menos amable y enseñanzas que solo conocen las que se gastan más de una copa C. © Fotograma de ‘No hay dos sin tres’ (2014).

1. Complejo de campesina bávara
Cuando tienes mucho pecho no puedes ponerte cualquier tipo de escote. Bueno, sí puedes, pero corres el riesgo de acabar sufriendo el síndrome que titula este apartado: con las tetas de exposición, puestas como en una bandeja. ¿El wonderbra? Un invento del diablo, salvo que quieras comer pechuga para almorzar. Y, además, con el peligro añadido de que todos los babosos a cien metros a la redonda no te quiten los ojos de encima.

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2. Cañón del Colorado
Tú no tienes canalillo: lo tuyo es un accidente geográfico en toda regla. Dependiendo de cómo sea el escote, oscila entre el canal de Panamá (cuando se desparraman por falta de sujeción) o el del Colorado. ¡Se ha hecho barranquismo en lugares menos angostos que entre tus tetas pechos!

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3. ¡Magia!
Tus pechos siempre están en boca de la gente que te rodea y no lo decimos literalmente, mal pensados. Habrá bromas sobre si eres capaz de moverlas en círculo como si fueras una bailarina de burlesque de las chungas, sobre si tu escote es como el triángulo de las Bermudas y consigue hacer desaparecer cosas… Y así, todo muy fuera de lugar, y eso.

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4. Leyendas urbanas
Y además de bromas y magia, también se generan leyendas urbanas sobre tu delantera. ¿Pierden la cobertura los móviles cuando te los colocas en el canalillo? Y sí, la pierden, una amiga que obviamente no soy yo porque yo no hago esas cosas un día hizo la prueba y no sonó. Que lo mismo fue por otra cosa ¿eh?, pero no sonó.

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5. Los sujetadores, amigos íntimos
Cuando tienes mucho pecho tú no necesitas un sujetador, lo que necesitas una de las megaestructuras de los programas de Energy. Los sujetadores no están para decorar sino para evitar que acabes con las tetas en las rodillas de manera prematura. Que acabarán igual, porque la gravedad es una hija de fruta y por más que lo intentes ella está ahí, a lo suyo.

Tú necesitas un prodigio de la ingeniería que sujete, recoja y, a poder ser, que no se te clave. Normalmente tienes que elegir entre dos de las anteriores ¡todo no puede ser! Por supuesto olvídate de comprarlo en una gran superficie por 2€: tus sujetadores valen un huevo y son feos de narices porque son para lo que son. ¿En serio es necesario hacerlos tan antieróticos?

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6. Cosas que sí y cosas que no
Comprar un bikini cuando tienes mucho pecho es un infierno. La que inventó los de triángulo seguro que tenía las tetas pequeñas. ¡Pero si ahí no cabe nada! ¿Para qué son? Para decorar, nada más, porque ni sujetan, ni tapan, ni nada de nada. Para eso casi mejor dejarlas a su libre albedrío y sacarles un ojo a los mirones con un pezón.

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7. Correr, ese suplicio
Toda mujer con mucho pecho sabe que correr espontáneamente y sin estar preparada para ello no mola nada de nada. A los que miran les resultará muy excitante el bamboleo pero os puedo asegurar que para la interesada es una tortura china. O llevas un buen sujetador, que recoja y chafe todo el pastel o, si no, acabarás hasta las narices.

El bamboleo duele, sobre todo cuando tienes mucho. Cada golpe hacia abajo hace daño y tú sólo puedes desear que acabe pronto ese dolor. La cara de felicidad de esta chica es porque está en cámara, os lo aseguro. Y si no, fijaos en las mujeres con mucho pecho como a veces se los sujetan o tapan con la mano o con los brazos cruzados cuando echan a correr.

 

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8. Estar boca abajo
Pues no, tampoco mola, especialmente cuando la superficie es muy dura. Si es blandita tipo colchón y tal a veces (y solo a veces) consigues desparramarlas lo suficiente para que no se te claven. Pero cuando estás tumbada en el césped o en el duro suelo ¡oh mierda! ¡No puede ser más incómodo!

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9. Todo va a parar ahí
Que las tetas estén tan a mano, tan prominentes y evidentes, acaba por suponer un gran problema porque TODO llega hasta ahí. A veces, cuando te quitas el sujetador, de repente descubres que lo tienes lleno de migas, por ejemplo, y ten por seguro que todas las manchas van a parar al mismo sitio. ¡Qué hartura!

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10. También las miradas
Pues sí, las miradas también van a parar todas al mismo sitio. Y no creáis que con ningún tipo de disimulo. ¡No! No se cortan un pelo y te encantaría a veces hacer lo de la muchacha de la foto «¡Dejadme en paz! ¡Son las que tengo! ¡Bastante cruz tengo ya! ¡Disparen!».

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Al final, todos tenemos lo nuestro. La que tiene las tetas pequeñas las quiere grandes y la que es tetona, querría quitarse cuarto y mitad un poco. Sean grandes o pequeñas son tuyas (naturales o pagadas), así que no te queda otra que acostumbrarte a ellas. ¿Por qué será que nadie está satisfecho con lo que tiene?