No hay terraza en la que no se descorche un par de botellas de rosado cada noche. Tuteando a la coctelería más compleja, a los aperitivos italianos y a los espumosos más elegantes, el más cuqui de nuestro vinos está de moda. Y lo ha logrado tímidamente, casi sin hacer ruido, convenciendo incluso a los que aun tenían reticencias hacia lo que consideraban ‘el hermano tonto’ del vino español.

Estamos ante una tendencia que comenzó hace un par de veranos de forma muy desapercibida, pero que se consolida ahora de la mano precisamente de las grandes bodegas. Estas han querido cambiar por completo el concepto de vino rosado. No es el de siempre, sino una etiqueta más prémium, más ligeros tanto en color como en boca, donde se vuelven más afinados. «Se emula el estilo de los rosados de Provenza, muy pálidos y fáciles de beber, un estilo que casa muy bien con los nuevos perfiles de aficionados que buscan frescura y trago fácil», explica Nathanaël Berbessou, co fundador de Bodeboca, uno de los clubes de venta privada de grandes vinos más punteros.

¿Apetece?

No hay bodeguero top que no haya querido sumarse a la ‘fiebre rosada’. Uno de los pioneros fue Ramón Bilbao. El año pasado se sumó Marqués de Murrieta, que lanzó un rosado con un packaging casi más de perfume que de vino (con un precio de alrededor de 30 €). Y este 2017, Conde de San Cristóbal y Muga también han hecho lo propio. Esta última bodega, con Flor de Muga, un Garnacha de cepas viejas (entre 70 y 90 años). “Es un vino hecho de mosto flor, de corta maceración, del que solo aprovechamos el 50%”, dice Manu Muga, vicepresidente de la bodega riojana. «Es el fruto de pequeñas parcelas de poca producción y eso lo convierte en un vino seleccionado y muy especial”.

No es una moda solo en nuestro país. «El boom del rosado es mundial. En Estados Unidos es el vino de moda y se ha extrapolado a todos los puntos del mapa», añade Berbessou. «Lo consume gente con un perfil más bien explorador, joven, que busca sorprenderse con un vino que le aporta lo mejor de ambos mundos: tragos muy frutales y florales con una boca muy agradable, fresca, que invita a seguir bebiendo».

«El rosado en Estados Unidos es el vino de moda y se ha extrapolado a todos los puntos del mapa».

Si los queremos degustar en terraza, «se deben tomar ligeramente fríos y en copa amplia. Son vinos de conversación que se van atemperando en la copa», explican desde Bodeboca. Para maridarlo, «una tosta de anchoa o una tapa de ensaladilla rusa son perfectas», dice Sonia Giménez, maitre de Ático 11, la terraza del Iberostar Las Letras de Gran Vía (ella elige un Gran Feudo Chivite; 4,5 €/copa).

La cocina fusión también se apunta. En restaurantes como Comala sugieren maridar el rosado con tacos, tapas ligeramente picantes y bocados de pollo y pescado. El Finca Nueva (DOC Rioja, 18 €) y Rita Habla (Provenza, 26,50 €) son sus etiquetas preferidas. Y desde Oribu afirman que nada como combinar una buena copa de un refrescante rosado con sus dim sum. «También va bien con el katxopo katsu, la presa ibérica, el asado de wagyu o los chipirones al carbón. Nos decantamos por Nicte (Vino de la Tierra de Castilla y León; 18,50 €) y Castillo de Monjardin (DO Navarra, 16 €)», afirman.

Zoey, aquí nos pasa lo mismo…

Si no hay tiempo para terraceo o queremos sorprender en una cena en casa, también hay buenas opciones. «Nosotros proponemos, con una excelente relación calidad precio, el Roselito 2016, elaborado con Tinto fino y Albillo en Ribera del Duero (9,90 €). Y si queremos darnos un capricho y probar algo diferente, el rosado de Marqués de Murrieta Primer Rosé 2016, 100% Mazuelo y de edición limitada (29,50 €)», aconseja Nathanaël Berbessou.

Precisamente un rosado español está de enhorabuena este verano. Valdelosfrailes 2016, de Bodegas Matarromera (DO Cigales), sale al mercado con nada menos que la enhorabuena de haber ganado la Medalla de Oro en el Concurso Mundial de Rosados de Cannes, una competición creada por la Unión de Enólogos de Francia. De aromas frutales y un final largo en boca, es perfecto para darle un toque de glamour a una cena o si queremos sorprender a nuestro anfitrión (elaborado con Verdejo y Tempranillo, 5 €).

¿Alguien dispuesto a llevarle la contraria a Cersei?

Nuevas elaboraciones, nuevos estilos, uso de un mayor número de variedades de uva y una mayor calidad, así es como el rosado ha dejado de ser el patito feo para convertirse en una propuesta versátil, para todo tipo de paladares, que arrasa este verano.

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