La realidad nunca ha sido impedimento para que un fan lleve su fiebre hasta las últimas consecuencias. Al fin y al cabo, el ser humano ha llegado donde está por su capacidad para adaptarse a cualquier medio, por muy hostil que este sea. Evolucionamos porque no aceptamos un no por respuesta y buscamos la solución al problema. A veces se falla en el intento. Otras, encuentras a miles de locos dispuestos a seguirte para que tu sueño se cumpla.

De esto precisamente es de lo que habla Mudbloods, documental deportivo que vendería los mismo valores de superación personal que ensalza cualquiera de su género si no fuera porque sus protagonistas no son ni futbolistas, ni nadadores, ni gimnastas ni baloncestitas, sino auténticos jugadores de quidditch dejándse la piel en el campo por hacerse con la Snitch dorada. Sí, quidditch, has leído bien, el deporte que Harry Potter practicaba subido a una escoba.

Cuando J. K. Rowling comenzó a escribir los primeros esbozos del universo Harry Potter, en el café Majestic de Oporto, su imaginación se quedó corta. Y no hablamos de que años después acabara convertida, gracias a aquellas líneas, en la mujer más rica de Reino Unido por encima de Isabel II. Tampoco a que el castillo de Hogwarts competiría en grandeza e importancia con el de Disney en diversos parque temáticos. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que ese el destino de todas las franquicias que triunfan.

No, lo que imaginación de Rowling nunca valoró fue la posibilidad de que de aquellas novelas naciera una modalidad deportiva real con equipos, normativa e incluso copa mundial anual que reúne a participantes de diferentes países. ¿Cómo iba a pasar si las escobas voladoras necesarias para jugar un partido de quidditch son una utopía? Ahí está el error. Puede que no despeguen los pies del cesped, pero según afirman varios participantes de este deporte, volar sí que vuelan. Al menos en su versión más figurada, ya que tienes que correr mucho para no acabar lesionado en un juego que tiene más en común con el rugby que con un una reunión de frikis locos por el cosplay.

 

 

«Me llevó meses entender toda la estrategia y lo complicado que es”, comenta Farzad Sangari, director y guionista de esta cinta que, tras su paso por diversos festivales, ya puedes descargar legalmente online (no hay estreno comercial previsto en España). “Al principio me parecía ridículo ver a todas esas personas corriendo en público con una escoba entre las piernas, pero me bastó jugar unos partidos con ellos para darme cuenta de lo atléticos e increíbles que  son en realidad”.

 

LA VERDADERA REVOLUCIÓN NERD

Hay que remontarse a 2005 para encontrar los orígenes de este deporte. Fue ese año cuando un grupo de estudiantes de la Middlebury College de Vermont adaptaron el juego de ficción a las características físicas de jugadores reales. Les salió bien la jugada, porque cada año que pasaba eran más y más las universidades que se apuntaban a esta moda –de hecho fue en la UCLA de California donde Sangari estudiaba y en la que vio su primer partido– hasta que, ante la demanda, se hizo necesario redactar unas normas oficiales para que todos las siguieran, así como la creación de una federación que regulara los partidos y defendiera sus valores en el mundo.

© Mudbloods.

En la actualidad, más de 150 equipos compiten solo en Estados Unidos, y países como Reino Unido, Australia, Francia, México e incluso España también cuentan con formaciones aficionadas a esta modalidad que requiere, además de pasión por Harry Potter, mucha fuerza y destreza. “La gente al principio se ríe, pero no es nada fácil agarrar con una mano una escoba entre las piernas mientras corres, con la otra lanzar un balón y, a la vez, esquivar a tus oponentes para que no te derriben”, explicaba en una entrevista hace unas semanas Alex Benepe, director de la Internacional Quidditch Asociation.

“Este deporte exige un excelente estado físico», advierte Benepe, «y no carece de riesgo, con lesiones que van desde las contusiones a los huesos rotos”. ¿Significa esto que dejarán por fin de ser los nerds el hazmerreír del campus? Viendo los durísimos entrenamientos a los que se someten en Mudbloods, cualquiera se atreve a toserles o hacerles una novatada…

 

TRASPASANDO LA PANTALLA

Pero la conversión del quidditch en deporte real no es un caso aislado. Antes de su llegada varias famosas sagas fantásticas derivaron en disciplinas de lo más variopinto que van más allá del simple merchandising. Porque una cosa es disfrazarse de elfo de El señor de los anillos, y otra muy distinta aprender Quenya, el lenguaje élfico. Inventado y desarrollado por Tolkien, que además de escritor era un reconocido filólogo, miles de personas estudian en el mundo la gramática y la fonética de un idioma que podríamos definir como una mezcla de latin, finés y gaélico. Con estos referentes, entenderás que no es fácil aprenderlo, aunque hay guías que te enseñan en 25 sencillos pasos.

 

Lo mismo promete Dothraki Companion, nueva App para dominar el lenguaje Dothraki que te será muy útil si estos días te encuentras a la Khaleesi Emilia Clarke por Osuna rodando la nueva temporada de Juego de tronos. ¿Qué mejor manera de pedir una foto a la mismísima Madre de los dragones que en su propia lengua? La educación, ante todo.

Claro que si hay una saga a cuyos fans procesan una devoción propia de una religión es Star Wars. Literal. Así nació el Jedismo, credo que recoge la filosofía de los caballeros Jedi y que se inspira en religiones como el budismo, el taoísmo y el sintoísmo. Sus acólitos de momento no mueven objetos con la mente como en las películas de George Lucas, ni sienten conmociones en la Fuerza cuando la Estrella de la muerte destruye un planeta. Pero eso no ha impedido que sea ya la cuarta religión más seguida en Inglaterra y que en varios países hayan solicitado al gobierno que los reconozcan legalmente. ¿Quieres apuntarte? Aquí te explican cómo.

Por cierto, que ya tenemos echado el ojo al que podría ser el próximo deporte de masas nacido de una película, porque acaba de hacerse público que una empresa piensa comercializar el año que viene el famoso patinete flotante de Regreso al futuro II.

Se trata del Hendo Hoverboard, cuya producción arrancará cuando se alcancen los 250.000 dólares de financiación que piden a través de Kickstarter. A cambio de tu donativo, ofrecen camisetas, dejarte montarte unos minutos en la tabla o, incluso, comprar por 10.000 dólares uno de los 10 primeros patinetes voladores del mundo. ¿Acabará convertido en disciplina olímpica con este precio tan impopular? Si te parece caro, ahí están el polo o la vela y nadie dice nada.