Vamos a ver. Ahora que estamos todos muy alterados (unos para bien y otros para muy pero que muy mal, pero ese es otro tema) tras vivir a través de la gran pantalla la relación cuasi-sadomasoquista entre Christian Grey y su ahora sí amada Anastasia Steele. Que el personaje que más ha dado que hablar en los últimos tiempos experimente satisfacción sexual mediante el sufrimiento físico que le inflige a otra persona, como decía, puede parecerte tal o cual… pero puede ser el punto de inflexión para que muchos abran los ojos y lo acepten: sí, hay otras tendencias sexuales ahí fuera y, si no quieres quedarte atrás ni quizá perderte cierta clase de placeres por estar sumido en la ignorancia, ha llegado el momento de conocerlas. Y, ¿por qué no?, quizá de descubrirlas e incluso practicarlas.

En el origen de toda sexualidad se encuentra la biología (pero también la religión): desde la Edad Media, el sexo se ha considerado parte del instinto de supervivencia y reproducción del ser humano. Por eso toda práctica que se saliera de lo considerado ‘normal’ o no se realizara con el fin único de procrear, era considerada como algo nocivo y antinatural. Por suerte el medievo ya pasó, la evolución cumplió su cometido y el sexo pasó a ocupar muchos otros aspectos de la vida de una persona, además de la simple función de reproducirse. Y de ahí pasaron a considerarse y aceptarse otras tendencias además de la heterosexualidad: homosexualidad, bisexualidad o transexualidad son comunes y respetadas (y si no es así, puede que tengas que dejar de leer aquí mismo; este artículo en particular y Grazia en general). Hoy, la sexualidad es considerada como el resultado de una combinación de factores tan influyentes como los biológicos, los psicológicos, los sociales, los culturales, los éticos, los económicos y los religiosos.

Pero el mundo de las relaciones y del placer -por pudor, miedo, incultura y desconocimiento- es aún todo un terreno por descubrir y poco a poco se van definiendo más tipos de orientaciones sexuales. Hablar de ello y plantearse nuevas tendencias es y será siempre tema de conflicto: resulta que definir es limitar y, ¿quién es nadie para hacerlo con algo tan subjetivo como los gustos y las atracciones de los demás? Así que, aunque cada individuo tenga sus propios criterios respecto a lo que su tendencia sexual se refiere, aunque la sexualidad dependa casi en su 100% de las emociones momentáneas que viva cada cual, y aunque aquí no se pretende limitar nada ni a nadie, vamos a contarte acerca de ocho orientaciones sexuales de reciente descubrimiento y/o descripción que puede que aún no conozcas. Para que no te quedes en el pasado. Para que descubras y experimentes. Para que elimines prejuicios y seas más feliz.

Fuera prejuicios. © Thomas Krappitz

1. Asexualidad

Definida como la falta de atracción o deseo sexual hacia alguien. Tal cual. Hay personas (y muchas, cada vez más) que no sienten la necesidad de satisfacer sus placeres ni sus fantasías sexuales por el mero hecho de que no las tienen.

2. Pansexualidad

Recientemente Miley Cyrus reconoció ser pansexual y lo definió así: “Nunca me ha gustado ser una chica, pero ser chico tampoco suena divertido”. La confesión de la cantante es la clave para distinguir entre la pansexualidad y la bisexualidad. No se trata de sentirse atraído por ambos géneros -tanto femenino como masculino-, sino de ser indiferente hacia el género, sexo o identidad de los demás. Valorar a las personas y establecer una relación sentimental, romántica o sexual con ellas ya sean hombres, mujeres o transexuales.

¿Ha quedado claro?

3. Demisexualidad

Tan sencillo como que para sentir atracción y apetencia sexual hacia otra persona, la primera necesita haber establecido antes un vínculo emocional. Sin este tipo de conexión, las personas demisexuales no sienten deseo, ni siquiera por alguien con un aspecto físico que coincida con sus gustos.

4. Autosexualidad

Son autosexuales aquellas personas que experimentan atracción hacia sí mismas. No se trata de narcisismo -admiración excesiva y exagerada que siente una persona por sí misma-, sino de una forma de quererse alimentando el amor propio y autosatisfacerse por medio de la masturbación.

5. Antrosexualidad

Los hay que no se identifican en ninguna de las categorías anteriores. Bien porque la desconocen o bien porque no quieren definirse con ninguna de ellas. No se trata de ser asexual, porque lo que logran es de hecho una flexibilidad sexual, que les permite mantener relaciones con cualquier persona y experimentar en qué tipo de relación se encuentran más a gusto en cada momento.

6. Polisexualidad

Está conociéndose gracias a las relaciones de poliamor que se practican cada vez más. Se trata de sentir atracción sexual, emocional y/o amorosa hacia varias personas -tanto de género masculino como femenino- sin tener que hacerlo al mismo nivel ni de la misma manera.

Liv, a todos, todos no nos puedes querer por igual.

7. Sapiosexualidad

Este tipo de orientación se centra en el intelecto y no en el físico. Para los sapiosexuales, la inteligencia es el factor que les hace sentirse atraídos por otra persona. Como las personas demisexuales, necesitan establecer un vínculo afectivo antes del deseo sexual, las sapiosexuales necesitan un vínculo intelectual.

8. Lithsexualidad

Como si de una novela romántica se tratase, la lithsexualidad indica la experimentación de atracción hacia cualquier persona sin la necesidad de ser correspondida. Es decir, para ellos el amor platónico es suficiente, pues no necesitan llegar a nada con la otra persona para estar satisfechos.