Ibiza, Ibiza, Ibiza… Todos los años escuchas a alguien que: 1) Va todos siempre. 2) Es la primera vez que va. 3) ¿A Guirilandia? Yo no voy ni loca. 4) Yo soy más de Formentera (¿?). La mentes donde la mentes, todo el mundo la conoce o ha oído hablar de ella (Olivia Palermo inclusive), da igual el país, el idioma o la raza, y hasta el paisano más de secano ha soñado alguna vez con nadar en sus playas o alcanzar la cala más recóndita. Quizá solo Manhattan sea, como isla, más famosa, pero David gana a Goliat: con apenas 150.000 habitantes, Ibiza recibe cada año a millones de turistas que se reparten en sus más de 350 hoteles y donde la temporada estival cuenta con una ocupación media de casi el 100%.

El barco con el que los #cuttybandistas descubrimos los encantos baleares. © Cutty Shark
El barco con el que los #cuttybandistas descubrimos los encantos baleares. © Cutty Sark

Por eso, cuando desde Cutty Sark nos invitaron a un viaje en velero por Ibiza y Formentera, no nos lo pensamos dos veces, ni media siquiera. El gancho: subir a un barco que remedaba, en su construcción y estilo, los que utilizaban los contrabandistas para hacer llegar a puerto cargamentos prohibidos de alcohol en los años 20 (en plena Ley Seca), momento en el que nació este whisky. El objetivo: conocer algunos de los lugares que han recorrido, este agosto, los 16 ganadores del concurso organizado por la marca y que, bajo el hashtag #cuttybandistas, han circunnavegado ambas islas a cuerpo de rey.

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¿Se puede hablar más de Ibiza sin repetirse? No lo sabemos pero, al menos, lo vamos a intentar. Tras un esfuerzo titánico, un trabajo agotador en el barco y, sobre todo, una profesionalidad fuera de toda duda para catar playas, chiringuitos, calas, combinados, comidas, discotecas y baños en alta mar para que no os falte ni un gramo de información, he aquí cuatro lugares que nos han cautivado por alguna razón especial. Si tienes la suerte de pasar por las islas en lo que queda de verano, ¡no te los pierdas!

 

Por ser la novedad: Heart
Realmente, mucho corazón (y paciencia: 10 años de gestión) tuvo que echarle el sacrosanto Ferran Adrià, su hermano Albert y el fundador del Cirque du Soleil, Guy Laliberté, para que este invento gastronómico-circense viera la luz. Aquí Ibiza ganó también (esta vez, realmente) a Nueva York y el antiguo Casino de la isla, en terreno del Ibiza Gran Hotel (Gran Lujo, 5*), se llevó el gato al agua. Y, por lo que se respira en sus dos principales espacios (el Supper, en la planta baja, restaurante; y Terrace, en la planta alta, terraza + street market), la gran novedad ibicenca de 2015 tiene el llenazo asegurado… siempre que te espabiles y consigas reservar a través de su web.

© Facebook Heart
© Facebook Heart

Nada más entrar, el concepto clásico de restaurante cae a plomo: aquí se come, claro, y en mesas debidamente organizadas y atendidas casi al segundo por el numeroso personal. Pero también se espera, expectante, un espectáculo cada 10 minutos: lo mismo puede ser la proyección de la creación en tiempo real de un cuadro a base de acrílicos, carmín y tecnología proyectada sobre una inmensa screenwall, como un concierto de bossa o un cuerpo de baile situado en los pasillos que paraliza el bocado a cambio de contorsiones rítmicas y cuerpazos igual de apetitosos. Mientras, de la cocina, abierta y en plena ebullición, van saliendo las creaciones del maestro. Todo, protegido por la arquitectura de Patricia Urquiola y obras de arte de distintos autores contemporáneos (que, por cierto, están a la venta).

© Facebook Heart
© Facebook Heart

La planta de arriba (Terrace) es un gran espacio al aire libre en el que distintos puestos de comida internacional se intercalan con espacios en los que charlar, socializar, mirar y ser mirado. El mecanismo es sencillo: puedes tomar una copa (echa un vistazo a los precios…) o puedes cenar. Por 80 euros recibirás una serie de fichas (homenaje al Casino que ocupaba antes el lugar) que podrás gastar en los distintos puestos fijos y móviles e, igualmente, disfrutar de los espectáculos y performances que cada cierto tiempo brotan en algún punto de sus 1.500 m2.

Pasada la medianoche hay que volver abajo: el restaurante se ha convertido en un club en el que los espectáculos del Cirque du Soleil tamaño mini tienen aún más sentido rodeados de música digna de la isla. Con esto, no es de extrañar que todo famoso que se precie ande pululando por aquí…

 

Por exclusivo: At Pikes Hotel
La exclusividad de este lugar no viene solo porque, sin invitación, da igual quien seas que no entras (que también); parte de ella se la otorga el aire de hedonismo, sensualidad y falta de pudor que se palpa y se respira nada más entrar. Sin gente, esta mezcla de hotel-discoteca-karaoke-bar podría ser la foto fija de la Ibiza de los últimos 30 años: en el interior de sus espacios, ciertas construcciones, lo anclan en el tiempo.

Su origen se encuentra inmediatamente en una pequeña caseta que sirve de recepción tapizada por fotografías de las grandes estrellas del rock y del cine de los 80 y 90, y en las que en 9 de cada 10 aparece un señor llamado Tony Pike, su creador. Visitante fijo de la isla, decidió recrear en una antigua construcción isleña un reducto exclusivo y, sobre todo, alejado de las miradas indiscretas, para estrellas de la talla de Freddy Mercury, Grace Jones, Julio Iglesias, Naomi Campbell o los Bon Jovi, que aquí podían respirar más libremente. Ese aire de exclusividad (ya sin su lectura más subrepticia de excesos y descontrol) te rodea nada más llegar.

© Pikes Hotel
© At Pikes Hotel

De momento, desde la entrada solo ves senderos ajardinados, palmeras y alguna construcción: desde allí es imposible escuchar la música que, por arte de magia, tras avanzar unos metros, comienza a marcar el ritmo de una fiesta que se extiende, zigzagueante, por distintos espacios: un gran patio de acceso; una sala con DJ; un antiguo jacuzzi hoy sin agua reconvertido en karaoke; un gran salón de paso; la inmensa piscina a los pies de las habitaciones… Aquí puedes desde asistir a una fiesta temática, hasta alquilarlo para un sarao si te dan los amigos y la cartera. Pike no reconocería a ninguna de las caras que hoy vienen a su antiguo templo (ni siquiera la del actor Idris Elba, que hizo las veces de DJ la noche que estuvimos allí), pero sí se sentiría satisfecho de cómo el aire que quiso otorgarle, aún hoy, pervive.

© At Pikes Hotel
© At Pikes Hotel

 

Por paradisiacas: cala Atlantis y Es Vedrà
A quien haya ido a Ibiza, ambos lugares le sonarán, pero no pueden quedar fuera del hipotético mapa de la Ibiza contrabandista. A la cala Atlantis se llega en barco, lo que permite suponer su mínima masificación y la transparencia de sus aguas. El que vaya buscando arena, que se olvide: aquí hay roca arenisca de curiosos volúmenes y formas y sospechosamente geométricas. La razón está en que, parte de las murallas que hoy rodean la ciudad de Ibiza, se extrajeron de aquí. El baño es obligatorio, y quitarte el bikini antes o durante, también.

Al fondo, Es Vedrà. © Cutty Sark
Al fondo, Es Vedrà. © Cutty Sark

Desde aquí se puede ver el islote de Es Vedrà, que tiene dos lecturas. La basada en la belleza de un peñón en medio del mar desde el que ver unos atardeceres alucinantes, y la basada en la leyenda: muchos lo consideran un auténtico polo de energía y lugar de experiencias varias, desde avistamientos ovnis hasta el hallazgo del yo más profundo y personal, vía meditación o vía alucinógenos. No es de extrañar que aún sea un punto de referencia para una comunidad hippie cada vez más residual y que la leyenda sobre todo lo que ocurre a su alrededor (o bajo su lecho marino) aún sobrevuele el lugar.

 

Por no existir el tiempo: Beso Beach
Formentera tiene en la playa de Ses Illetes uno de sus paraísos: tópicos como aguas transparentes y poco profundas, barros reparadores para la piel, arena fina y dorada… todo eso es realidad. Pero la magia (otro topicazo real) de esta parte de la isla no se redondea sin una vista al Beso Beach, chiringuito de categoría superior. Si vas durante el día, los mojitos de hierbabuena o fresa no pueden faltar; si vas a la hora de la comida y, sobre todo, de la cena, el arroz con bogavante es obligado. A pesar de todo, echa un vistazo a la carta: sus cocineros son vascos y mezclan la gastronomía de su tierra con la mediterránea. Si culminas el día sentado a su mesa y, después, de pie con un buen cóctel y música ambiental, no olvides que antes puedes ver una puesta de sol única sobre el mar con los barcos fondeados en el horizonte. 

© Beso Beach
© Beso Beach