Ya han pasado 10 años desde que llegara al cine Pequeña Miss Sunshine, esa comedia dramática (o drama con tintes de comedia) que nos presentaba a una familia totalmente desestructurada: un tío gay con tendencias suicidas, un adolescente que ha renunciado a hablar por su admiración a Nietzsche, un padre que es un completo perdedor pero quiere vender un método para alcanzar el éxito, un abuelo adicto a la heroína… y una hija que quiere presentarse al concurso de Pequeña Miss Sunshine en California.

Cuando aterrizó la película a nuestro país no teníamos todavía cadenas que emitiesen en bucle realities de adictos a las reformas, locas por comprar vestidos de novia o los concursos de talentos infantiles más bizarros de Estados Unidos; así que el certamen al que la pequeña Abigail Breslin quiere presentarse nos dejó con los ojos como platos.

Un poco así...
Un poco así…

Es cierto que los niños prodigio no son algo nuevo en nuestro país. Todos recordamos (y si no, ahí están los distintos biopics) a Marisol o a Joselito. Pero algunos actores y cantantes del panorama actual fueron también niños precoces: Tamara (la buena), que salió de Lluvia de Estrellas al igual que David Civera, Melody y su baile de los gorilas, o incluso Michelle Jenner, ligada al mundo del doblaje. Si salimos de nuestras fronteras la reciente ganadora de un Oscar, Alicia Vikander, también participó en un programa similar en la televisión sueca.

Pero ¿qué hay detrás de la fama? ¿Cómo se cuida a los niños en un mundo de mayores? ¿Se ponen los medios necesarios para que no se acaben convirtiendo en juguetes rotos?

MasterChef acaba de abrir de nuevo sus cocinas en España. Aquí dos de los concursantes de la versión americana. © Cordon Press
MasterChef acaba de abrir de nuevo sus cocinas en España. Aquí dos de los concursantes de la versión americana. © Cordon Press

En los últimos años los concursos con niños como protagonistas han crecido como setas en la parrilla televisiva: mientras hace 20 años eran algo excepcional, actualmente las cadenas han encontrado en los más pequeños a su gallina de los huevos de oro del share; es raro que no coincida algún reality infantil con otro en emisión. Desde programas de cocina, como Masterchef Junior, que la semana pasada abría las cocinas a su cuarta edición, pasando por concursos musicales (La Voz Kids, Tu cara me suena Junior) o programas de talento como Pequeños Gigantes.

"¡Tooooooma! Hemos copado la programación televisiva".
«¡Tooooooma! Hemos copado la programación televisiva» (y de paso los #TT de la noche en Twitter).

Hace unos meses tuve la ocasión de visitar el plató de Masterchef Junior (mientras rodaban la tercera temporada), y pude comprobar de primera mano cómo se trataba a los niños durante las grabaciones: si bien es cierto que las escenas de cocina se graban del tirón, el resto del día los pequeños protagonistas descansan; además, y pese a las expulsiones, se notaba un ambiente muy distendido. Cuando las cámaras empezaban a funcionar el jurado adopta una pose más seria, pero entre corte y corte sale a relucir el buen feeling que tienen con los niños. Las bromas y las risas son una constante en este plató.

Algo que no se ve en pantalla es que disponen de un equipo médico vigilándoles constantemente, por si surge cualquier imprevisto. Además, no todas las tareas las realizan ellos sino que cuentan con ayuda de cocineros para los procesos más peligrosos (especialmente los relacionados con el horno).

Vamos, que si no puedes con ello, te ayudan.
Vamos, que si no puedes con ello, te ayudan.

¿Cómo se eligen a los perfiles más adecuados para el show? Para entrar a concursar en MasterChef Junior los pequeños tienen que ser evaluados por un equipo de psicólogos, presente también durante el programa. Se buscan niños que sepan cocinar, sí, pero también que tengan una gran madurez. Además, se les exige una media en el colegio superior al notable.

Durante toda la grabación están muy bien cuidados y siempre acompañados de un adulto responsable (generalmente el padre o la madre), de eso no cabe duda, pero ¿y después? ¿Cómo gestiona un niño los juicios que se hacen sobre él en redes sociales? ¿Cómo se sobrelleva el hecho de que te acusen de machista (como le ocurrió a Víctor, de 12 años), de repelente o de redicha? El aparecer en la pequeña pantalla parece excusa suficiente para juzgarles como si, en vez de 10 años, tuvieran 20.

Solo entran los más cracks.
Solo entran los más cracks.

 

EN CONTRA: LOS NIÑOS SIEMPRE PIERDEN

Preguntamos a la psicóloga Ana Saro, de Bliss Psicología, su opinión sobre los realities infantiles: «De manera general no estoy a favor», explica. «A mi juicio, e insisto en que es una generalización, este tipo de programas pone a los niños en una situación en la que pierden casi con seguridad: si les eliminan, es de manera pública y notoria y luego tienen que volver a la vida normal, al cole, al parque… con esa etiqueta puesta», señala la psicóloga.

«Según la edad que tengan, sus capacidades para gestionarlo pueden no ser suficientes y pueden llegar a pasarlo francamente mal. Además, piensa en los ‘problemas’ normales que tienen ya de por si en sus vidas los pequeños en estas edades… Ahora añade la presión ‘de la competición’…», recuerda Saro.

Pero las cosas no mejoran en el hipotético caso de que se alcen como ganadores; entonces, «como niños que son, se creerán invencibles», añade la experta. «Pero su momento de gloria pasa, y muy rápido, y todo el subidón que protagonizan, toda la atención que reciben (que es adictiva hasta para los adultos) desaparece. Esto puede conllevar sentimientos de fracaso, inadecuación, incertidumbre, indefensión, confusión… Si te dicen que eres el más guapo, el mejor cantante, o bailarín, o cocinero, o actor, durante semanas, meses quizás, te reconocen por la calle, te piden autógrafos, te hacen exámenes fuera de fecha, viajas, te dan ropa chulísima, te arreglan en maquillaje y peluquería, te llaman pequeño fenómeno, etc. Pero un día te encuentras con que ya no te reconocen, sino que les suenas vagamente, ya no estás de moda, ya no te llaman; de repente ya ‘no eres especial’. ¿Cómo te sentirías? ¿Fracasado? Piensa que tú eres adulto, y lo gestionas de otra manera, pero ellos no, ellos están aprendiendo a ser, están en pleno proceso de aprendizaje y formación, y este proceso les puede llevar a pensar que ya no son válidos. Afrontar algo así con éxito (entendiendo por éxito el pasar por ello de una manera positiva), pasa por que tanto los padres como los niños tengan las ideas muy claras. ¿El problema? Que con 6, 7 u 8 años es muy difícil tenerlas», sentencia la psicóloga.

Las niñas de 'Dancing Moms' son auténticas celebrities en EE.UU.
Las niñas de ‘Dancing Moms’ son auténticas celebrities en EE.UU.

Los padres juegan un papel muy importante en todo esto. La italiana Barbra Panaro es madre de cuatro peques, tres de los cuales trabajan como modelos de pasarela y fotografía. Le hemos preguntado por su visión de adulta. Como ella misma explica, sus hijos se iniciaron por casualidad, al toparse con un casting en una tarde de compras. Les eligieron a los tres y desde entonces participan en desfiles de moda de manera eventual. En su caso tiene claro que son sus hijos los que deciden y jamás les fuerza: si no quieren ir, no van.

«Los niños normalmente se lo pasan bien cuando graban y cuando están de shooting, quizás lo más tedioso sean los castings», nos cuenta Barbra. «Nacen amistades entre los niños y entre las madres, pero es cierto que hay que usar mucho autocontrol para que no desemboque todo en celos y competitividad. Hay que hacer un serio esfuerzo para que no pase porque el ambiente llama a ello».

Un ejemplo de madre que NO.
Un ejemplo de madre que NO.

Lo cierto es que si alguna vez habéis visto un trozo del reality Toddlers and Tiaras, algunas de las madres dan bastante miedo. MUCHO miedo. En realidad, todo el reality es terrible. Niñas como Eden Wood pintadas como puertas participando en concursos de belleza para niñas que en algunos casos les viene justo para saber andar. Tremendo.

Afortunadamente la realidad en nuestro país no es tan exagerada como la que se presenta en realities americanos como Toodlers and Tiaras, en los que los padres proyectan sus deseos y frustraciones en sus pequeños (que en ocasiones no saben ni andar), pero es fácil encontrar a progenitores muy competitivos en cualquier prueba (algo que no se diferencia mucho de aquellos que insultan a un árbitro en un partido de fútbol infantil, dicho sea de paso).

El papá ‘mi niño es lo mejor y todo el mundo tiene que saberlo’ ha existido siempre.

Grima.
Grima.

A FAVOR: LOS NIÑOS LO VIVEN COMO UN JUEGO

Por su parte Ana R. Flores, directora de Petit Style e impulsora de la pasarela de moda infantil Petit Walking Show, lidia a diario con padres e hijos: «No te voy a negar que muchos quieren ser modelos porque es lo que quieren sus papás, pero también te digo que un niño que no quiere hacer unas fotos se nota; y puede funcionar un día, pero al siguiente no. No saben fingir, no da resultado», señala.

«Lógicamente la mayoría comienza por una decisión que toman sus padres, pero a casi todos les gusta porque es algo divertido. Si por el contrario no quieren, acaban dejándolo. Las agencias vigilan muchos estos comportamientos y no contratan a niños que no quieran hacer estos trabajos. Y los papás, como en todos sitios, en algunas ocasiones hay que llamarles la atención pero en la mayoría de casos son respetuosos y saben que dejar hacer al equipo es lo mejor para los niños», continúa Flores.

Además, apunta a un factor imprescindible: «Los niños lo viven todo como un juego. Generalmente hay más peques en la sesión, con lo cual se lo toman como algo divertido: están con amigos y trabajan con gente muy profesional que hace que sea ameno. Por ello es fundamental trabajar con equipos especialistas en tratar con niños. No es un trabajo que pueda ser muy exigente porque no puedes pedirle a un niño que esté más de tres o cuatro horas haciendo lo mismo. Se para, se descansa, comen, juegan, luego sigues… Son niños. Los más mayores son muy profesionales y saben perfectamente lo que hacen y ponen mucho empeño en ello».

Por favor, que alguien le diga a Abigail que es bella.
Por favor, que alguien le diga a Abigail que es bella.

 

Por su parte, la psicóloga Sofía Alonso muestra sus reservas, especialmente cuando la exposición sucede en un medio de gran difusión como la televisión: «No debemos olvidar que son niños, aunque hagan un trabajo de mayores. Es fundamental que haya un adulto con la cabeza muy fría capaz de hacerle entender a su hijo que de verdad lo importante es participar, y no siempre es fácil porque el mismo espectáculo les lleva a creerse que son importantes. Conseguir que tengan los pies en el suelo es básico».

Entonces, ¿negamos a los niños que trabajen como modelos, que sean actores, que participen en un concurso de canto o de cocina? Ambas psicólogas son muy cautas al respecto: «Si habéis decidido iniciar una aventura de este tipo, lo fundamental, de entrada, es estar ahí para tu pequeño/a, física, mental y emocionalmente, enseñándole a superar las decepciones y a gestionar los éxitos, demostrándole que es mucho más que esa canción, o ese gol, y que seguirá siendo maravilloso el día que no cante o no golee, o cuando lo haga solo ante los abuelos. Luchar por él para que sus horarios estén compensados, haciéndole entender que es especial porque es nuestro/a hijo/a, independientemente de que cante o haga vasijas de barro, haciéndole entender que existen unas normas que tiene que cumplir (porque no por actuar o modelar está exento de responsabilidades), y lo contrario, que no por cantar o modelar pierde el derecho a sentirse como un niño. Nada más… y nada menos», aconseja Ana Saro.

Por su parte, Sofía Alonso añade: «Intensidad. Es importante, si nos decidimos a ir por este camino, plantearnos cuánto tiempo, cómo y hasta dónde vamos a llegar. Consensuar unas normas con nuestros hijos y tratar de no sobrepasar ciertos límites».