Quienes aman las compras y aterrizan por primera vez en Manhattan no tardan en sentirse como en un gran parque temático, un centro comercial gigantesco, al aire libre, con avenidas y calles formando una cuadrícula en la que tiendas de todos los tamaños actúan como potentes imanes para fashionistas. Es imposible no sentirse como Becky Bloomwood, la entrañable protagonista de la película Confesiones de una compradora compulsiva, cuando ella misma pisó la Gran Manzana.

Al igual que le ocurre al personaje de Sophie Kinsella, lo más fácil es que empecemos a comprar y gastar de más casi sin darnos cuenta. La cantidad de estímulos apetecibles en cada esquina es tal que muchas veces hay que plantearse dejar directamente la tarjeta en el hotel y salir a la calle solo con el plano y la cámara de fotos. Sin embargo, viajar a Nueva York y comprar estirando al máximo hasta el último dólar es posible.

Son los propios habitantes de la ciudad los que comparten trucos y consejos para que una jornada de compras no tenga por qué saldarse, si no se quiere, con cifras de cuatro dígitos. Además, no hay nada más gratificante que volver a casa con una maleta llena de prendas a estrenar por un precio de ganga… ¡y sin necesidad de perder un día en el famoso outlet de Woodbury!

Los dólares pueden estirarse mucho. Y si no que se lo digan a Carrie Bradshaw, que pese a su sueldo de columnista no se bajaba de unos Manolo. © Cordon Press

1. Aprovechar los descuentos por ser extranjero. En diferentes centros comerciales como Macy’s, tan solo mostrando nuestro pasaporte, tenemos acceso a un descuento añadido a las compras (en el caso de esos grandes almacenes, del 10 % durante el día que vayamos). Además, es posible que podamos acceder, en el caso de los malls multimarca, a ofertas individuales de cada tienda.

Sí, eso hay que celebrarlo. © Cordon Press

2. Mercadillos secretos, que no lo son tanto. Dado que muchísimas firmas tienen sus ‘cuarteles generales’ en Manhattan, en la ciudad se producen bastantes prendas de muestrario, que luego son descartadas, así como se concentran otras utilizadas para escaparates, catálogos, showrooms, etc. de las que luego se deshacen mediante ventas especiales y mercadillos que, eso sí, hay que conocer previamente. En webs como TheStylishCity.com y LazarShopping.com podemos enterarnos de fechas y emplazamientos.

3. No digas segunda mano, sino vintage. Nueva York tiene una de las más apetecibles redes de tiendas de moda de segunda mano, especialmente gracias a las muchas donaciones de ropa que se realizan constantemente. Además, muchas de ellas pertenecen a ONGs y asociaciones solidarias, por lo que nuestras compras, además de baratas, tienen un trasfondo social importante.

Sus lugares favoritos. © Getty Images

4. Al mercado, de cabeza. Lo que en inglés se conoce como flea market, es decir, mercados de pulgas que, sí, pueden ser las compras más cool que hagas en la Gran Manzana. De hecho, hay tanto furor que algunos tienen horarios difíciles de entender, como el del Chelsea Antiques & Showcases, que abre los domingos de 4 de la madrugada hasta las 6 de la tarde. En ese mismo distrito, pero todo el finde, apunta el Hell’s Kitchen Flea Market. ¡Y recuerda regatear!

5. Ajusta el calendario. Hay hasta siete días de grandes descuentos en Estados Unidos, y en Nueva York saben aprovecharlos al máximo. Con ofertas que llegan incluso al 80%, no son pocos los que deciden esperarse a ellos. Puede que el más famoso sea el Black Friday (29 de noviembre), pero también están las rebajas tras las navidades (del 26 de diciembre al 2 de enero), el Día del Presidente (18 de febrero), el Memorial Day (27 de mayo), el Día de Estados Unidos (4 de julio), el Labor Day Weekend (primero de septiembre) y el Columbus Day (alrededor del 12 de octubre).

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6. Comprar en rebajas on-line y recoger durante el viaje. Es una forma de ahorrar en diferido, porque te haces con las cosas desde tu casa, pero es en Nueva York donde las recoges, aprovechando tu viaje. Se trata de enviar la compra a un centro de recogida donde lo guardarán mientras no vayas a por ello, y sin renunciar a las rebajas porque justo cuando vayas no sea época de descuentos.

7. Regatea en Chinatown. Como las hay que incluso ‘les pone’ el regateo, será, además de un ahorro, un placer. Según lo que vayas a comprar, claro, pero es habitual que se ‘pelee’ por el precio final en las tiendas de ese distrito, e incluso que el precio inicial que te den sea más alto de lo debido para dar pie a ese juego.

8. Outlets urbanos para todas las tallas. No es necesario irse a las afueras para encontrar gangas descatalogadas, y tampoco para hacerse con moda en tallas grandes. Burlington y Marshall’s son dos ejemplos en plena Sexta Avenida en las que encontrar precios muy competitivos en tallas de hasta la 4XL americana. Las gurús de la moda no dudan en comprarse los abrigos en Burlington, que precisamente nació como firma de confección de estas prendas.

¿Quién se apunta? © Cordon Press

9. Libros, también con descuento. Prácticamente no hay artículo del que no haya tiendas con precios de risa. En el caso de los libros, nada como ir al Housing Works Bookstore Cafe, que también dona todas las ganancias a proyectos sociales. Es el más conocido pero no el único lugar donde encontrar literatura a precios bajos. En librerías como Strand también hay espacios para libros de segunda mano, descatalogados y raros.

10. Alta costura de segunda mano. En algunas zonas del East Side proliferaron pequeñas boutiques en donde mujeres de alta posición social revenden sus prendas y accesorios, así como la que se usa en televisión y catálogos; siempre de firmas de lujo como Chanel, Manolo Blahnik, Hermès… Son tallas normalmente ridículamente pequeñas y a precios altos, aunque más bajos que en las tiendas y con casi la seguridad de que se lo habrán puesto un par de veces máximo. Boutiques como Bis (1134 Madison Ave.), Tatiana’a (767, Lexington Ave.) o INA (208 E. 73rd St) son algunas de ellas.

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Y, además… Nada ha envejecido tan mal como el armario de Carrie Bradshaw:

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