Si durante años perdiste la ilusión por la Navidad por culpa de las interminables comidas familiares, los atracones de dulces y el calvo de la Once, esta vez, verás las cosas de otro modo. No, no te librarás de coger un par de kilos a la salud de San Roscón y Santa Panettone, ni de que tu tía te pregunte si, por fin, has encontrado a «un chico interesante» (cuando en realidad lo que quiere decir es: «un chico», a secas). Esta Nochebuena, podrás quitarte la etiqueta de ‘single’, cuando entre canapé y canapé cuentes que has conocido a alguien en… la cena de Navidad de la empresa.

Si Bridget pudo... tú también deberías. Foto: fotograma de la película 'Bridget Jones'
Si Bridget pudo… tú también deberías. Foto: fotograma de la película ‘Bridget Jones’

Quién te iba a decir a ti, a estas alturas de la película, que estas reuniones nocturnas, con los compañeros de trabajo y alcohol de por medio, iban a ser el mejor escenario para toparte con el perfecto heterosexual, también conocido como el nuevo lince ibérico.

Cuando pasas de los 30 y eres soltera después de varios años de relación, te encuentras con que las cosas no son tan fáciles como cuando tenías 18 años y cualquier chico medianamente mono era el candidato perfecto para ocupar tu corazón. Ahora, tras una temporada fuera del mercado, sales a un mundo nuevo, un mundo lleno de hombres gays, hombres felizmente casados, separados que no se quitan la mochila de la pena ni para ir al baño o Peter Panes de la vida que echan a volar al País de Nunca Jamás Sabrás de Él cuando la cosa se pone seria. Pero no desesperes amiga, porque ahora llegan las cenas de Navidad y esta puede ser una gran oportunidad para avistar heteros buenorros.

Aunque las cenas de Navidad no son lo que eran. Esto es un hecho. Antes las empresas cerraban discotecas o te llevaban fuera un fin de semana entero, ahora te invitan a una comida o a un cóctel y las copas te las pagas tú y así evitan las responsabilidades que se derivan de la cogorza comunitaria. En fin, que es el momento de hacer los deberes y pensar en tu top 5 de buenorros de la ofi.

Si trabajas en la redacción de una revista femenina como yo, lo tienes bastante complicado querida; los pocos hombres interesantes son gays, emparejados con (¿adivina?) otros apuestos y elegantes gays del sector. Un panorama poco alentador y sobre todo frustrante si todavía no tienes entrenado el radar ‘homosexual a la vista’. Aun así, si nos paramos un momento, incluso en los escenarios más catastróficos hay rayos de esperanza. Este sería el ranking en mi caso:

Hugh Grant: Peter Pan dentro y fuera de la pantalla. Foto: fotograma 'Bridget Jones'.
Hugh Grant: Peter Pan dentro y fuera de la pantalla. Foto: fotograma ‘Bridget Jones’.

En el puesto número uno estaría el profesor de inglés con pinta de surfero trasnochado. Un clásico que no falla, pero que por su escasez se convierte en el ejemplar más codiciado entre las feminas de la oficina, jefa incluida. Si te gusta tu trabajo y no tienes intención de empezar a mandar CVs después de navidades, mantén tus ojos alejados de su perfecto trasero británico y sus mechas californianas.

Pasamos entonces al plan B de «buenorro número dos»: el vigilante de seguridad. Lo reconozco, puede que ese color de traje pantone 23-F no sea el más sexy del mundo, pero la erótica de los uniformes es más fuerte que yo. Además, es mi principal motivación a la hora de elegir ropa todas las mañanas («¿Qué me pongo hoy para Javi?»). En el nivel tres de mi ranking está el informático; un pseudo friki que debajo de esas camisetas de Star Wars, Walking Dead y El Señor de los Anillos esconde un potencial que, estando el mercado como está, no se debe desaprovechar. Cuatro, el repartidor yogurín, aunque todavía no he confirmado su tendencia sexual y cinco… sé que no debería decirlo, pero creo que a mi jefe le hago tilín.

Claro que las listas no sirven para nada. Luego llegas allí toda mona, te dicen que “qué guapa estás, no pareces tú” (chica, ni que a la oficina fueras en chándal) y después de la tercera copa, mucha risa y mucho roce. Los casados se empedan a tope porque es “su día libre”. Los guapos se van pronto porque tienen “otra cita”. Pero siempre se queda el baboso, cuya novia es tu amiga, y que te atrapa contra la pared pidiéndote un beso con los topicazos más aburridos ever. O también puede pasar, como sucedió en mi empresa el año pasado, que lo que parecía un cóctel inocente se convirtió en Sodoma y Gomorra: Tercera Parte.

Si no quieres hacer el ridículo. Evita saltar a cualquier tipo de escenario. Foto: fotograma de ''Bridget Jones'
Si no quieres hacer el ridículo. Evita saltar a cualquier tipo de escenario. Foto: fotograma de »Bridget Jones’

La convocatoria era en un sitio oscuro como un after hour, perfecto para disimular los recortes de ese año en el presupuesto del catering. ¿El plan? Tomar algo rápido y estar en casa antes de las 11h30. Las bandejas empezaron a salir a cuenta gotas, una espera que intenté compensar con más visitas a la barra. La gente bailaba… todo normal. Y de repente me encuentro con mi jefe contándome aquella vez que le fue infiel a su mujer, ¡a mí! Jesusito de mi vida, ¿qué he hecho yo para merecer esto?

Consigo escaparme con la excusa de ir al baño. Y me paran los de Comercial que balbuceando me cuentan que han hecho una lista de las tías más buenas del edificio. Y yo, por supuesto deseando escucharlo; esperando estar por lo menos en el top 5 (¡qué menos!). Pero ni con esas. Me dicen que la primera es una informática a la que yo llamo ‘La mujer gris’. No puedo seguir allí, están demasiado borrachos para hacer esa elección, por favor. Decido salir a fumarme un cigarro. Y entonces allí, fuera en la calle, me encuentro con ‘La mujer gris’ sin su jersey de cuello vuelto, pletórica, metiéndole la lengua hasta la traquea a mi Pantone 23-F. Y solo se me ocurre pensar: «Si ella liga, tú nena haz el favor de entrar ahí y como decía Tennessee Williams: ‘Levántate y Brilla».

Si ves que tu jefe se pone demasiado cariñoso. ¡Sal corriendo! Foto: fotograma de 'Love Actually'
Si ves que tu jefe se pone demasiado cariñoso. ¡Sal corriendo! Foto: fotograma de ‘Love Actually’

Voy al baño, me quito la coleta, repaso morros con mi súper pintalabios a prueba de bombas y entro a por todas. Observo a mi alrededor. Nada por aquí, nada por allí. El típico chico de marketing con tablas en eso de vender cosas viene a comerme la oreja y confesarme que soy la mujer más sexy del equipo (debe ser que no le van los cuellos vueltos). Pues muy bien. Todos mis colegas se ponen a cantar Cali y el Dandee agarrados en corro y yo… yo… veo a un camarero pasable y me lo llevo al ropero con la excusa de que no encuentro mi abrigo.

Por supuesto, acabé liándome con él (jovencísimo, eso sí) y a última hora tuve que esperar escondida en el cuarto de baño hasta que terminó su turno para que mis compañeros no me vieran salir acompañada. ¡Ays! Lo peor fue llegar al día siguiente con la misma ropa pero, a cambio, me quité de encima los típicos remordimientos de liarte con alguien de la ofi.
Moraleja: Si estás soltera aprovecha las cenas que ahí el ligoteo está latente. Pero cuidadín con quién te lías, que lo último que queremos es que lo hagas con el compañero inadecuado y te conviertas en la protagonista de Atracción Fatal 2.