Buscar billetes de tren, bus o avión asequibles, peinarte toda la colección de vestidos de fiesta para encontrar uno que ‘dé el pego’, alojarte en un hotel ‘cuqui’, pero por menos de 50 euros la noche… Esta es la cruda realidad de quién se enfrenta a la maravillosa (pero cara) experiencia de acudir a toda una temporada de bodas en nuestro país. Que no sea la tuya, claro está.

Todo sea por los bailoteos del fin de fiesta.

Sin embargo, todo cambia cuando te llamas Meghan Markle y eres la novia del príncipe Harry de Inglaterra. (Además de actriz en la serie Suits.)

Lectoras, Meghan. Meghan, lectoras.

Hechas las presentaciones oportunas, decir que Meghan y Harry han acudido recientemente a la boda de unos amigos en Jamaica (ya la cosa empieza bien) y no se han privado de nada. A continuación, una guía práctica de cómo será tu experiencia casamentera si vas del brazo del príncipe Harry.

Harry, contigo a una boda o donde tú quieras… © Getty Images
  • Viajar hasta Jamaica (será maravilloso)

Olvídate de ir a bodas en Salamanca, Toledo o Lepe. Harry y no el sucio tiene amigos así de estupendos que se dan el ‘sí, quiero’ en enclaves tan paradisíacos como Jamaica.

Así reaccionó Meghan cuando Harry la invitó a la boda. Fijo.
  • Y más maravilloso aún es hacerlo en avión privado

Mientras que Harry no puede hacer uso de aviones privados cuando se trata de viajes personales (inconvenientes de formar parte de la realeza), Meghan voló desde Toronto a Montego Bay en un jet propiedad de unos amigos del príncipe. Su novio la esperaba allí con los brazos abiertos (y dolor de espalda) después de haber viajado de Londres a Jamaica en clase economy en un avión de la compañía Virgin.

Esperamos que no se encontrara con la típica niña hiperactiva.
  • Una estancia presidencial

Meghan puede presumir de haberse alojado en The Round Hill Resort, un exclusivo y lujoso complejo en el que pasaron parte de su luna de miel John Fitzgerald Kennedy y Jackie Kennedy.

Puedes llorar, tranquila.

Además, para que la pareja tuviera intimidad el príncipe Harry reservó una de sus villas privadas con dos piscinas, sala de juegos, bar y servicio las 24 horas del día. Un capricho a 6.000 euros la noche.

Una villa como ESTA. Coge más pañuelos, anda.

Y por si no fuera poco, todas las villas y suites de este resort fueron decoradas por Ralph Lauren.

Ralph eligió estos muebles. Exacto.
  • Un vestido de pasarela

Para la ocasión, Meghan escogió un diseño de Erdem de su colección Pre-Fall 2017. Lo típico, vaya. Ah, no confundas. Es la chica de la derecha.

¿El precio de este precioso modelo? 1.200 euros de nada.

  • Guardaespaldas a gogó

Si Whitney Houston confió su seguridad a Kevin Costner, el príncipe Harry ha sido algo más esplendido. Un total de cinco miembros de seguridad acompañaron a la pareja en este viaje de ensueño.

No te pongas celoso Kevin. Tú siempre serás nuestro preferido.

Guardaespaldas que, por cierto, también se alojaron en una de las villas. ¡Envidia!

Sin embargo, para que no te quedes con un mal sabor de boca, te relato todo aquello que Harry y Meghan (casi) seguro que no han hecho en esa boda.

  • Gritar «que se besen los padrinos»

Un mítico de los enlaces de ayer, hoy y siempre.

A los novios no hace falta gritárselo.
  • Llevarse el centro de flores de la mesa

No es robar, es tomar prestado algo que los novios no van a utilizar. Además, que no los hagan tan bonitos si no quieren que nos los llevemos.

Así, con discreción. A lo Lindsay Lohan.
  • Intercambiar el regalo de los novios con otra persona

Lo típico que te toca el chal rojo y tú lo quieres azul.

Tampoco hace falta llegar a esto.
  • Decir el mítico «te invito yo a las copas»…

… cuando hay barra libre.

Y de lo de llevarte una petaca ya ni hablamos.

Además, lo importante es que el chico que te acompañe a una boda sea un príncipe para ti.

Lo sé, este final me ha quedado MUY cuqui.