El próximo 10 de febrero se estrena la segunda película de la saga más exitosa de la historia de la literatura erótica. 50 sombras más oscuras volverá a llenar las pantallas de un sado light y sensual, con un aún más atractivo Jamie Dornan en el papel de Christian Grey. Las fantasías más inconfesables volverán a aparecer en los cafés con las amigas, las copas del fin de semana y, también, en clase de yoga. O, al menos, en algunas de ellas.

Interesante, cuéntame más.

Y todo porque, precisamente, es el yoga la última disciplina en adoptar la sensualidad masoquista de Cincuenta sombras de Grey. Cueros, látigos, fustas y el saludo al sol se unen en sesiones muy particulares, en lo que se ha bautizado como Kink Yoga: una clase de relajación con dominatrix de por medio y mucha, mucha sensualidad. Lo han desarrollado en Sídney y no han sido pocos los australianos que se han apuntado.

Suzie Q, campeona de Australia de Pole Dance e instructora de yoga y meditación; y David, uno de los instructores más experimentados en todas las vertientes de yoga del país, fueron los que lo desarrollaron, creando el Studio Kink. Allí, en un barrio residencial a las afueras de la ciudad, se encargan de impartir las sesiones de esta nueva modalidad. Y no son los únicos. En California existe una modalidad de yoga a través del bondage llamada Medidatative Yoga y, también en Estados Unidos, la sex coach Psalm Isadora ha desarrollado lo que ella llama el OYoga, en el que también aparece el placer tántrico.

¿Esta podrías ser tú en una sesión de Kink Yoga? © Facebook Studio Kink Sydney

Pero que nadie se lleve a engaño, con una estética muy llamativa, los fines últimos de todas estas disciplinas son la relajación y la calma. Con el erotismo como excusa, lo que realmente buscan es lograr una tranquilidad de espíritu total, al igual que en el yoga tradicional. Eso sí, en este caso, permitiendo desarrollar al mismo tiempo diferentes fantasías masoquistas, entre las que se encuentran el bondage, el spanking (cachetadas en las nalgas) o el travestismo. Vamos, lo que viene siendo meditación zen y fetichismo hardcore en una misma sala.

De esto sabe un rato Christian Grey.

¿CÓMO ES UNA CLASE DE KINK YOGA?

Mistress Anna es una de las dominatrix que imparten estas sesiones, además de instructora de yoga cualificada y entrenadora personal. En sus clases se mezclan personas muy distintas, tanto hombres como mujeres, de un rango de edad amplio (desde los 20 a los 70) y con vidas profesionales muy diferentes y corrientes. Pese a ser clases mixtas, cada uno de los alumnos solo interactúa con la dominatrix, que busca crear un ambiente confortable (e incluso amigable, dentro de los límites de la fantasía) y muy seguro en todo momento.

El fetichismo va in crescendo a medida que avanza la clase, en sesiones de una o dos horas. Se comienza siempre con posturas más clásicas del yoga y, poco a poco,  todo se va volviendo más erótico. Vestida de cuero y con su fusta, será complicado encontrar a un instructor de yoga más intimidante que Mistress Ana. Pero, como los clásicos, su objetivo no es dar miedo, sino permitir que sus alumnos puedan beneficiarse de todo lo bueno del yoga siendo ellos mismos, desarrollando sus fantasías. “Se llenan de endorfinas durante la sesión y acaban exhaustos pero encantados”, declara la experta.

A pesar de lo llamativo del vestuario y de la sesión en sí, la realidad es que no se trata de un lugar de encuentro de frikis. Al contrario, es gente de la calle, normal y corriente, la que forma el grueso de los que acuden asiduamente. Personas que, al salir, se van corriendo al bar porque han quedado con sus amigos o a casa a estar con su familia, como en cualquier gimnasio de yoga del planeta.

Cuando decimos llamativo es porque necesitas otras cositas además de los leggins y el top de deporte. © Facebook Studio Kink Sydney

De momento, el Studio Kink de Sídney es único en su género. Quién sabe si Mistress Anna se decidirá a expandirse o a abrir franquicias por el resto del planeta. Visto el éxito de Cincuenta sombras, raro será que no tenga clientes allá donde abra una sucursal.

¿Conseguirá Grey que la dominatrix abra centros por todo el mundo? © Cordon Press