¿Recuerdas aquel jersey con una mancha de mermelada de arándanos que no la quitaba ni el genio de la lámpara y que, cuando estabas a punto de perder la esperanza, tu madre consiguió arreglar? Pues bien, cuando te independizas, por lo general, ESO YA NO PASA MÁS. Ya no está tu santa madre, con sus santos conocimientos sobre lavandería y su dócil doma de la lavadora. Ya no. Ahora solo estás tú, tu ropa sucia y un montón de botes de jabón a los que no sabes muy bien cómo dar salida. Así:

Cuida tu ropa

Si Paris y yo tenemos algo en común, es esto (está claro que las fiestas privadas y el yate, no): nuestra cara a la hora de enfrentarnos a una colada es, desgraciadamente, la misma. Pero eso es algo que, desde hoy, me he propuesto arreglar. Sí, no quiero que luego me venga mi madre con el clásico “es que no sabes ni cuidarte  sola”, ni quiero tener que llorar durante noches porque toda mi ropa es rosa pastel y mis calcetines rojos ya no son lo que eran. Nunca más.

Así que he acudido a los que más saben, a las firmas encargadas de crear prendas delicadas, para ahora comprartir con todos vosotros, jovenzuelos independizados lejos del corazón y el suavizante de vuestras madres, mis conocimientos en el maravilloso mundo del cuidado de la ropa. Vayamos por partes:

© Getty Images
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PARA PRINCIPIANTES

1. Aprender a leer las etiquetas. Pero de verdad, porque todos sabemos que la plancha es la plancha, pero ¿qué narices tiene una que entender por un triángulo equilátero? ¿Eh? Pues que lejía sí o lejía no, dependiendo de si está tachado. En serio, coge Google e infórmate: reinos enteros se han reducido a ceniza por menos (sobre todo si el que no ha mirado las etiquetas es tu novio y tu blusa de seda ha sido metida en el bombo de la lavadora sin piedad).

2. Separar la ropa antes de lavarla. No solo por colores, sino también dependiendo de su naturaleza y delicadeza (las prendas de algodón por un lado, seda y otros tejidos ‘peligrosos’ y naturales, por otro). Tranquila, el master en lavandería ya está muy cerca.

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3. Los lavados con agua fría son menos agresivos
, y rara vez la ropa esta TAN, TAN sucia como para necesitar meterle un tute de agua caliente. Esta la desgasta y hace que dure menos tiempo, pues las altas temperaturas dañan las fibras, los elásticos y desgastan los colores. Una p&%!·#&, vaya.

4. Las manchas (las manchas, manchas; el chorretón de turno) se tratan antes y por separado. Las manchas son VIP y requieren tu atención más imediata. Utiliza productos específicos que se apliquen directamente sobre ellas (de forma delicada, suelen tener aplicadores roll on) antes de lavarlas a mano o meterlas en la lavadora y ayudarás a que se vaya sin necesidad de meterle un lavado ‘a lo bestia’ (ver punto 3).

5. Y un básico: mirar el tiempo antes de tender la ropa. Es un fallo muy simple pero común el irte ‘tan pichi’ de tu casa dejando la ropa en la terraza y con unos nubarrones del color de un LBD. En serio, error.

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CUIDADO…

CON EL CASHMERE
No es barato y cuesta muy poquito romperlo (en serio, MUY poquito), así que estate bien preparada a la hora de lidiar con él. Aunque parezca que la mejor solución para tratar con su delicadeza es la tintorería, procura evitarla: el lavado en seco no será la mejor opción (a no ser que la etiqueta diga expresamente lo contrario). Y la lavadora, por supuesto, tampoco. Opta por lavar tu jersey favorito a mano y contén las lágrimas mientras sigues el proceso, esperando que funcione a toda costa.

Mete tu jersey en un barreño con agua tibia y un detergente ligero especial para prendas delicadas (tipo Norit, el de la ovejita -detalle para principiantes. De nada-). Sumerge la prenda y no la frotes. Para el secado, estírala sobre una superficie plana y presiona una toalla para quitar los excesos más importantes de agua (no frotar, segundo aviso). Después, extiéndelo sobre el tendedero (en horizontal) para dejarlo secar. NUNCA lo cuelgues, el peso del agua acabará deformándolo.

Este lavado también es el adecuado para las piezas de lana delicadas.

Esto, con tus jerséis, NO. Muy prohibido. © Getty Images
Esto, con tus jerséis, NO. Muy prohibido. © Getty Images

CON EL DENIM
Los vaqueros son una de las prendas que más usamos, por lo que es importante saber cómo, cuándo y cuánto lavarlos. Más que nada porque, con el suplicio que es encontrar unos que nos sienten bien (¡¿o esto solo me pasa a mí?!) sería una gran faena (por hablar finamente) que se echaran a perder a la primera de cambio.

Sobre ellos hay muchas leyendas urbanas, como la de meterse en la bañera con ellos puestos como si no hubiera un mañana para que se laven (sí, contigo dentro) sin perder su forma y manteniendo tu talla perfecta. Sin embargo (¡y por suerte! No quiero pensar en la que liaría yo dentro de una bañera con pantalones) las técnicas de fabricación han evolucionado y gracias a su lavado industrial no suelen encoger.

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Entonces, ¿cómo proceder? Desde Lee recomiendan eso que has visto a tu madre hacer desde que tienes uso de razón: darles la vuelta “para que mantengan durante más lavados su tintada, evitando además que salgan rayas verticales por todo el pantalón”. Importante, además, lavarlos con un jabón neutro y sin suavizante para no blanquear el denim. ¿Un extra? Si los lavas en la lavadora, que sea en ciclo corto y añadiendo un chorrito de vinagre para que el color dure más.

Respecto a la frecuencia de lavado, tú decides. Hay gente que los lava como si les fuera la vida en ello cada vez que se los pone, y otros que prefieren ponérselos varias veces entre lavado y lavado: “Si queremos que el pantalón adopte un gastado vintage, auténtico y único, no es recomendable mucha frecuencia de lavados”, sentencian desde Lee. Pues vaya a misa.

CON LA PIEL
Cuando inviertes en un bolso o unos zapatos de piel, tu vida interior se desvive porque nada, NADA les pase. Pero claro, eso no depende de una en su totalidad (aunque un porcentaje de torpeza también hay) y es importante saber cómo sobrevivir al lavado de nuestros mayores tesoros.

Desde Acosta, firma española especializada en piel, nos salvan del infierno dan algunos tips para el lavado de bolsos de piel de forma sencilla (es decir, cuando la catástrofe no ha sido universal): “Siempre que la suciedad sea por roce, la limpieza es similar en muchas pieles”, nos cuentan. “Utiliza un trozo de algodón o una esponja suave y mójala con una mezcla de agua y jabón neutro. Tras escurrir los excesos, pásalo suavemente por todo el bolso sin incidir en ninguna zona en concreto para evitar la pérdida de color. Aclara por igual, con un paño sin jabón. Para el secado, dejarlo a temperatura ambiente, NUNCA al sol ni a cerca de ninguna fuente de calor. Cuando esté seco, pasa una gamuza para que recupere su brillo natural”.

Eso sí: “Esto se haría en pieles que no tengan mucha grasa, comida, bolígrafo… En esos casos, deberán llevarse a un especialista y no siempre tendrían solución”. Ouch. ¿Un extra? Cuando los guardemos en el armario durante largas temporadas, es importante meterlos en bolsas de tela “para impedir que las pieles destiñan entre sí”, nos cuentan desde la firma.

© Acosta
© Acosta

CON LOS APLIQUES Y ABALORIOS
La diseñadora Cristina Piña, cuya colección Origen incorpora apliques de cerámica, nos aconseja que, si éstos son de tamaño maxi (y nosotras tenemos maña,me abstendré entonces), los descosamos antes de cada lavado, y los volvamos a coser después: “El procedimiento es muy sencillo, ya que simplemente hay que quitar las puntadas con unas tijeras y volver a coserlas con un hilo de coco”.

En su colección 'Origen' incorpora apliques de cerámica que recomienda quitar antes de cada lavado. © Cristina Piña
En su colección ‘Origen’ incorpora apliques de cerámica que recomienda quitar antes de cada lavado. © Cristina Piña

Aún así, lo ideal con este tipo de prendas es llevarlas directamente a la tintorería. Si no, a la aventura: a mano, con cuidadito y buena letra y, si quieres, también puedes tapar los abalorios con papel de aluminio para que sirvan como capa protectora y no se rallen ni estropeen.

CON LAS PRENDAS PLISADAS
Los chicos de Proenza Schouler tuvieron a bien hacernos desear su falda midi con plisados metalizados la pasada primavera. Muy considerado por su parte si no fuera porque los plisados son OTRO desvelo a la hora de lavar. Aunque a día de hoy la mayoría de firmas añaden cierta cantidad de poliéster en sus prendas para que los plisados no se deshagan, siempre es recomendable el lavado en seco. Además, en muchas tintorerías tienen máquinas (milagrosas como poco) que pueden volver a darles forma si se deformaran un poco. Si no, bueno, siempre puedes comprar kilos de paciencia y ponerte a hacerlos, uno por uno, plancha en mano…

Creo que esto es un 'No'...
Creo que esto es un ‘No’…


CON LA ROPA INTERIOR
¡Pequeñita pero matona!(lo siento, lo tenía en bandeja). La ropa interior suele ser la gran olvidada en las coladas. Es como que siempre está ahí, día a día, y no necesita mimo alguno. Como las madres. Pero resulta que sí, que precisamente porque se expone a tantos lavados, hay que tratarla con cuidado para que no se desgaste al mes de comprarla. Bienvenida al mundo.

© Women'secret
© Women’secret

Desde Women’secret nos aconsejan lavarla a mano siempre que sea posible. Si optas por la lavadora, introduce tus piezas lenceras en una bolsa de tela y lávalas a baja temperatura y con jabones delicados. Estas bolsas protegerán tus piezas del desgaste y los enganchones (por no hablar de que jamás volverás a perder una pareja de calcetín), y podrás encontrarlas en cualquier tienda de ropa interior.

Tras el lavado, es importante saber también cómo guardarla en el armario. Los sujetadores deben doblarse metiendo una copa dentro de la otra, “de forma que los aros formen un círculo, en lugar de quedar uno encima del otro”, nos comentan desde WS; así no se deformarán.

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OTROS TRUCOS CASEROS

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Leyendas que funcionan, tips, remedios de la abuela…

– Lavar todas las prendas antes del cambio de temporada (es decir, antes de que las dejes olvidadas en un altillo hasta el invierno siguiente).

– Durante ese tiempo, Natalia Bengoechea, directora de moda y estilista, nos recomienda guardar los jerséis en bolsas herméticas Zip Lock (las encontrarás en cualquier supermercado). Ciérralas quitándoles todo el aire, no ocuparán nada y evitarán el contacto con polillas, polvo, suciedad y otra serie de despropósitos.

– Meter los vaqueros en una bolsa en el congelador durante unos días para que se eliminen las bacterias (sí, hay gente que hace esto y nosotros ahí lo dejamos).

– Barnizar las joyas con esmalte de uñas transparente para que no pierdan esmaltado (nos aconseja Aisling McKeefry, diseñadora de accesorios de ASOS)

– Nunca centrifugar la ropa interior, pues podemos dañar los aros de los sujetadores y hacer que el relleno se reduzca o aplane.

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– Utilizar crema Nivea (la del bote de latón azul) para limpiar y ablandar zapatos de piel (un tip de Aoife Caffrey, PR Internacional de ASOS).

Patricia Rodríguez, Web Manager de Grazia España (¡hola!), suele echar un chorlito de vinagre a la hora de aclarar cuando lava a mano, para que las prendas no destiñan y mantengan el color.

– Los jerséis siempre es mejor doblarlos, nunca colgarlos en perchas, ya que terminarán perdiendo su forma original.

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– Utilizar fundas de almohada como bolsa para proteger la lencería en la lavadora (si no tienes/encuentras las bolsas de malla recomendadas).

– No te pongas una prenda recién planchada, ya que esto puede hacer que se arrugue de nuevo más rápido. Espera unos cinco minutos a que se asiente.

– Las prendas de angora, que sueltan todos esos ‘pelillos’ incómodos a su paso, puedes meterlas en bolsas herméticas y guardarlas en el congelador durante al menos tres horas. Así no irás soltando rastro por todas partes…

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