Cuando el profesor chino An Yanshi se propuso crear el té más caro del mundo en 2014, no dudó en usar excrementos de oso panda para que crecieran en ellos los brotes de té que, posteriormente, permitirían la infusión. Según explicó, eligió este particular campo de cultivo por “su riqueza en fibras y nutrientes, dado que los panda solo absorben el 30% de lo que comen y el bambú es muy beneficioso”. El docente fijó el precio en algo más de 55.000€/kg, aunque no hay constancia de que se llegase a comercializar.

Experimentos e iniciativas extrañas como la de Yanshi aparte, de los tipos comunes de té, el que ostenta el título de más caro es el té blanco. Como ocurre con otros productos, es su escasez lo que explica su precio (más de 450€/kg en tiendas especializadas), así como el breve espacio de tiempo que existe para su recolección.

© Fotograma de 'Y de repente tú'.
© Fotograma de ‘Y de repente tú’.

Realmente, se trata de té verde, pero, en vez de recolectarse cuando sería habitual, se realiza cuando aún son brotes, en primavera, durante un periodo de no más de dos semanas, dependiendo del clima, cuando las hojas tienen una pequeña pelusilla blanca que es la que le da el nombre. Una vez recolectado, el té se seca a la sombra durante tres días, oxidándose lentamente y de forma natural, adquiriendo un tono gris-verduzco. Si no se controla la humedad, los brotes se marchitarían y pudrirían en horas.

Es tan complicado, sobre todo para los ojos de quienes deben explotar grandes plantaciones, que no hay muchos agricultores dedicados a este tipo de té. Es en Fujián, la provincia china, donde más se cultiva. Además, hay variedades, dependiendo del porcentaje de brotes que se utilicen en la mezcla. Cuanto más puro, más caro y, sobre todo, más beneficioso.

El té blanco es de los que más puede ayudarnos en clave cosmética de entre las infusiones habituales. De hecho, se trata del más rico en antioxidantes, una cualidad que no solo influye contra en envejecimiento de la piel, sino que incluso puede aportar un granito de arena en terapias contra enfermedades degenerativas. Comparado con el té verde, es el doble de eficaz al contener tres veces más polifenoles, según un estudio de Origins.

© Getty Images
El té blanco puede ayudarnos, entre otras cosas, a tener una piel perfecta. © Getty Images

Esta cantidad tan alta de polifenoles permite entender por qué es tan importante para el aumento de las defensas del organismo, así como para neutralizar la actividad de los radicales libres. Hasta el punto de que es más eficaz que la combinación de vitaminas C y E. Además, también influye inhibiendo la producción de grasas e incluso disminuyendo los niveles de colesterol.

Estimulante mental, hay estudios que lo clasifican como protector ante la caries, e incluso contra la fatiga, siempre en infusión. Pero también es posible encontrarlo dentro de productos cosméticos. Es el caso de Lineless Cream de Dr. Brandt (65,50€/50 ml.), un tratamiento antiarrugas. Clarins, por su parte, lo incluye en las hidratantes de textura en bálsamo y gel de su línea masculina, así como en su Double Serum (108€/50ml.), e incluso en la base de maquillaje iluminadora Instant Light Radiance Boosting Complexion (28,50€/30 ml.).

Además, centros de belleza como Oxigen, en Barcelona, cuentan con el té blanco para un protocolo en cabina pensado para una piel que necesita un aporte de energía, rico en antioxidantes y efecto flash. Como ves, no: ¡no hace falta beber durante años té blanco para poder beneficiarse de sus grandes efectos en nuestra piel…!

© Fotograma de 'El discurso del Rey'.
© Fotograma de ‘El discurso del Rey’.