Hoy nos hemos levantado valientes y con ánimos para desafiar al argumento sobre el que se fundamentan millones cientos de estudios. Durante años, diversos expertos en sexología han afirmado que las mujeres disfrutamos más del sexo a medida que cumplimos años. ¿Cuál es su argumento? La evolución.

Si Justin, pero no flipes porque esto no se aplica en hombres.
Sí Justin, pero no flipes porque esto no se aplica en hombres.

Según el catedrático de la Universidad de Texas, David Buss, “al acercarse a la menopausia y dado que sus óvulos están envejeciendo, las mujeres necesitan tener más sexo para buscar más oportunidades de procrear, aunque no sea su interés ser madres”. Vale, correcto. Aceptamos pulpo como animal de compañía. Sin embargo, ¿qué pasaría si obviásemos ese instinto reproductivo de la ecuación y entendiésemos el sexo como un acto puramente recreativo?

Interesante ¿eh? Pues sigue leyendo, anda
Interesante, ¿eh? Pues sigue leyendo, anda

Mucho nos tememos que soplar velas cada año resta diversión y sorpresas en la cama al bando femenino. He aquí las seis razones definitivas por las que el sexo es, fue y será mejor en la veintena que en cualquier otra etapa de tu vida.

Tranquila hombre, que por lo menos te quedará el recuerdo.
Tranquila mujer, que por lo menos te quedará el recuerdo.

1. Estás en periodo de prácticas

¿Quién se lo pasa mejor en la oficina? ¿La becaria o la señora que lleva 40 años tecleando sin parar y cuyos compañeros observan para asegurarse de que sigue respirando? Exacto. En el sexo, como en la vida profesional, los inicios son los mejores. Puede que te lleves algún aviso por haber hecho ‘algo mal’, pero siempre te quedará la excusa de que estás empezando. Por ejemplo, si durante el sexo oral le dejas la marca de los dientes o le muerdes, ¡tranquila! Total, seguramente él estará más pendiente de la cantidad que de la calidad para después comentarlo con los amigos y que le hagan esto:

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Amigotes celebrando.

2. El tamaño no importa (pero de verdad)

Es lo que podría denominarse “felicidad sexual por desconocimiento”. Es esa etapa en la que todavía no sabes realmente lo que son 20 cm. Y una vez que lo descubres, adiós al encanto. En la veintena, tu experiencia en la cama es más limitada (siempre y cuando no hayas participado en un reality tipo Gandia Shore) y el número de miembros viriles a los que has tenido acceso es menor. El resultado es altamente positivo porque no tienes con qué comparar y te crees que todo el monte es orégano. Una vez alcanzada la treintena te enfrentas al horrible juego de ‘¿qué habrá bajo esos pantalones?’.

¿Pequeña o grande? ¡Nunca se sabe!
¿Pequeña o grande? ¡Nunca se sabe!

Además, con los años te enteras de que los estudios vinculan la medida del pene con la nacionalidad y tus posibilidades se reducen aún más. ¡Maldita ciencia!

Esta es la conclusión de dichos estudios explicada de forma sutil por Peter Griffin.
Esta es la conclusión de dichos estudios explicada de forma sutil por Peter Griffin.

3. ¿Qué es un orgasmo?

Amiga, hay veces en que sería mejor no haber tenido uno nunca. ¿El motivo? Cuando te inicias en el sexo, cualquier nueva sensación te parece placentera y lo normal es que en los primeros encuentros no alcances el clímax. Algo que no te importa demasiado, si no has experimentado un orgasmo. Lo importante es participar. Para que nos entendamos: si nunca has comido patatas fritas, no puedes echar de menos su sabor. El problema viene cuando ya sabes lo ricas que están y quieres repetir, pero ese día la freidora ha decidido no funcionar. ¿Me captas?

Es frustrante, pero a veces pasa.
Es frustrante, pero a veces pasa.

4. Mejor forma física

Sí, sí… tú ríete, pero intenta hacer alguna postura, que no sea la del misionero, un viernes por la noche después de haber trabajado diez horas al día toda la semana. Cansa solo pensarlo, ¿eh? Pues ese es un dilema al que no te enfrentas cuando tienes veinte años y tu vida se basa en ir de casa a la universidad y de esta al bar de turno.

No a partir de los treinta, amigo.
No a partir de los treinta, amigo.

5. Menos complicaciones post-coitales

Al principio, el sexo es solo eso: sexo. Con el paso del tiempo, el cerebro de toda mujer es invadido por preguntas como: “¿Volverá a llamarme?”, “¿le habrá gustado?”, “¿volveré a verle?”. Sí, la primera y la última son las que más nos obsesionan. A partir de ese momento, todo se vuelve más, digámoslo, raro. Y no en el sentido bueno, sino en el horrible. Las emociones invaden las sábanas y es el momento en el que toca sacar los pañuelos y ponerse a llorar. Sí, queridas. El placer a veces acaba en lágrimas.

Lo que quiere Mila, lo queremos todas. Pero es un imposible.
Lo que quiere Mila, lo queremos todas. Pero es un imposible.

6. Menos expectativas, menos frustraciones

Cuanto menos se sabe sobre un tema, mucho mejor. Lo malo es que, inevitablemente, el tiempo hace que aprendamos cosas y sepamos qué nos gusta y qué odiamos. Lo cual está muy bien en algunas áreas de la vida, pero no tanto en el terreno sexual. Si con la edad solo tuviéramos experiencias sexuales positivas, todo sería maravilloso, pero una vez que sabes lo que quieres y cómo lo quieres es muy difícil aceptar las decepciones que nos vamos a encontrar. Juventud e ignorancia, divino tesoro.

Hasta Barney Stinson nos da la razón.
Hasta Barney Stinson nos da la razón.