Calcular el valor en dólares de un selfie de Kim Kardashian es todo un desafío. Sus fotografías están al alcance de cualquiera, basta tener una cuenta de Instagram para verlas completamente gratis; pero convertir esos primeros planos en dinero constante y sonante no es sencillo, ni mucho menos automático.

El valor de tener más de 47,5 millones de seguidores en Instagram (solo por detrás de Taylor Swift, con 49 millones) es una gallina de huevos de oro para cualquier gurú del márketing. Sin embargo, ni la más mediática de las Kardashian está libre de fracasos. Prueba de ello es la pobre acogida que tuvo Selfish, el libro que se lanzó la primavera pasada compilando los autorretratos de Kim. Tres meses después de haberse puesto a la venta, apenas había alcanzado las 32.000 copias. Quien pensara que ella era la ‘reina Midas’ del papel couché 2.0, se equivocó.

Sin embargo, si un selfie no es una moneda de cambio segura, ni cuando te siguen 47 millones de personas, sí que puede convertirse en un medio de pago. Será así si prospera el proyecto que está llevando a cabo Mastercard para blindar aun más los pagos con tarjeta. La compañía norteamericana quiere que sea nuestro autorretrato, combinado con nuestra huella dactilar, la que sustituya al actual número PIN.

© Getty Images
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La financiera es la primera en reconocer que un código de cuatro cifras, a pesar de que permita 10.000 probabilidades, no es la fórmula más segura. Máxime cuando, para felicidad de los amigos de lo ajeno, no solemos ponerlo muy difícil a la hora de elegir la combinación. Como informó la firma DataGenetics, más del 10% de las veces el PIN es 1234, y en más del 11% de las ocasiones se trata de la repetición de la misma cifra cuatro veces (1111, 7777, 8888…).

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La realidad es que hace falta un nuevo sistema. ¡Y qué mejor que un selfie! Basándose en lo último en seguridad biométrica, así como en el hardware para dispositivos móviles más vanguardista, bastaría con apuntar la lente a nuestro rostro para demostrar que somos los dueños de la tarjeta. Para evitar que se utilice una fotografía, solo es necesario parpadear mientras nos está apuntando la cámara.

Este otoño es cuando está previsto que la empresa comience las pruebas, tanto combinando el sistema con las huellas dactilares como con el uso exclusivo de las cámaras de reconocimiento facial. Para ello, se ha aliado con empresas como Apple, Google, Samsung, Microsoft o Blackberry, cinco grandes que permiten pensar que estamos más cerca que lejos de un cambio radical en la forma en la que pagamos las compras.

Pues que tiemble el mundo si Kim puede empezar a pagar a golpe de selfie...
Pues que tiemble el mundo si Kim puede empezar a pagar a golpe de selfie…

De implantarse este nuevo sistema, los que siempre olvidan su PIN ya no tendrán que preocuparse por su mala memoria, ni será necesario cambiarlo cada poco tiempo, ya que nuestra huella dactilar no muta nunca… y los cambios del rostro de un adulto son relativamente lentos como para no poder reconfigurar el dispositivo.

Eso sí, lo que Mastercard no ha aclarado es cuánto tiempo tendremos tras una operación de cirugía plástica para ‘informar’ al sistema de nuestra nueva cara; o si la cámara será tan inteligente para entender que esa zombi de ojeras kilométricas, máscara de pestañas corrida, pelo fosco y labios cuarteados eres tú después de una noche en la que, cómo no, saliste ‘de tranqui’ con las amigas y acabaste cerrando el after.