Dietas milagro, masajes infalibles y régimen de entrenamiento militar. Cualquier estrategia es insuficiente cuando se trata de tener el cuerpo perfecto pero, ¿alguna vez te has planteado que el clásico “la belleza está en el interior” realmente tiene un fundamento sólido?

“Después de diez años con unas migrañas horribles y pasar por los mejores neurocirujanos, el médico me dijo que lo que tenía era un problema de hígado y de vesícula y que todo era cuestión de desintoxicarme. Cambié mis hábitos alimenticios durante un mes, perdí ocho kilos y los dolores de cabeza desaparecieron”, comenta Alejandro Bataller, vicepresidente de SHA Wellness Clinic, el templo dedicado a la salud y al bienestar que celebra este año su décimo aniversario.

Cuando el proyecto familiar vio la luz, ninguno de sus miembros tenía experiencia en el sector, de ahí que recuerden con especial cariño a su primer cliente: “Después de un año de promoción tuvimos al primer visitante, un señor de apellido Valiente y de origen portugués. El segundo día me preguntó: ‘Alejandro, ¿dónde están el resto de los huéspedes?’ Y yo le dije: ‘ah, es que los demás son extranjeros y comen más temprano’. El resto de la semana llamamos a amistades para que fuesen a comer al centro. Lo más difícil fue convencerles de que llegasen en albornoz”, bromea Bataller.

Hoy en día han pasado más de 50 mil huéspedes por este centro con más de 14 programas, 300 tratamientos y 30 mil metros cuadrados, ubicado en Alicante, incluyendo famosos nacionales e internacionales, muchas familias reales y varios jefes de estado.

El método SHA integra las terapias naturales más efectivas con una nutrición altamente terapéutica, sin dejar de lado los últimos avances de la medicina occidental, especialmente en materia de medicina preventiva, genética y antienvejecimiento.

El método 360º de SHA fue creado y supervisado por expertos de prestigio mundial, entre los que figura el reconocido Michio Kushi, nombrado en 1995 presidente de la Asociación Mundial de Medicina Natural y asesor de múltiples organismos internacionales, padre de la macrobiótica moderna.

“Hemos conseguido que sea posible mejorar tu salud sin pasarlo mal; unir la salud con el placer.” Y eso, “¿cómo se logra?”, le pregunto. “Hemos creado una academia propia de estilo de vida saludable, que tiene entorno a 10 actividades formativas diarias. Nuestro objetivo es ser un punto de inflexión; que la gente vea el cambio en su cuerpo, pero lo más importantes es que se lleve las herramientas para seguir con esos resultados, sin buscar ni alentar el cambio radical. El primer problema que tenemos es la falta de conocimiento”, comenta Alejandro.

¿Educando a la gente se puede evitar?
Perfectamente. Entorno al 70 % de los casos de cáncer están relacionados con el estilo de vida, pero no es el enfoque de la medicina actual. Hay tantos intereses creados y tantas tendencias que no hay un acuerdo. La medicina se centra en solucionar problemas pero no hay enfoque en prevención. Lo que nos hace únicos es esa fusión y ese entendimiento de la salud desde un punto de vista global. De hecho, nosotros no nos enfocamos solamente a cuerpo, sino también a mente y espíritu.

“El CEO de hoy en día es un tío activo, en forma, que hace ejercicio casi a diario, que cuida la alimentación, que no bebe alcohol y quien no está en esa línea no puede ser igual de competitivo. Es un concepto desfasado. La época de los excesos ha pasado”.

¿Cuál es el futuro de SHA Wellness?
Uno de nuestros objetivos a corto medio plazo es ser capaces de replicar el concepto. Nos encantaría abarcar nuevos continentes. Por otra parte, hemos creado la fundación Sha y estamos trabajando en investigación, concientización y difusión del estilo de vida saludable. Estamos muy enfocados en cómo podemos hacer llegar esto sin que nadie se sienta atacado. Nosotros somos muy pequeñitos y, en una industria donde hay tantos intereses, no queremos que nadie se sienta atacado. También nos involucramos en proyectos humanitarios donde podemos aportar a nivel nutricional y llevamos trabajando un año prácticamente en un proyecto en Togo, en África, en un poblado en el que hay en torno a 2500 niños muchos de ellos con sida congénito. Somos una empresa familiar pero queremos aportar nuestro granito de arena.

Me despido de Alejandro no sin antes preguntarle por el señor Valiente. “Sigue viniendo”, me confirma. Aunque eso sí, en otras circunstancias: “Le hago la broma de ahora no tenemos a todo el equipo a su disposición”, concluye con gracia.

Fotos: Antonio Terrón / Cortesía