Amigas, después de pasearme por Madrid un 14 de mayo a 30 grados a la sombra, me tengo que rendir a la evidencia: el verano se acerca. Y ya sabéis lo que decían Sonia y Selena, “cuando llega el calor, los chicos se enamoran, es la brisa y el sol”. ¿Os vengo a hablar de los amores de verano? Pues mira, NO, -una empieza a creer que son una leyenda con menos posibilidades de realizarse que encontrarse al monstruo del Lago Ness-, pero es que, aparte de que mencionar a Sonia y Selena siempre es un punto a favor, resulta que, si nos fijamos bien, descubriremos que los amores veraniegos no eran más que una excusa para que las dos cantantes hablaran de su verdadero sueño de verano: “fuego en mi cuerpo, música y pasión, te tengo en mi mente, pura obsesión… Yo quiero bailar toda la noche”. ¿De qué están hablando? DE LOS FESTIVALES DE VERANO (aplauso por haber conseguido utilizar una de las mejores canciones del mundo mundial para hablar de lo que a mí me da la gana).

¡Qué bonitos los festivales de verano! © Cordon Press
¡Qué bonitos los festivales de verano! © Cordon Press

Los festivales se han convertido en una opción a la que gran parte de la sociedad tiene echado el ojo para aprovechar una escapadita o unos días de verano y unir música, fiesta y todo tipo de varietés. Su pistoletazo de salida oficial viene marcado en torno al SOS 4.8, celebrado en Murcia el primer fin de semana de mayo, y cierra temporada en Madrid, con el Dcode el segundo fin de semana de septiembre. Entre ambas fechas, una ingente cantidad de festivales de norte a sur, de este a oeste, de todos los colores y formas, siempre y cuando no decidas hacer las maletas y poner rumbo a uno de los cientos de macroconciertos que se celebran más allá de nuestras fronteras hey, gente de Coachella, haced así con la manita, que veamos que todos seguís vivos.

No hay Comunidad Autónoma que se precie que no tenga su festival. De por sí, bien podríamos hablar de la burbuja de los festivales, porque ya hemos perdido la cuenta de los carteles que hemos visto anunciados a estas alturas. Es más, hay muchas probabilidades de que el pueblo de tus abuelos esté a punto de anunciar su propio evento musical: “Calarrubias de la Serradilla Sound Festival”. Como si lo viéramos –y como si el pueblo existiera-.

El caso es que, vayas donde vayas, en todos los festivales, y decimos bien, TODOS, hay una serie de cosas que siempre se cumplen. No falla. Es matemático. Por eso, como buenas personas que somos, queremos que sepas a lo que te enfrentas. Así que con cariño y alegría –y con muchos festivales a nuestras espaldas como experiencia- te damos las claves básicas para saber qué vas a vivir en un festival:

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Ilustración de `Manual del perfecto festivalero’, un libro en forma de guía con todo lo que necesitas saber (y nunca imaginaste) sobre los festivales. © Cortesía de Lunwerg / Manuel Brutal
  • Da igual a la hora que vayas, siempre será deshora.

Si llegas muy pronto al festival (de ahora en adelante, «festi», para sonar como una insider más) para evitarte la cola al recoger tu pulsera, aún no habrá ni dios en el recinto y te querrás morir bajo el sol de justicia. Si llegas tarde, te vas a comer una cola de tres pares narices y es posible que te pierdas las primeras canciones de uno de los grupos que querías ver. Se siente amiga, es lo que tiene apurar hasta última hora. Pero tranquila, que puedes tomártelo con humor y con dos copazos a las puertas del lugar. Y esto nos lleva al punto dos.

Aglomeraciones-aglomeraciones-aglomeraciones.
Aglomeraciones-aglomeraciones-aglomeraciones.
  • Antes de entrar al festi, se hace botellón. 

Y se hace en la explanada. ¿Qué explanada? La de delante del recinto, la del aparcamiento del centro comercial en el que todo el mundo compra hielos o en la explanada del salón del apartamento que habéis cogido entre 8. Sea donde sea, el botellón en explanada es sagrado. Y por qué, te preguntarás. Pues porque…

¿Has avistado un secarral? Enhorabuena, puedes celebrar un festival.
¿Has avistado un secarral? Enhorabuena, puedes celebrar un festival. © Cortesía de Lunwerg / Manuel Burtual
  • El precio de las copas es un poquito exagerado.

Con la tontería de que haces el desembolso inicial de dinero a cambio de tokens –unas fichitas monísimas que son el dinero oficial del festival-, luego no te paras a pensar que fácilmente por un ron-cola te han cascado nueve pavos. A ver, es verdad que en el garito de moda de tu ciudad te cuestan igual y ahí no pones pegas. Pero mientras en la discoteca entras a las 2 y sales a las 6 de mañana, en un festival entras fácilmente a las 8 de la tarde y no sales hasta las 7 de la mañana. Y claro, si te pones a hacer cuentas por muy de letras que seas vas a darte cuenta que los números se te ponen un poco cuesta arriba. Al final apostarás por los minis de cerveza o calimocho, y los opcionales chupitos de Jagger, el caprichito de la noche.

 

  • Te tirarás/tirarán las copas encima.

Y encima suma esto (que también pasa por la noche en el garito de moda, vale). Que cuando no eres tú, que estás desatada bailando y te tiras el copazo encima, es un colega que pasa arrollando y te vuelca el vaso. No te lleves tu ropa más chic, porque lo más seguro es que vuelva cubierta de alcohol y otros elementos no identificados –por tu bien-.

Las copas están para derramarse (sí, aunque se coticen a precio de oro). © Cordon Press
Las copas están para ser derramadas (sí, aunque se coticen a precio de oro). © Cordon Press
  • Fliparás con la chica en tacones. 

Porque siempre hay una chica en tacones. Es algo difícilmente explicable porque, ya sea en hierba o en asfalto, son muchas horas de pie por delante incompatibles con 12 centímetros bajo los talones. Pero en todas partes hay alguien que se viene arriba (en este caso, literalmente) con la adversidad. Enhorabuena, estamos impresionadas.

Camiseta de algodón (punto extra si lleva mensaje o flecos), short y bolso cruzado: en Bershka se saben de memoria el dress code perfecto para acudir a un festival. © Cortesía de Bershka
Nada de tacones y minivestido. Mejor camiseta de algodón (punto extra si lleva mensaje o flecos), short y bolso cruzado: en Bershka se saben de memoria el dress code perfecto para acudir a un festival. © Cortesía de Bershka
  • Aunque fliparás más con el tío sin camiseta.

Y no por sus músculitos, no, sino porque el jodío no conoce normas de decoro ni formas y, sudado como un cerdo, no tiene problemas en quedarse medio en bolas con tal de estar de fresco. Y claro, por muy buenorro que esté, cuando te roce y notes esa humedad pegada a tu brazo… em, te vas a morir del asco.

"Que no se me acerque, ¡por favor!"
«Que no se me acerque, ¡por favor!»
  • Se van a solapar varios de tus grupos favoritos mientras se te plantean espacios en blanco con grupos que ni siquiera has oído.

Por algo cuando se anuncian los horarios de un festival hay jaleo. Y tú vas a vivirlo en primera persona, porque tus dos grupos favoritos van a coincidir a las 2:30 de la noche, mientras que de 12 a 1:30 has estado pajareando entre escenarios viendo a gente que no te interesaba demasiado. Es la maldición de los festivales. Asúmelo ya, y hazte un buen planning, para establecer prioridades.

 

  • Alguien te tapará la visión del escenario.

No falla. Da igual en qué sitio te pongas, da igual que seas alta o baja, siempre (¡SIEMPRE!), te tocará delante alguien más alto que tú que no te dejará ver nada. Y si no es una persona, son DOS, porque ahí está la chica aupada a hombros de su cari. Un novio admirable, porque carga con ella más de la mitad del concierto. Búscate otro huequito, porque aquí no tienes posibilidades.

Te cruzarás con muchas Paris Hilton en versión patria. Asúmelo. © Cordon Press
Te cruzarás con muchas Paris Hilton en versión patria. Asúmelo. © Cordon Press
  • Y al lado te tocará la que se sabe todas las canciones… y las canta.

Hay incluso posibilidades de que se las sepa mejor que el propio grupo. Y, por supuesto, de que cante a un nivel tan increíblemente alto que te haga dudar: «¿El cantante está haciendo playback porque en realidad la voz que suena en todo el recinto es la de mi derecha?». Relájate, que con un poco de suerte a la cuarta canción se ha quedado afónica. O alguien le ha dicho que se calle de una puñetera vez.

 

  • Vas a pisar charcos de pis.

¿Has dado una arcadita? Pues no te queda ni nada, guapa. Los baños de los festivales son el infierno en la tierra o algo muy parecido. Y ese infierno se extiende por las inmediaciones de los mismos en forma de charcos. ¿Cómo se salen del baño en semejantes volúmenes cúbicos? No tenemos mucha idea, y no queremos saberlo. Pero nos vemos obligados a prevenirte: ni se te ocurra llevar chanclas a un festival. Lo decimos por tu salud. De verdad. No lo hagas, unas Converse quedarán también divinas con esa coronita de flores.

Alessandra Ambrosio y sus ideales amigas se saben la lección: mucho short y mucho fleco, pero a los pies mejor unos botines cerrados. © Cordon Press
Alessandra Ambrosio y sus ideales amigas se saben la lección: mucho short y mucho fleco, pero a los pies mejor unos botines cerrados. © Cordon Press
  • Los baños van a dar mucho asco. 

Si los charcos de las inmediaciones te dan ganas de vomitar, cuando entres a ese cubículo vas a sentir que la vida no tiene sentido. No te vamos a dar ningún tipo de descripción, porque capaz eres de aguantarte el pis toda la noche y no queremos ser responsables de que te reviente la vejiga. Solo te avisamos que vayas preparada para todo lo malo. Aunque no todo el mundo tenga tantos remilgos, porque en breves descubrirás que…

Ay.
Ay.
  • Siempre habrá alguien usando el baño para otros menesteres.

Y con otros menesteres, sí, nos referimos a relaciones sexuales. Vamos, que no hay festival en el que no haya una cabina de baño agitándose como si estuviera centrifugando.  Te preguntarás muchas cosas. Por ejemplo, ¡¿CÓMO?! ¡¿CON TANTA MIERDA QUE HAY EN TODAS PARTES?!

¿Un baño centrifugándose? Mejor aléjate por donde has venido, sin mirar atrás. Y no preguntes.
¿Un baño centrifugándose? Mejor aléjate por donde has venido, sin mirar atrás. Y no preguntes.
  • Una de tus canciones favoritas te pillará en el baño.

Precisamente porque la gente utiliza las cabinas para otras cosas (más allá de hacer pis), pasarás mucho tiempo esperando. También el momento en el que escuches los primeros acordes de tu canción preferida. Es un momento jodido, porque sucederá cuando te halles en una postura indecorosa e incómoda. ¿Y qué haces, dejas de contener la respiración para cantar? Ni se te ocurra. No dejes que ni una gota de ese olor entre en tus pulmones.

 

  • Gente a la que no conoces de nada charlará contigo y nunca más sabrás de ella.

Es un momento maravilloso de unión y confraternización que dura una media de 10 segundos. Disfrútalos, que son esas cosas las que recordarás cuando cuentes cómo viviste tu último festival.

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Enajenación colectiva.

 

  • Vas a esperar el tiempo que sea necesario por un perrito caliente o unas patatas.

Cuando el hambre aprieta, no hay colas infinitas que te echen atrás. Y aquí el hambre aprieta muy fuerte, que son muchas horas de desgaste saltando y bailando.

La sandía queda mejor en foto, pero ni lo intentes. El cuerpo solo te pedirá comida basura y grasa. © Cordon Press
La sandía queda mejor en foto, pero ni lo intentes. El cuerpo solo te pedirá comida basura y grasa. © Cordon Press
  • Vas a aguantar hasta el cierre, por muy reventada que estés.

Y vas a bailar como no pensabas que fueras capaz de bailar. A ti, que no te gustaba la electrónica, vas a conocer el mundo del cierre de fiesta, que es uno de los mejores momentos del festival. En serio, aguanta, porque te lo vas a pasar genial.

 

  • Vas a llegar a rastras a tu casa.

Y vas a llegar con las zapatillas llenas de suciedad, con la ropa llena de lamparones, tiritando del fresquete, sin voz y maldiciendo que el teletransporte aún no sea una realidad. Pero vas a ser tan, tan feliz por lo que has vivido, que a la mañana siguiente no recordarás más que la parte buena de la aventura.

Nota para los que van al camping: A las 9 de la mañana estarás en pie, porque tu tienda de campaña se ha convertirá en una sauna desde el tercer minuto de solazo. Con un poco de suerte, en tres días dormirás poco más de cuatro horas (en total). ¡No me digas que eso no es aprovechar el tiempo!

Tras un fin de semana de festival... © Cordon Press
Tras un fin de semana de festival… © Cordon Press

Y además: Los personajes que encontrarás en cualquier festival, en nuestra galería.

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