Cuando se tienen más de 400 conciertos a tus espaldas parece imposible que todavía haya escenarios capaces de dejarte con la boca abierta. Pero a los chicos de Supersubmarina la vida todavía les tiene reservadas muchas sorpresas. Algunas, la mayoría, se quedarán como anécdota interna para recordar mientras viajan hacia su siguiente bolo. Otras, como la de hoy, prefieren compartirla desde el primer minuto con sus fans, los verdaderos responsables de que su música saliera de su Baeza natal para sonar ante miles de personas. Eso sí, son muchos menos, 40 en total, los afortunados que han tenido la suerte de viajar hasta Vigo para escucharles de cerca, en acústico y en un lugar en el que nunca antes nadie había dado un concierto: una batea.

© Miguel Riopa
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“No teníamos ni idea de qué era una batea cuando Red Bull nos hizo la propuesta”, reconoce Chino, el líder de la banda, que habla en exclusiva con Grazia después de tocar durante una hora en esta típica plataforma de madera flotante en la que se crían los riquísimos mejillones de la ría de Vigo. “Pero como queríamos hacer algo especial y diferente para agradecer a nuestros seguidores su apoyo, ni nos lo pensamos: había que aceptar el reto. Además, como el año pasado ya hicimos algo parecido con Red Bull en la Sierra de Cazorla, muy cerca de nuestro pueblo, confiábamos plenamente en ellos”.

© Miguel Riopa
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El resultado ha sido lo que el grupo ha querido llamar ‘Concierto orgánico’. Un set íntimo y cercano en la que la banda interpretó tanto temas de Viento de cara, su último álbum, como de anteriores como Elástica Galáctica o El Encuentro, que hacía tiempo que no estaban en el repertorio de sus conciertos. ¿Lo mejor? Que todas las canciones habían sido versionadas para adaptarlas específicamente a este formato acústico en el que no se usó ningún tipo de amplificación. “Hemos estado casi un mes probando canciones hasta encontrar las adecuadas”, confiesa Pope. “El proceso ha sido largo porque digamos que hemos tenido que coger temas que teníamos muy cocinados en directo para volver a ponerlos en crudo y desnudarlos”, completa Chino. “No teníamos ni idea de si acabarían funcionando o no, pero lo cierto es que, para que no se te vaya la cabeza en este mundillo, es necesario, de vez en cuando, salir de tu zona de confort y sentir la adrenalina de la inseguridad y el riesgo”.

Aunque, a juzgar por la devoción de sus fans, lo cierto es que la partida estaba ya ganada antes de empezar a tocar la primera nota. Al fin y al cabo, allí estaban sus 20 mayores seguidores y sus respectivos acompañantes. Chicas y chicos que, después de participar en un concurso en el que tuvieron que demostrar su pasión por la banda para asegurar su plaza en el concierto, habían llegado a Vigo desde Madrid sin saber cuál era su destino.

© Miguel Riopa
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Porque esa era otra: el concierto, además de orgánico, era secreto. Sólo cuando los participantes llegaron en barco a la batea después de un día de pruebas en una playa cercana, supieron el destino. “El viaje hasta aquí ha sido largo pero lo haríamos todas las veces que hiciera falta”, nos cuentan muy excitadas Ángela y Cristina, dos hermanas de Murcia. “Acostumbradas a sus otros conciertos, poder verles así tan de cerca y siendo tan majos es un lujo. Algo increíble”. Y eso que todavía no sabían lo que venía después: una cena con la banda en la que compartieron confidencias, fotos, discos firmados y algún que otro premio como entradas VIP para su concierto en el festival Dcode de Madrid el próximo mes de septiembre.

© Miguel Riopa
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¿Lo que más nos llamó la atención? Lo natural que fue todo. O mejor dicho, lo orgánico. Ni rastro de los llantos ni de los histerismos ni de los gritos habituales en este tipo de encuentros. Solo un grupo de amigos celebrando la vida y el momento. “La verdad es que nuestra relación con las fans siempre ha sido bastante normal”, confiesa Chino cuando le preguntamos qué es lo más bestia raro que le ha propuesto nunca una seguidora. “Bueno, una vez en un concierto nos enseñaron una pancarta en la que una chica nos ofrecía su virginidad a cambio de una baqueta del batería”, apunta Pope entre risas consciente de habernos revelado una de esas anécdotas internas de las que antes hablábamos. “Pero no es lo normal”, sentencia Chino para inmediatamente después incidir en las ganas que tienen todos de repetir experiencia el año que viene.  “Estamos impacientes por saber qué nos tendrá preparado Red Bull. ¿Un concierto en la Bahamas? ¿En Puerto Rico? Por pedir…”