En los pasados Juegos Olímpicos de Río, 9 de las 17 medallas que cosechó el equipo español fueron obtenidas por mujeres. Lo mismo ocurrió en los anteriores, celebrados en Londres, y en los que se colgaron hasta 11 metales. No es exagerado decir que las atletas sostienen nuestro deporte, que son la indiscutible columna vertebral del movimiento olímpico español. Pero la hegemonía femenina es un fenómeno no solo reciente, sino generalmente ignorado por los medios y el público, que centra su atención exclusivamente en las modalidades masculinas.

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Las mujeres llevan practicando deporte mucho mucho tiempo, pero hasta ahora no se ha empezado a valorar su trabajo. © Cordon Press

Ahora todos conocemos a pioneras incontestables como Mireia Belmonte, Ruth Beitia o Carolina Marín, pero antes que ellas miles de mujeres de tremendo talento vieron como sus hitos quedaban sepultados (una vez más) por la histórica mirada machista de la sociedad. Contra la injusticia de la memoria intenta luchar el nuevo libro Game Changers (Simon & Schuster), éxito en Amazon y referenciado por The New York Times, que recopila cientos de historias no contadas de las heroínas del deporte desde el siglo XIX hasta la actualidad. En Grazia hemos hablado con su autora para descubrir a todas aquellas mujeres que asfaltaron el camino por el que las Belmonte, Williams o Biles caminan ahora como iconos mundiales del deporte.

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Nuestras medallistas más visibles: Mireia Belmonte, Carolina Marín y Ruth Beitia. © Getty Images

Hace dos años, Molly Schiot abrió una cuenta de Instagram. Esta realizadora y directora de televisión de 36 años decidió recopilar todas las historias sobre deportistas pioneras que rechazaban los directivos de las cadenas cuando las proponía como idea para un reportaje documental. “No eran suficientemente interesantes”, decían.

El perfil, llamado Unsung Heroines (heroínas olvidadas), cuenta actualmente con más de 26.000 seguidores y su éxito ha dado luz al libro Game Changers, término deportivo que hace referencia a aquellos jugadores que con su presencia son capaces de transformar el modo de jugar o competir. “Las historias femeninas siempre han estado ahí, pero son las masculinas las que ganan Oscar o Emmys”, nos dice Schiot. “No es solo un tema deportivo, puede trasladarse a la política, la ciencia, la ingeniería… La mayoría de hechos son desconocidos porque vivimos en una sociedad patriarcal, en la cual, las mujeres nunca hemos sido las que dictaminan qué historias se ven, se escriben o se oyen”.

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Portada del libro ‘Game Changers’.

Cuenta la autora que una vez decidió buscar libros en Amazon escribiendo como palabras clave “deporte” y “mujer”. Cuando el primer resultado que le apareció fue el tradicional calendario de biquinis de la revista Sport Illustrated, se convenció de que había que hacer algo al respecto. Ahora es su libro el que aparece entre los más vendidos. La repercusión de su trabajo ha sido tal que hasta varios lectores han participado con ella enviándole historias de sus propias familias: “Lo mejor de todo ha sido escuchar hablar a estas mujeres mayores, compartiendo sus recuerdos y conectando contigo. Hay veces que mantener la cuenta me sobrepasa, pero este tipo de historias lo compensa”.

Las historias femeninas siempre han estado ahí, pero son las masculinas las que ganan Oscar o Emmys.

En el libro, que no discrimina por nacionalidad, también hay espacio para una pionera relacionada con nuestro país. En el año 1950, una rejoneadora llamada Conchita Cintrón, de origen peruano, triunfaba por las plazas españolas. Hasta que se bajó del caballo. Cintrón fue detenida por la Guardia Civil en un ruedo de Jaén. ¿Su crimen? Torear, algo prohibido (como tantas otras cosas) para las mujeres en esa época.

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Conchita Citrón en París en 1949. © Cordon Press

Aunque la situación de la mujer en el deporte puede haber mejorado, todavía dista mucho de acercarse a la masculina (solo hay que detenerse la sección de deportes del telediario para comprobarlo). En este año olímpico nos hemos cansado de escuchar comentarios machistas por parte de ‘expertos’ comentaristas o de ver galerías fotográficas en la prensa especializada clasificando a las deportistas por su belleza física.

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Incluso también a sus compañeras de trabajo. © Cordon Press

El papel de los medios es vital para cambiar esta realidad. Según apunta la autora, un estudio de la Universidad de Southern California concluyó que el 92% del tiempo de emisión de deporte en televisión era masculino, suponiendo el femenino apenas un 5%. En el caso del fútbol en Estados Unidos, la selección de hombres sigue cobrando más que la de mujeres, a pesar de que ellas son una potencia hegemónica con varios títulos mundiales y mayor repercusión en su país. Confiamos en que algún día tirarán el techo de cristal y lograran su objetivo. Así lo hicieron también heroínas como Jackie Towanda, primera mujer en boxear en el Madison Square Garden, y Renée Richards, primera mujer transgénero en jugar un partido de tenis profesiona; cuyos emocionantes relatos también aparecen en el libro.

El papel de los medios es vital para cambiar esta realidad.

La autora de Game Changers, que de momento no ha sido traducido al castellano, nos confiesa que la situación de las mujeres sí está progresando, pero de forma muy, muy lenta. Una evolución en la que acaba de surgir un nuevo interrogante, quizás también obstáculo, en forma de multimillonario egocéntrico.

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Sí, hablamos de él.

A tenor de sus declaraciones, la victoria de Donald Trump puede leerse como un potencial peligro para el desarrollo profesional de cualquier mujer, también de las deportistas. “Que un tipo en el poder diga cosas como ‘agarrar a las mujeres por el coño’, o que ‘las mujeres que abortan deberían ser castigadas’, o que ‘espera que su hija dimita si alguien la acosa en el trabajo’ no ayuda a las mujeres”, explica Schiot. Y concluye: “No ayuda a las chicas. Ni a los chicos. Ni a nadie en particular, excepto a él mismo”. Pero si las pioneras del deporte están consiguiendo ganar la batalla a la historia, un acomplejado señor (de color naranja) no parece el más mínimo rival. El partido acaba de comenzar. Y se avecina goleada.

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¿Que no lo has oído bien? Pues límpiate los oídos. Hemos dicho ¡GO-LE-A-DA!