En los últimos años, cortesía de Amal Alamuddin, estamos descubriendo una nueva faceta sobre George Clooney. Cuando parecía que tendríamos que grabarle a fuego el calificativo de soltero de oro (tan repetido en Hollywood), llegó ella y lo cambió todo. Y lo hizo en cuestión de meses: se conocieron en septiembre de 2013 y un año después, a finales del mismo mes, estaban dándose el ‘sí, quiero’ en una ceremonia íntima (105 invitados) en Italia. Los detalles, los muchos vestidos (idílicos) que lució Amal y hasta los regalos de boda, salieron a la luz poco después… pero, hasta hoy, no sabíamos el dato más importante interesante: ¿cómo fue esa pedida de matrimonio?

© Cordon Press
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Viniendo de un hombre como (aparentemente es) él, podríamos esperar algo informal: hablando de todo un poco, del tiempo en Londres, por ejemplo, sale a colación que su amiga Fulanita se casa y ¿por qué no nos casamos nosotros? Y santas pascuas. Pero no. El actor puso todo su amor en ese momento tan especial y planeó la pedida al dedillo, tal y como contó hace unos días a Ellen Degeneres en una de las paradas de promoción de su nueva película, ¡Ave, César!: «No fue un: ‘ah, igual deberíamos casarnos’, no. Yo lo tenía todo planeado. Había escondido el anillo detrás de ella, tenía la música pensada, mi tía Rosemary [Clooney] iba a sonar con Why Shouldn’t I?… Le preparé la cena, ella acababa de llegar de Londres y me dijo que pidiéramos algo de comer así que le dije que no, que había cocinado. Todo iba bien, la canción estaba a punto de llegar y coge ella y se levanta a fregar los platos, ¡cosa que nunca ha hecho!» -ah, Clooney, casi te sale mal la jugada…-; «Le dije que volviera y que encendiera las velas, que tenía el mechero en el cajón de detrás. Y ahí estaba la caja. La cogió, la abrió, la miró y me dijo: ‘Es un anillo’, como si alguien se lo hubiera dejado ahí o algo. Yo la miré haciendo gestos con la cara para que lo entendiera, así que tuve que arrodillarme y le dije que no me imaginaba el resto de mi vida sin ella«, cuenta el actor.

Amal, que no es una chica facilona, no saltó a sus brazos a la primera de cambio, sino que tuvo que asimilarlo: le tuvo 25 minutos (lo sabe porque lo midió con las canciones que quedaban de la playlist) sobre su rodilla mientras miraba el anillo y decía «Oh, my God!«, hasta que George tuvo que meterle prisa: «Espero que sea que sí porque tengo 52 años y puedo romperme la cadera en cualquier momento...». Sí, señores: Amal no solo puso a Clooney a ras del suelo sino que, además, le tuvo ahí esperando casi media hora. ¡Zas!

Está claro que, a día de hoy son uno de los matrimonios más fuertes de la industria y George no parece tener intención de sustituirla por alguna de las múltiples rubias con las que nos ha deleitado durante años de galas de premios. ¿La clave para mantener la estabilidad (cuando sus profesiones les obligan a estar a menudo en distintos puntos del planeta)? «Hacemos mucho FaceTime, pero lo más importante es intentar no pasar demasiado tiempo separados y hacerlo lo mejor que podamos. Al final no dejamos que pasen demasiados días sin vernos y hasta ahora hemos sido capaces de arreglárnoslas a pesar de mi trabajo, del suyo y de todas las cosas que hacemos entremedias», confeso el actor recientemente a Daily Mirror.

Y cómo olvidar este momento...

Oh…