“Billie Jean King ha contribuido con la causa de la igualdad de género no solo a través del deporte, sino en cada uno de los ámbitos de su vida pública”: así hablaba Barack Obama de la tenista cuando, en vez de acudir él o su esposa como representantes de Estados Unidos a los Juegos Olímpicos de Sochi de 2014, las envió a ella y Caitlin Cahow -jugadora de hockey y lesbiana- para dar voz a los deportistas LGTBI (sí, fue hace solo tres años y el Presidente de uno de los países más avanzados del mundo tuvo que hacer eso).

También habló muy bien de King cuando le entregó la Medalla Presidencial de la Libertad por ser una de las primeras mujeres luchadoras por la igualdad durante décadas. Y, como él, lo han hecho miles de personas desde que Billie Jean King ganara lo que se conoció como La batalla de los sexos: un partido de tenis que cambió el rumbo del papel de la mujer en la historia y que ahora se ha convertido en una película que se estrena en España el 3 de noviembre.

En la ficción, Emma Stone es Billie Jane King. © Fox

Pues bien, nosotras ya hemos la hemos visto y tenemos muchas cosas que decir. Primero porque en ella no solo se trata el tema de las mujeres deportistas y la desigualdad que han sufrido y siguen sufriendo respecto a los hombres de su misma profesión, sino también la discriminación que las personas homosexuales han padecido durante años.

Y segundo porque vas a ir al cine a verla y, ya te lo avisamos: te vas a reír. Lo vas a hacer porque hay escenas cómicas (algunas lo son mucho), porque los personajes de la película parecen haberse escapado de otro planeta y porque se dan situaciones que no imaginas que pudiesen ocurrir en ningún mundo civilizado… pero la realidad es que se basa en hechos reales, hechos que ocurrieron en 1973 (o sea, antes de ayer) y porque el mundo del deporte sigue siendo tan machista como siempre. Hemos dicho.

Aquí también tenemos ganas de destrozar cosas.

Aquí va todo lo que queremos gritar a los cuatro vientos después de haber visto La batalla de los sexos:

1. Resulta que Hollywood no es el único ámbito en el que las mujeres cobran menos. (Sí, pasa. Y también trabajan menos según cumplen años). Pues en el mundo del deporte sucede lo mismo (y en tantos otros): en 1970, la ganadora de un torneo de tenis (por el simple hecho de ser mujer) cobraba ocho veces menos que el ganador. Y ¿por qué? Pues porque “es más emocionante ver jugar a los hombres, es algo biológico”, he aquí una de las perlitas que se escuchan en la película. Pero no es una cuestión que haya quedado atrás del todo… «La película nos acerca a una situación que se vivió hace mucho pero que sigue latente en el deporte hoy día», asegura Almudena Cid, que se emocionó viendo la película tanto como nosotras.

Esa brecha salarial fue el detonante para que se creara la Asociación femenina de Tenis. © Fox

2. Nos asusta que haya alguien que se vanaglorie de ser machista. “-Se me ha ocurrido una idea: cerdo machista contra feminista de patas peludas. ¿Sigues siendo feminista? -Soy tenista y, además, soy mujer. Y a propósito, yo me depilo”. Así conversan Bobby Riggs y Billie Jean King cuando él le propone enfrentarse en el gran torneo. Recibe un buen golpe de su futura contrincante pero, ¿de verdad hay personas que se jactan de ser machistas? ¿Señores que siguen pensando que el feminismo es lo contrario del machismo? Pues sí, las hubo y las hay. Y luego, además, están los del «yo no soy machista, pero…»Qué miedito.

3. Ellas luchaban. ¿Por qué nosotras no? King no fue la primera ni la última en luchar por los derechos de las mujeres. Entonces tenían muchísimo más por pelear y conseguir… y lo hicieron. Pero no lo hicieron todo y, aunque hemos alcanzado una igualdad legal, la igualdad real sigue sin conseguirse. ¿Qué tal si continuamos con tanta fuerza como ellas?

«La película nos acerca a una situación que se vivió hace mucho pero que sigue latente en el deporte hoy día», Almudena Cid.

4. Ser mujer en el trabajo tiene muchas ventajas. JA, JA, JA. Espera: NO.

5. ¿Por qué las mujeres deportistas no salen en la tele? “No digo que no tenga que haber mujeres en las pistas de tenis… ¿quién recogería las pelotas?”, otra genialidad pronunciada por Bobby Riggs que podemos escuchar en la película. Pero mira: Mireia Belmonte, las hermanas Williams, Simone Biles… Solo cuatro nombres y miles de éxitos cosechados. El reconocimiento a las atletas y deportistas femeninas es un fenómeno reciente y tremendamente ignorado y vapuleado por los medios y el público, que centra su atención exclusivamente en las modalidades masculinas. Aquí seguiremos intentando cambiar su rumbo (palabrita de Grazia).

Ellas también ganan. Imagen del momento en el que Billie Jane King se proclama vencedora de ‘La batalla de los sexos’ en la vida real. © Getty Images

6. NO existen los trabajos ‘de hombre’. Tenista, futbolista, ingeniera, jardinera, astronauta, carpintera, creativa, médica, maestra… y así sin parar. Que nosotras sepamos, todas las profesiones se conjugan también en femenino y el nacer con vagina no incapacita para realizar ninguna de ellas. Las estadísticas hablan por sí solas: del millón y medio de estudiantes universitarios que hay en nuestro país, un 55% son mujeres, 150.000 más que hombres. Bobby Riggs preguntaba en 1973: “¿Existe esa mujer con agallas suficientes?”. Hoy podemos decir que sí. Y no solo una. Ahora solo falta que nos dejen de poner trabas.

7. Lo que hoy te parece cómico, hubo un día en que fue la norma. Es decir, esos chistes tan aberrantes que escuchamos al personaje de Steve Carell, en 1973 estaban bien, eran políticamente correctos y representaban el pensamiento de la mayoría. Porque es lo que sucede con una cultura cuando estamos inmersos en ella: es difícil ser objetivos. Por eso todas las risas que te provocará la película pueden servirte también como reflexión, ¿cuántos de los comportamientos que hoy seguimos aguantando son sexistas, y no somos capaces de verlos?

8. La batalla de los sexos cambió la vida de Obama. Hemos empezado con él y terminamos también con él: «Tenía 12 años cuando vi el torneo… cambió mi vida e influyó directamente en cómo Michelle y yo hemos criado a nuestras hijas». Si aquel hecho histórico cambió su vida, esta película puede cambiar decenas de millones más. Que así sea.