De haber existido el término beauty victim en el siglo I a.C., quizás ese hubiera sido el sobrenombre con el que hubiera pasado a la historia, entre otras razones, la reina Cleopatra VII, la última monarca del Antiguo Egipto y esposa, entre otros de Marco Antonio. Y es que pocas mujeres han existido que llevaran a cabo un cuidado estético mayor, hasta el punto de que hoy, 21 siglos después, sigue siendo un referente de belleza (más aún ahora que los historiadores están seguros de que, en su caso, era más su personalidad que su rostro lo que hacía caer a los hombres rendidos a sus pies).

"Cleopatra se lavaba los ojos tres veces al día con agua de rosas". © Cordon Press
«Cleopatra se lavaba los ojos tres veces al día con agua de rosas». © Cordon Press

Entre los rituales de belleza de la reina egipcia se encontraban los largos baños de inmersión en leche de burra y miel, que permitían dotar a la piel de una hidratación y una elasticidad perfectas. Este es el más conocido de todos sus trucos, pero no el único. Además de utilizar aceite de almendras para sus pestañas o pequeños trocitos de carne roja como mascarilla para el rostro, Cleopatra era fiel a lavarse los ojos tres veces al día con un preparado de agua de rosas.

Elaborado por sus doncellas, el ungüento consistía en medio litro de agua hervida junto a pétalos de rosas. El resultado, una mezcla sencilla pero poderosa que mantenía el contorno de los ojos tersos y firmes. Además, era una de sus flores fetiche, pues Cleopatra utilizaba su aroma como afrodisíaco.

La reina egipcia utilizaba también el aroma como afrodisíaco. © Getty Images
La reina egipcia utilizaba también el aroma como afrodisíaco. © Getty Images

El poder cosmético del agua de rosas no ha perdido desde entonces ni un ápice de legitimidad. Como explica Carla Royo-Villanova, que basa los productos de su firma cosmética Carla Bulgaria Roses Beauty en el agua de rosas del tipo damascena, “en el mundo clásico se curaban todo tipo de trastornos con preparados a base de rosas. Más de 30 listó Plinio en el siglo I a.C. Y en el mundo árabe se preparaban ungüentos con agua de rosas durante todo el medievo”.

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La cosmética actual hace uso de ella. Lancôme, por ejemplo, incluso cultiva su propia rosa, la cual introduce en tratamientos como Absolue L’Extrait. Vichy utiliza el agua de rosas en algunos de los productos de su línea Essentielles; al igual que Sephora en los tónicos de su marca blanca, en este caso del tipo damascena. Kiehl’s, incluso, la mezcla con aloe vera en su tónico facial.

No faltan efectos positivos del agua de rosas. Te contamos los que te convencerán para, cual Cleopatra, comenzar a ver a esta flor como algo más que un símbolo romántico.

Los siete efectos positivos de las rosas (más allá de su vertiente romántica). © Karina Twiss
Los siete efectos positivos de las rosas (más allá de su vertiente romántica). © MondadoriPhoto
  1. Relajante. El agua de rosas tiene un claro efecto antiinflamatorio y descongestionante de la piel. Es prácticamente inmediato, por lo que se convierte en un gran aliado para acabar con las bolsas en los ojos después de darlo todo la noche del sábado una noche movidita.
  1. Antienvejecimiento. Quizás a Cleopatra no le preocupaba mucho envejecer, si tenemos en cuenta la esperanza de vida de su época (ella misma se suicidó antes de cumplir los 40), pero gracias a su alto contenido en vitamina C, el agua de rosas hidrata y aporta luminosidad, atenuando arrugas en profundidad, capilares rotos y estrías.
  1. Antioxidante. No es la C la única vitamina presente en este preparado, sino también la E, la K, del grupo de las B… Esto permite una perfecta regeneración cutánea, así como un efecto tónico, neutralizando de paso la acción de los radicales libres.
  1. Cicatrizante. Hay que añadir propiedades antisépticas, y es que también tiene efectos para combatir las bacterias. El agua de rosas es eficaz, entre otros problemas cutáneos, contra el acné, la rosácea e incluso algunas úlceras de la epidermis.
  1. Calmante. Derivado del punto anterior, este destilado permite un alivio inmediato tras la depilación, ya que calma la piel al momento. Además, de paso, evitaremos rojeces y que aparezcan capilares antiestéticos.
  1. Adiós al insomnio. El agua y el concentrado de rosa, tanto la damascena como la centifolia, se usan en aromaterapia por su efecto relajante, facilitando el sueño y aliviando la tensión, de ahí que también se use como parte de muchos rituales de masaje.
  1. Hidratante. Ya hemos visto que para el rostro, ejerce un poder único. Pero no solo para esta parte del cuerpo. El agua de rosas puede ser un perfecto tratamiento capilar. Un vaso de este preparado tras el champú, como acondicionador final en el enjuague, aporta brillo e hidratación.
"En el mundo clásico se curaban todo tipo de trastornos con preparados a base de rosas". © Getty Images
«En el mundo clásico se curaban todo tipo de trastornos con preparados a base de rosas». © Getty Images

Si te animas a hacerlo tú misma, necesitarás agua destilada y 500 gramos de pétalos de rosas frescas, naturales y tratadas sin pesticidas. Y si prefieres invertir ese dinero en comprar rosas para tus jarrones, que también anima mucho aunque no quite las ojeras, y acercarte a un herbolario, tienes agua de rosas a partir de 8 € (100 ml.), dependiendo de la marca.