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Olvídate de las líneas aéreas low cost. No, no se trata de imprimirte en casa la tarjeta de embarque, volar sin facturar, comerte el bocata nada más despegar, aguantar la lotería a bordo y aterrizar en un aeropuerto a 100 kilómetros de tu ciudad de destino para ahorrarte unos euretes. Se trata de ser hábil a la hora de buscar vuelos, hacerte con las mejores tarifas y volar como una marquesa sabiendo que, probablemente, tus compañeros de fila han pagado más por sus pasajes. Coge el ratón y añade este artículo a tus marcadores favoritos para releerlo antes de reservar tus próximas vacaciones. Nos lo agradecerás.

Vuelos baratos
De nada.

1. Los días baratos
No todos los días de la semana son iguales. Si vuelas en martes, miércoles y sábados te toparás con tarifas más económicas. ¿Y eso? Hay menos pasajeros dispuestos a viajar esos días (los lunes es inicio de semana, jueves y viernes son víspera de fin de semana y el domingo es cuando muchos ejecutivos se desplazan para llegar tranquilamente a sus citas a primera hora del lunes). Pero las aerolíneas tienen que volar sí o sí. Así que, entre llevar el avión medio vacío y llenarlo con pasajeros que paguen menos, prefieren lo segundo. Elemental.

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2. Horarios infernales

A nadie le gusta viajar de madrugada o después de la cena (los conocidos como red-eye flights o vuelos golfos). Echa un vistazo a las tarifas y descubrirás que son más baratas.

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3. Nunca en el último minuto
Hay una leyenda urbana que dice que, si reservas poco antes de que el avión despegue, encontrarás precios irrisorios. Mentira y gorda. Las compañías saben que, si buscas un vuelo justo el día antes, es porque quieres volar en esa fecha (por ejemplo, por una reunión de trabajo que no se puede cambiar) y te meten el sablazo. Recuerda: para los vuelos nacionales lo suyo es hacerlo con un mes de antelación y para los internacionales, entre cinco meses y un mes.

No, no intentes camelarte al azafato del mostrador minutos antes de que el avión despegue... no te servirá de nada. @Fotograma de New Girl
No, no intentes camelarte al azafato del mostrador minutos antes de que el avión despegue… no te servirá de nada. © Fotograma de New Girl.

4. De uno en uno
¿Te vas con tu chico, con una amiga o con tu santa madre? Estupendo, pero compra los billetes de uno en uno. Sucesivamente, pero en distintas transacciones. Los programas de ventas están diseñados para que, si se cierran dos pasajes a la vez, sean ambos del mismo precio. Así que, si hay uno por 345 € y cinco más por 450 €, pagarás 450 € por cada billete.

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5. Borra las cookies
Esos endiablados programas de reservas rastrean las cookies para detectar si ya les has visitado más veces a mirar precios. Si es que sí, es que estás interesada y, sibilinamente, irán aumentando el precio con cada entrada que hagas (¿acaso creías que es casual que, después de buscar precios de un vuelo, te aparezca publicidad de ese mismo vuelo mientras navegas?). No se lo permitas: borra todas tus huellas de tráfico por servidores que vendan billetes aéreos.

No, estas cookies no. Pero ¡qué aproveche!
No, estas cookies no. Pero ¡qué aproveche!

6. Trasnocha
Hay quienes salen los viernes por la noche de fiesta. Otros (frikis) prefieren quedarse ante el ordenador a la espera de la lluvia de ofertas de medianoche. Resulta que los sábados por la mañana hay menos viajeros de negocios conectados buscando vuelos (o las agencias de viajes que trabajan con las grandes empresas y que acaparan buena parte del tráfico aéreo). Además, las plazas reservadas por las empresas quedan libres el viernes por la noche (fecha límite para su adquisición) y a buen precio. Es tu oportunidad. La buena noticia es que los chollos suelen mantenerse hasta el lunes, que regresan los de las grandes empresas y, ¡adiós, gangas!

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7. Suscríbete a las newsletters
Periódicamente las compañías lanzan ofertas relámpago con precios irrisorios. Entérate por su servicio de noticias digital (las newsletters, vamos) y sus perfiles sociales (Facebook, sobre todo). Lo malo: duran pocas horas y suelen agotarse antes de que venza el plazo porque sí, amiga: hay muchas sabuesas y sabuesos buscadores de gangas en la red. Las alertas, como las de FareCompare, te avisan de cuándo un vuelo baja de precio. En tal caso, hazte a la idea de que será a horas intempestivas y que más te vale tener la tarjeta de crédito a mano. Ya sabes aquello de que ‘camarón que se duerme…’

© Fotograma de Los amantes pasajeros.
© Fotograma de Los amantes pasajeros.

8. Mix & Match 
La fidelidad sale cara. Vuela con una compañía a la ida y con otra a la vuelta si con eso te ahorras unos euros. El buscador de Last Minute compara las distintas opciones y te permite combinar las tarifas más baratas de diferentes aerolíneas en una misma reserva.

Fotograma de 'Catch me if you can'.
Fotograma de ‘Catch me if you can’.

9. Cambia tu ‘lugar de residencia’
Si buscas vuelos internos en otro país fuera de la zona euro puede que te cuesten un riñón (por ejemplo, volar de Santiago de Chile a Isla de Pascua o de Cartagena de Indias a Bogotá). En cambio, si buscas desde el propio país, te salen bastante más baratos. La razón está en el cambio de moneda. Sé lista: cuando al abrir la página te pregunte por tu lugar de residencia y el idioma, di que vives en el país de destino. Eso sí, asegúrate de que tu tarjeta no te cobre por el cambio de moneda.

Haaazlo.
Haaazlo.

10. Ve a la contra
Todo el mundo va a las grandes capitales entre semana (Londres, París, Ginebra) y a los destinos lúdicos en fin de semana (Santorini, Ibiza…). Si puedes, ve al contrario. Tu bolsillo lo agradecerá.

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