El peor enemigo de una dieta no es un bollo relleno de crema, ni un cóctel con los amigos después del trabajo, sino uno mismo. Estar alerta, concienciarse, ser fuerte y aprender a darle a los gramos perdidos, por pocos que sean, la importancia que realmente tienen –y tomarlos como impulso para seguir adelante a por más– es clave.

Sin embargo, todo se puede venir al traste por mil y una razones. A veces, por causas ajenas a nosotros, pero la gran mayoría, por nosotros mismos. Bien por adicción al azúcar o a esa comida que nos hace perder la cabeza, bien por no poder gestionar la ansiedad que conlleva estar a dieta, la realidad es que no hay nada más fácil que romper un plan alimenticio y mandar a paseo todos los logros conseguidos, efecto rebote incluido.

Para ganar en tranquilidad y, de paso, en confianza, basta con evitar algunos de los errores más frecuentes que se encuentran los nutricionistas y endocrinos con sus pacientes a dieta. No cometerlos no nos va a hacer perder peso, pero nos pueden evitar situaciones que nos lleven a comer de más o incluso acabar engordando. Estos son 10 de los más frecuentes. ¿Cuántos reconoces haber cometido las últimas veces que te has puesto a dieta?

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© Truoccolo Enzo para Mondadori Photo

1. Pesarnos varias veces al día

Con una vez, basta. El peso de nuestro cuerpo varía constantemente a lo largo de la jornada, tanto por lo que comemos como por lo que evacuamos y quemamos. La referencia debe ser la misma báscula, en el mismo lugar y a la misma hora, preferiblemente desnudos para evitar el peso de prendas de ropa diferentes. Además, ganaremos en tranquilidad, ya que es fácil generar ansiedad al ver que la báscula no marca lo que nos gustaría. Como explica la psicóloga Yolanda Melero, de la Clínica Obesitas de Valencia, “las personas que se pesan con mayor frecuencia tienden a evolucionar peor, a perder más lentamente y en menor medida”.

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2. Desconfiar de la dieta
Salvo que estemos haciendo un régimen del todo nocivo para la salud, lo habitual es que una dieta sea hipocalórica y completa en todos los nutritientes. Así, lo normal es que comamos menos calorías de las que quemamos a lo largo del día, lo cual se traduce siempre en una pérdida de peso. Sin embargo, influyen más factores, como la retención de líquidos o la menstruación, por ejemplo, que son temporales y enmascaran los resultados. “El secreto es ser paciente. Si se hace bien la dieta, aunque llevemos un par de días o más sin ver resultados, estos aparecerán”, dice Graciela Sajeva, directora de la Clínica Ravenna Madrid.

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3. Tomar a otra persona como referente 
Empezar una dieta con un amigo o un familiar puede ser una gran idea, ya que uno puede ejercer de apoyo cuando los ánimos del otro flaqueen, pero no hay que olvidar que cada cuerpo actúa y reacciona ante una dieta de forma diferente. “Existe el peligro de convertirlo en una competición, y que afecte además a la propia relación de amistad”, indica la psicóloga Itxasne Tomé. Su consejo: “Si comienza a ser un problema, evitad hablar del peso y seguid compartiendo la vida sana que habéis empezado”.

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4. No beber suficiente líquido
Se esté a dieta o no, es importante hidratarse, pero en el caso de un régimen hipocalórico, aun más. Lo correcto es superar los dos litros de líquido a lo largo del día, bien agua o bebidas bajas en calorías, como los refrescos Zero, el café o la sopa de verduras. Eso sí, tampoco te excedas de los 3,5 o 4 litros (dependiendo de tu constitución física), porque en ese caso expulsarías por la orina muchos minerales necesarios.

5. Relativizar la cena
De las cinco comidas que debemos hacer a diario cuando estamos a dieta, las tres más importantes son el desayuno, el almuerzo y la cena por igual. Una leyenda urbana muy extendida dice que, si no cenas, engordas menos. Falso porque, como explica la nutricionista Leticia Plaza, de Clínica Ravenna Madrid, “no cenar o cenar menos de lo debido puede provocar que nos levantemos con excesiva hambre al día siguiente y rompamos la dieta en el desayuno”. Recuerda que las dietas tienen compensadas las calorías a lo largo del día.

Aprovecha la tmeporada de calabaza para hacer con ella cenas ligeras. © Kim Young-Ah para Mondadori Photo
Aprovecha la temporada de calabaza para hacer con ella cenas ligeras: en crema, asadas al horno… © Kim Young-Ah para Mondadori Photo

6. No variar la ensalada
Sí, es muy sencillo poner ‘el piloto automático’ y hacer las ensaladas de lechuga, tomate y cebolla, pero, a la larga, no es una buena idea. Cuanto más variadas sean las ensaladas, menos percepción de que estamos a dieta tendremos, lo cual incide directamente en nuestra fortaleza para seguir adelante. Estar a dieta no nos exime de poder divertirnos con la comida y su preparación.

¿Cómo que no se te ocurren otras formas de hacer tu ensalada? ¡Instagram (y la fiebre healthy) es toda una fuente de inspiración. © ¡Ñam! @rrayyme, @powerfoodies, @sandrasantacana y @deliciousmartha
¿Cómo que no se te ocurren otras formas de hacer tu ensalada? Instagram (y la fiebre healthy) es toda una fuente de inspiración. © ¡Ñam! @rrayyme, @powerfoodies, @sandrasantacana y @deliciousmartha

7. Darle demasiado sabor a la comida
La sal y las especias no aportan calorías, y ayudan especialmente cuando se trata de echarlas sobre un filete o en una ensalada. Sin embargo, el exceso de sabor en nuestras papilas gustativas puede despertar las ganas de querer comer más. Lo correcto es no abusar de ellas y, en el caso de que detectemos que nos incita a seguir comiendo, prescindir de las mismas.

8. Focalizar todo en la comida
Como estás a dieta, en vez de pedir una hamburguesa completa como tu amiga, vas a cenar una ensalada mixta y un filete de pollo a la plancha sin aceite. ¿Cuánto crees que te ayuda pasarte toda la cena mirando esa hamburguesa y lamentándote de que no la puedas comer? Muchas veces nos olvidamos de que lo importante de ese momento es la persona o las personas que nos rodean, la charla, las risas… y no el plato.

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9. Darlo todo en el gimnasio
No existen los remedios mágicos y el sentido común es clave. “El ejercicio es fundamental en una dieta para perder peso, pero hay que encontrar un equilibrio entre las calorías que comemos y las rutinas que estamos capacitados para llevar a cabo en un gimnasio”, explica el entrenador personal Carlos González. Si se tiene mucho sobrepeso, es importante ajustar los ejercicios a la fragilidad de las articulaciones. Además, si se hace una dieta hipocalórica, nuestro cuerpo no aguantaría carreras largas, por ejemplo, y podríamos desmayarnos. Recuerda que el secreto es integrar en nuestro día a día el deporte a medio y largo plazo, y el mejor modo de hacerlo es ir poco a poco.

© Victoria's Secret Sport
© Victoria’s Secret Sport

10. Pensar que por un día no pasa nada
Recuerda, pocas cosas hay más frágiles que mantener una dieta. Si no tenemos la seguridad total de que ese postre compartido con las amigas o ese picoteo durante una reunión de trabajo va a ser una mera anécdota y que después seguiremos tan firmes como siempre, es mejor no romper lo que tanto nos ha costado conseguir. Nunca se puede estar seguro al 100% de que, detrás de ese “pequeño mordisco de nada a ese trocito minúsculo de queso” no pueda haber un segundo… y un tercero. Más vale prevenir.