Recuerda cuando eras niña: ese afán por encajar y la maravilla de encontrar a tu mejor amiga del alma, esa hermana gemela a la que amabas y odiabas a partes iguales. Juntas compartíais la infancia y los juegos en el patio del colegio; esas amigas con las que, más tarde, jugaste a pintarte a escondidas de tu madre y a acortarte la falda del uniforme.

También recuerdas a las que hiciste en el instituto y, más tarde, en la universidad. Salir hasta las mil, llorar por un montón de tíos que no merecían la pena, alegrarte porque por todos es sabido que cuando triunfa una, triunfa el equipo; beberte hasta el agua de los floreros… Y luego ir envejeciendo juntas, aunque algunas juren año tras año que esta vez cumplen 29 (ejem). Aunque varias se hayan quedado por el camino, son tus amigas. Las amigas ‘de siempre’, las que forman el núcleo duro de personas importantes de tu vida.

La amistad pasados los 20

 

Pero, ¿solo puede una hacer amigas nuevas cuando está estudiando? Es cierto que pasar un montón de horas encarcelada en un mismo sitio pone las cosas muy fáciles para que surja la amistad, sobre todo cuando se está predispuesta a ello. Y también que, sin duda, las vivencias, esa historia común, unen un montón.

Pero hoy no queremos hablar de las amigas con pedigrí, las que se han ganado a fuerza de años que las consideres casi tu familia, sino de esas otras amigas que te llegan más adelante. A veces las subestimamos porque pensamos que todo es cuestión de tiempo pero, hoy, reivindicamos a las amigas que, despacio y sin hacer mucho ruido, llegan para ocupar un hueco en nuestra vida: hoy brindamos por las nuevas amigas.

© Cordon Press
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1. Las amigas que llegan por el lado de tu pareja:

Da igual que tu pareja tenga un grupo de amigos mixto o que, por el contrario, sea el típico grupo de amigos con testosterona a cascoporro. En algún momento de la vida entran las parejas en él. Es verdad que no tienen que caerte bien los amigos de tu pareja tampoco pero, a veces, descubres que hay gente muy maja con la que tienes muchas cosas en común.

La primera vez que quedas sola con ellas es… raro. Estás como desubicada porque, hasta el momento, todos los encuentros habían sido con mucha gente de por medio y tienes un poco la sensación de estar metiéndote en el terreno de tu pareja pero, pasada la incomodidad inicial, todo fluye. Y, lo que son las cosas, a veces tu pareja se convierte en ex pero estas amistades continúan. ¡Cosas más raras se han visto!

O también puede acabar como el rosario de la aurora...
O también puede acabar como el rosario de la aurora…

2. Las amigas que llegan con la familia:

Tal vez tu hermana haya sido tu mejor amiga desde tiempos inmemoriales. Pero, a veces, descubres su existencia y adquieres complicidad con ella muchos años más tarde, cuando ha pasado de ser ‘esa enana’ a medirse contigo de igual a igual. Es posible también que tengas los mejores suegros del mundo, pero también es posible que no.

Después de muchas comidas con una familia que para ti es más política que familia, cuando tu cuñado lleva por primera vez a su novia es un «¡aleluya! ¡Por fin alguien que me va a entender!». Porque, hasta ahora, nadie se solidarizaba contigo cuando le contabas las rarezas de los padres de tu chico. Es posible que tengas cero química con tu cuñada, pero cuando surge la chispa… ¡es genial!

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3. Las amigas que llegan con las aficiones:

Aunque es posible que con los años no tengas mucho tiempo para realizar eso que cuando eras pequeña llamabas actividades extraescolares y ahora llamas aficiones, siempre hay hueco para hacer algo que te permita desestresarte. Y, a veces, la amistad surge de la manera más imprevisible: cuando estás como tu madre te trajo al mundo en el gimnasio a punto de ducharte y te has dejado el champú, en clase de ballet o en ese coro a capella al que te has apuntado a pesar de que eres consciente de que tienes una oreja enfrente de la otra. ¡De toda la vida, los gustos comunes han unido mucho!

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4. La las amigas que llegan con el colegio (con la segunda parte del colegio):

A veces las puertas de los colegios parecen patios de vecinos en los que la bilis corre. Muchas madres están deseando que sus hijos tengan edad suficiente para evitarse el viaje al cole; otras llegan a la puerta del colegio, lanzan a los niños con el coche en marcha y se van. Pero también ocurre que, de repente, topas con alguien con quien pasas de ser ‘la mamá de’ a llamarte por tu propio nombre.

Y un día te tomas un café con una persona a la que solo conoces porque tu hijo tiene la misma edad que el suyo… y resulta que os caéis bien. Inesperadamente, has hecho una amiga en el lugar en el que menos esperabas, a la que puedes mirar con complicidad cuando aparezca la madre pluscuamperfecta que se matricula en todos los colegios.

complicidad

 

5. Las amigas reencontradas

Hay quienes, afortunados, mantienen a los amigos del colegio. En otras ocasiones, por circunstancias de la vida, acabas por perder el contacto y, de repente, un día, por cosas de Facebook del destino, las reencuentras. Hay que llenar los espacios en blanco, como decía Taylor Swift, y ponerte al día, pero a veces vuelves a hacerte amiga de alguien que lo fue todo para ti cuando eras un mico.

Lo mejor es que, cuando las amistades fueron de las buenas, los cimientos ya los tienes, así que solo habrá que contar los detalles nimios: los novios, los hijos, lo capullo que es tu jefe, lo harta que estás de la vida sexual de tu vecina de arriba…

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6. Tu compañera de trabajo

Al trabajo se va a trabajar, eso está claro. ¿Quién no ha dicho alguna vez muy convencida que al trabajo no se va a hacer amigos? Pero, lo queramos negar o no, pasamos muchas horas esclavizadas atadas a la pata de la mesa trabajando como si no hubiera un mañana y puede pasar que el roce haga el cariño.

Quizá estás rodeada de arpías, pero a veces la vida te regala una persona en la mesa de al lado que no solo te cae bien sino que, al final en el descanso del café, acaba siendo digna de que le cuentes tu última decepción sentimental, lo loquísima que está tu madre o cómo has puesto a tu jefe en la lista negra después de lo que te ha hecho esa mañana. Porque, sí, se pueden hacer amigos en el trabajo. Que no es nuestro objetivo, vale, ¡pero no vamos a quejarnos…!

Tus amigas de la oficina entienden tu drama a diario... ¡Un brindis por ellas!
Tus amigas de la oficina entienden tu drama a diario… ¡Un brindis por ellas!

7. Las amigas que llegan con Internet

Y luego está Internet. Ese sitio en el que puedes encontrar lo mejor y lo peor. Ese lugar en el que pasamos mucho mogollón una pasada de tiempo a veces nos trae gratísimas sorpresas. Gente con la que coincides en algún lugar online y a la que acabas por contarle tu vida, compartiendo un montón de cosas. Hay amistades en línea que nunca saltan de la pantalla (y está bien porque eso que tienes mola y te llena lo suficiente), pero hay otras que la traspasan y acaban convirtiéndose en una relación personal en el sentido menos virtual de la palabra.

Los amigos 2.0 pueden ser geniales y, cuando por fin te ves en persona, puede suceder que o bien sea una gran decepción, o que se estrechen mucho más los lazos. Haber compartido un montón de cosas virtualmente hace que quemes etapas mucho más rápido y puedas llegar a tener unos niveles de intimidad no necesariamente sexual aunque uno mismo con su mecanismo mucho antes de lo que pasaría con alguien que acabas de conocer.

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Al final, toda época de la vida es fantástica para conocer a gente molona. Y si no que se lo digan a Taylor Swift que va dejando un reguero de mejores amigas a su paso

Filosofía Swift: amigas everywhere
Filosofía Swift: amigas everywhere.