Puñaladas, golpes y asesinatos, violencia de género. No es novedad que cada año muere una cifra espeluznante de mujeres por el mero hecho de serlo. Pero es solo la punta del iceberg.

El día a día de cualquier mujer está plagado de situaciones más sutiles a las que todas (o casi todas, no me hagáis ahora un #NotAllWoman) nos hemos enfrentado en nuestra vida. Señalarlas públicamente supone además ser tachada de conceptos tan originales como feminazi, loca del c*ñ*o, hembrista, resentida, dispuesta a imponer un matriarcado criminal que llene de sangre menstrual la mismísima Cibeles… o, como poco, de exagerada.

Por eso, al preguntarnos si es realmente necesario un Día por la Eliminación de la Violencia de Género, respondemos que uno… y 365 (366 si es año bisiesto). Los que hagan falta hasta que seamos conscientes de que estos “micromachismos” (algunos muy grandes), están presentes en nuestro día a día. Desde Grazia, os exponemos algunos ejemplos de este sutil machismo cotidiano que suele pasar desapercibido:

© Anoush Abrar
© Anoush Abrar
  • El ‘mansplainning’: «Déjame que te explique la vida, nena».

Dícese de ese momento en el que un hombre tiene que venir a explicarte cualquier concepto porque tú eres mujer y no sabes. Sin que lo hayas pedido, con toda la condescendencia del mundo y si puede ser dejándote por imbécil, mejor. Nada ofende más a un tío que decirle que su opinión no es bienvenida, amigas. Lo practican desde ingenieros opinando sobre por qué las Humanidades son conocimientos inferiores, hasta hombres dando lecciones a expertas psicólogas porque tal o cuál familiar suyo padece un trastorno psiquiátrico.

La máxima expresión es ese señor con gafas y corbata que vino a explicarnos hace poco en un medio de comunicación por qué las feministas habíamos entendido el feminismo fatal. Ese es el nivel. De hecho, seguramente en este mismo artículo encontraréis más de un comentario larguísimo y super pedante, explicándome por qué nada de todo esto es violencia ni machismo y por qué estoy equivocada en absolutamente todo. Lo cual nos lleva de cabeza y sin frenos al siguiente punto.

Reacción ante el mansplainning...
Reacción ante el ‘mansplainning’…
  • «No te dejes llevar por tus emociones».

¿Cuántas veces un hombre os ha intentado ganar una discusión con aquello de que no seáis irracionales? ¿Cuántas os han dicho que lloráis porque sabéis que no tenéis razón o para manipular? ¿Que habláis con las emociones o las hormonas y no con la cabeza?

Pero mientras nosotras nos dejamos dominar por nuestro furor uterino, los hombres suelen ser el paradigma de la lógica y la razón. Normal, teniendo en cuenta que la ‘lógica y la razón’ han sido equivalentes a la subjetividad masculina durante siglos. Las reacciones de las mujeres suelen ser catalogadas de exageradas y dramáticas, sin tener en cuenta que cuando a uno no le va la vida en ello ni vive amenazado ni conoce de primera mano una determinada realidad social, resulta más fácil mantener la calma en un debate. Así que ya sabéis, cada vez que un hombre os diga que estáis siendo ilógicas por no congeniar con su visión del mundo, mandadle a coger un libro de historia o un periódico, a ver quiénes han sido los irracionales, violentos y farulleros en los últimos, no sé, digamos… ¿Veinte siglos?

"Vamos, vamos, que te estás dejando llevar por tus hormonas"...
«Vamos, vamos, que te estás dejando llevar por tus hormonas»…
  • «¡Qué risa que seáis ciudadanas de segunda!»

Los chistes de suegras, de violaciones, de rubias… son chistes machistas. A lo que muchos contestarán con lo de que estamos resentidas, «seguro que algún hombre nos dejó despechadas por *Inserte aquí su excusa*» y, claro, perdimos el sentido del humor de golpe.

No, una vez más no es despecho, es que para que te hagan gracia ciertos chistes, tiene que hacerte gracia la realidad que subyace. Y no, no es gracioso que las suegras y las “parientas” de los chistes perpetúen estereotipos tan dañinos como el de la arpía malhumorada. Y es que, sorprendentemente para algunos, las mujeres no estamos únicamente para fastidiar la vida, controlar, amargar, sangrar, molestar o servir de desahogo sexual a los hombres. Así que no tiene ninguna gracia que alguien sí lo crea. Más bien al contrario. Pero bueno, qué va a decir una amargada que no sabe disfrutar del humor, ¿verdad?

"Al próximo chiste machista, salgo corriendo".
«Al próximo chiste machista, salgo corriendo».
  • La brecha salarial: «No te esfuerzas nada, tía».

Dices algo en una reunión con un grupo de hombres, pero nadie te escucha. Tu compañero de al lado lo oye y lo repite en alto. De repente, lo escuchan debe ser por su tono menos agudo. Puede que hasta tengas suerte y tu compi tenga el detalle de decir que ha sido idea tuya. Seguro que también te suena que las ponencias y simposios más importantes del sector los impartan hombres, que los directivos sean hombres en un porcentaje mucho mayor y que asciendan a cualquier colegote que se tome copas con el jefe por encima de la mujer más preparada de la empresa. Que cobres menos que cualquier compañero varón siempre será por esforzarte menos, por dedicarte a tu familia o por estar en edad fértil.

También es normal que, ante el mismo comportamiento, un hombre sea enérgico y un buen líder y una mujer una trepa y gruñona. Por supuesto, sus “malos humos” (los hombres no tienen malos humos, sino carácter), jamás tendrán que ver con le ninguneen, infantilicen y hagan bromas sexistas a diario, que se metan en su vida personal, vestuario y hasta olor corporal (true story). Nada de eso, malpensadas, ¿adivináis el porqué de toda esta mala fe? Exacto, resentimiento puro y duro.

"No te esfuerzas nada".
«No te esfuerzas nada».
  • La cuarta dimensión: la Friend Zone.

La Friend Zone es ese lugar inexistente en el que dicen los tíos que les has situado cuando no quieres tener algo con ellos, sea por la razón que sea. Y es que una mujer no puede elegir con quién mantener relaciones por su cuenta y riesgo y se establece un mecanismo neoliberal que mercantiliza los esfuerzos de esos buenos hombres a los que de pronto y sin saber por qué, les debes sexo o amor por el mero hecho de haberse portado decentemente contigo. Algo así como que han echado demasiadas monedas a la maquinita como para que ahora no les salga el premio gordo, pero sin la ludopatía de por medio.

Así es, algunos hombres se creen tan legitimados a obtener favores de las mujeres que el hecho de que seamos seres con voluntad y deseo propios, se les escapa. Tu amigo se ha portado bien contigo y tú tienes que corresponderle en sus sentimientos o eres una zorra sin alma que, por supuesto, se merece todo lo peor y especialmente dar con algún tipejo que te trate tan mal como mereces. Porque él sí que lo hubiera hecho bien… Lo dicho.

Que se ha portado bien contigo, le debes sexo y amor.
Que se ha portado bien contigo, le debes sexo y amor.

Podríamos seguir enumerando situaciones pero, resumiendo: no, no hay tregua. Días por la Eliminación de la Violencia de Género deberían ser… todos. Como eso que dicen en San Valentín («yo es que te quiero todos los días del año»), solo que cumpliéndolo de verdad. El que lo quiera entender, que lo entienda, y el que no… es fácil, que apele al despecho en los comentarios.

Este artículo se publicó originalmente el 25 de noviembre de 2015 y se actualizó el 25 de noviembre de 2017. Lo único que cambiamos ha sido la fecha, desgraciadamente no es necesario tocar ni un solo punto porque, un par de años después, todo sigue igual.