Lo más divertido de la juventud son esas rachas en las que te pones olímpica y encadenas un ligue con el siguiente. Da igual que tú, inicialmente, fueras una de esas que quería encontrar al amor de su vida y renegabas del andar de flor en flor. Cuando pasa, pasa y lo mejor es relajarse y disfrutar. Que mientras viene el príncipe azul (o la princesa, que oye, aquí las tendencias sexuales de cada uno nos importan un rábano –por mucho diga Kanye West que no-) no vamos a estar de brazos cruzados.

Ya lo dice esa creepy aunque muy acertada frase: «Lo que se vayan a comer los gusanos que lo disfruten los cristianos». Pues venga, sarandonga.

Adiós ¿Marcos? ¿Juan? Bueno, adiós, guapo.
Adiós ¿Marcos? ¿Juan? Bueno, adiós, guapo.

Pero después de esto, para la mayor parte de la gente llega un momento en el que se sienta cabeza. Y, de repente, te das cuenta de que empiezas a contar el tiempo que llevas con esa persona en años y no en meses, y luego directamente tienes que pensar cuánto tiempo hace que estáis juntos porque no lo recuerdas.

Algunos han pasado por la vicaría o el juzgado, otros no, pero a efectos prácticos no existe mucha diferencia cuando convives. Y aunque de vez en cuando tus amigas solteras te ponen los dientes largos cuando te cuentan sus escarceos, tienes que reconocer que mola mucho llevar tiempo viviendo en pareja. Aquí van diez razones de peso:

© Fotograma de 'Cómo conocí a vuestra madre'.
© Fotograma de ‘Cómo conocí a vuestra madre’.

1. Porque con un poco de suerte, alguno de los dos ha aprendido a cocinar
Cuando uno se va a vivir con su pareja, hay que tener en cuenta si alguno de los dos ha vivido solo ya. Vale haber vivido en otra ciudad mientras se estudiaba, pero sobre todo, lo que da más puntos, es haber estado de Erasmus y haber practicado la cocina de supervivencia. Si no es el caso, prepárate para unos años en los que comeréis manjares como guisantes quemados, espaguetis con tomate de lata, mucha carne a la plancha o, directamente, precocinados. Por supuesto, ¡que vivan los tuppers de casa la cualquiera de las dos madres!

Hoy para desayunar tenemos bacon, tortitas, sirope de arce, tres tipos de zumos, cereales y café. Lo normal.

 

Cuando llevas ya tiempo viviendo con tu pareja -y con un poco de suerte hasta tienes hijos-, uno de los dos al menos (o los dos, eso es lo mejor) ha tenido que coger el toro por los cuernos y haber aprendido a cocinar algo. No llegarás al nivel madre (aunque ya lo seas, ese es el nivel pro y nunca tiene que ver con tener hijos, en realidad), pero al menos será comestible. Aunque desde ya juras que vas a hacer ver a tus hijos todos los programas de Masterchef, Topchef y derivados del mundo para que no sean tan inútiles en la cocina como tú.

2. Porque comprar para una familia es mejor que comprar para uno.
Si habéis vivido solos, sabréis que comprar para uno solo es un auténtico asco. Los supermercados del mundo (que es donde compras tú, piltrafilla, que no haces más que trabajar y trabajar y no tienes tiempo de ir a las tiendas normales donde todo es mucho más barato y mucho mejor) no están preparados para singles. Todas las raciones son demasiado grandes y, al final, te hartas de comer siempre lo mismo (que aquí de tirar comida, nada).

Comprar para dos o más sí que mola. ¡Dónde va a parar!

¿Melón o sandía?
¿Melón o sandía?

3. Porque las bragas cuquis son muy incómodas
Una de las mejores cosas de vivir en pareja es que ya puedes limitar el uso de lencería fina. Que es muy bonita, sí, y para un momento así de alegría y alboroto está bien (no todo tienen que ser braguetas de batalla en esta vida) pero donde esté una braga y un sujetador de algodón que se quiten las puntillas. ¿Por qué picarán tanto? Además, no importa la calidad, buenas o malas (estas pican más TODAVÍA): a los cinco minutos de ponértelas ya estás rascándote la teta el pecho como si no hubiera un mañana de una manera muy poco glamourosa.

A esas alturas de la película al que duerme contigo le da exactamente igual que lleves bragas así o asá. Y amén.

¿tanga o braga tamaño paracaídas? Difícil decisión... sólo cuando estás soltera.
¿Tanga o braga tamaño paracaídas? Difícil decisión (solo cuando estás soltera).

4. Porque ellos también pueden relajarse
… y está bien que así sea, porque tú también pasarás por alto ese calzoncillo lleno de pelotillas. La belleza está en el interior, como decía la inteligente tetera de La Bella y la Bestia.

Y sí, él tiene que lidiar con tus bragas de elefanta, sujetadores color carne y demás ropa antilujurias, pero tú lo vas a ver con la camiseta que dieron en la carrera popular del Pryca (de cuando Carrefour se llamaba así, ¡imagínate las pelotillas!), la bata de lord inglés y, sobre todo, el skijama con puños que le regaló su madre y con el que parece un trekkie. Pero lo quieres igual. En tu relación ya sabes lo que es importante y lo que no. Y no hay como poder relajarte y ser tú, con tus alegrías y con tus miserias.

Spok también piensa igual.
A Spok todo esto le parece fetén.

5. Porque tienes tus chistes privados
Una de las mejores cosas de la confianza son las cosas que solo entejéis los dos. Pasa algo, os miráis y os reís al mismo tiempo. Habéis pensado exactamente lo mismo. Esto sucede también con las amigas de toda la vida, no os vayáis a pensar.

La complicidad es maravillosa aunque también un arma de doble filo porque, aunque sabes perfectamente cómo sacarle la sonrisa, también sabes cómo enfadarle. Es como haber leído el manual de instrucciones de algo y saber trucos secretos que el que ha aprendido de oídas no conoce. You’ve got the power y solo depende de ti utilizarlo para hacer el bien o el mal. ¿Te pasarás al lado oscuro de la fuerza?

 

6. Porque os queréis con vuestras pequeñas miserias
Aquí todos tenemos cosas que nos avergüenzan: roncamos, bailamos como el culo fatal, tenemos un despertar horrible, no sabemos hacer una rotonda como Dios manda… En fin, cada uno que lo rellene con lo que quiera. Si tienes pareja desde hace mucho tiempo seguro que las conoce, así que no hay que disimular. Aprendes a querer al otro tal y como es, con lo bueno y sobre todo con lo malo, que es más difícil. Es como soltarte el cinturón cuando has comido mucho: ¡un-gran-alivio!

giphy

 

7. Porque la escatología se instala en tu vida
Como narraban en Como conocí a vuestra madre, el momento en que sueltas el primer pedete gas delante de tu pareja es todo un hito en la relación. Suele pasar accidentalmente pero de manera definitiva, porque una vez que la escatología entra en tu vida, no se va. Está bien que así sea aunque no cagues purpurina ni arcoiris como un unicornio.

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8. Porque ha estado en lo mejor y en lo peor
Cuando llevas mucho tiempo con tu pareja tenéis una historia detrás. Tu pareja te ha cuidado cuando has estado enferma, te ha ayudado cuando necesitabas que te escuchasen, te ha prestado su hombro para llorar. Es tu amor, y la diferencia la marca el estar en las duras y en las maduras. Cuando tu pareja no sabe estar a la altura cuando más lo necesitas es cuando hay que plantearse si es algo puntual o si realmente te merece estar con ella para siempre.

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9. Porque sabes dónde, cómo y cuánto
El sexo ocasional es divertido y fogoso. Esto es así. Te tiras al ruedo a calzón quitado (nunca una expresión estuvo mejor utilizada) y que sea lo que Dios quiera. Con tu pareja de hace años, las cosas cambian: la mayoría de las veces no se te caen las bragas al suelo al ver a tu amor, al que tienes más visto que el tebeo, ni te dan ganas de violarlo en la cocina (sobre todo porque tienes a los niños por ahí pululando y no es plan de que se encuentren de tal guisa a sus padres); todo requiere mucha más premeditación y logística. ¿Pero es peor? No necesariamente. Puedes reavivar la llama y, sobre todo, gozar de la sabiduría aprendida. Lo sabes todo. Sabes qué es lo que le excita, lo que le gusta, lo que le pone. Y él sabe cómo contentarte a ti también. Y si no lo sabe, se lo dices.

El sexo con tu pareja puede que carezca de algunas cosas, como la emoción de lo inesperado, pero ¡¡¡tiene otras muchas y grandes ventajas!!!

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10. Porque os habéis acostumbrado a vosotros
Porque, aunque haya subidas, bajadas, unas veces lo quieras mucho y otras veces lo quieras matar, tu amor es tu amor y mola estar juntos. Y punto. Y ya está. ¡A disfrutarlo!

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