Los ojos son unos chivatos. Nada escapa a su aspecto. Reflejan la edad, el descanso (o la falta del mismo), el estado de ánimo, las preocupaciones, la alegría, la excitación… Por eso, una mirada apagada transmite tristeza a quien contacta con ella. Por el contrario, cuando está iluminada se ve joven, chispeante y optimista. Son cuatro los signos de una mirada que no está al 100%:

Los ojos son unos chivatos y los primeros en gritar que algo no va bien. © Karina Twiss
Los ojos son unos chivatos y los primeros en gritar que algo no va bien. © Karina Twiss
  1. OJOS ENVEJECIDOS. Cuando estamos cansados, nos cuesta mantener los ojos abiertos. Resultado: más parpadeos de lo acostumbrado. Al estar tan activa, la zona se arruga mucho más rápido y la hipodermis casi ausente no puede amortizar los movimientos. Poco a poco, la zona se contrae, la mirada se apaga.
  2. OJO CANSADOS. La fatiga conlleva la liberación de iones férricos que generan la formación de radicales libres que, a su vez, ponen en marcha la producción de melanina. Al cabo del tiempo, aparecen zonas oscuras y son visibles a través de la piel extrafina de esta zona.
  3. OJO HINCHADOS. Perezosa por naturaleza, la microcirculación del contorno de los ojos se ralentiza aún más con el cansancio. Frágiles, los capilares linfáticos y sanguíneos se vuelven permeables y los ojos se hinchan.
  4. OJOS CAÍDOS. Con el paso del tiempo y el exceso de sol durante veranos y veranos, los párpados acusan la flacidez y empiezan a caer. Esto hace los ojos más pequeños y con menos vida.

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