Lo que más te asustaba de pequeña no era el hombre del saco, sino llegar a ser como tu progenitora el día de mañana. Pues bien, ha llegado el (temido) momento de descubrirlo.

¿Es posible que, sin darte cuenta, hayas ido adoptando todos esos comportamientos de tu adorada progenitora de los que antes renegabas? © Sadrak&Cruz
¿Es posible que, sin darte cuenta, hayas ido adoptando todos esos comportamientos de tu adorada progenitora de los que antes renegabas? © Sadrak&Cruz

“Jamás, jamás, jamás, seré como mi madre” es la frase más repetida por las adolescentes del mundo entero. Porque, seamos sinceras, no hay nada que infunda más temor a una niña que convertirse en la persona que, en ese momento, no la deja maquillarse ni ponerse mini-falda, ni llegar tarde a casa. Es decir, su madre.

Eso es lo que dicen todas, pero no lo son.
Eso es lo que dicen todas, pero no lo son.

Está la comprensiva, la que va de amiga, la ‘sargento’… Para gustos, madres que no colores. Y aunque las queremos con toda nuestra alma, lo cierto es que nos prometemos durante toda nuestra adolescencia ser completamente diferentes en un futuro. ¿Habrás conseguido tu propósito? ¿O eres una copia de la mujer que aguantó estoicamente a que pasaras la pubertad?

Y sí, telita con la adolescencia…
Y sí, telita con la adolescencia…

Pulsa en jugar y desvela el misterio…