Lady Gaga ya no quiere ser Lady Gaga. Lady Gaga quiere ser Stefani Joane Angelina Germanotta. Tras una carrera meteórica que le hizo llegar a lo más alto con tan solo 24 años (edad a la que yo conseguí mi primer trabajo), la cantante quiere contar su historia. Pero no la de cómo llegó a construir un personaje estrambótico y colorido tras el que esconder su verdadero yo convirtiéndose en una reina sin corona, pero con plataformas, con un ejército de Little Monsters dispuestos a rendirle pleitesía eterna.

En el cuento que Stefani nos narra en el documental Gaga: Five Foot Two (que puedes ver en Netflix desde hoy) no aparecen princesas, ni príncipes ni tiene un final feliz tal y como lo conocemos.

Lady Gaga se desprende, por fin, de esa máscara irreal. © Cortesía de Netflix

«Me paso el día rodeada de gente, pero cuando llego a casa estoy sola. Lo que la gente no sabe es que detrás de cada éxito que he tenido se esconde una dolorosa ruptura sentimental», explicaba Lady Gaga durante la promoción del documental en el Festival Internacional de Cine de Toronto. El amor, un tema especialmente delicado para una cantante que sufrió una violación durante su juventud y que no consigue desprenderse de su personaje. ¿Dónde empieza Lady Gaga y termina Stefani?

Lady Gaga no pudo contener las lágrimas durante la presentación en Toronto. © Getty Images

Gaga: Five Foot Two sigue o persigue a la treintañera a la que le diagnostican fibromialgia y que debe elegir entre su salud o seguir empujando a su cuerpo hacia un dolor insoportable con tal de no cargar sobre sus hombros con la decepción que provocará una retirada (aunque sea temporal) a sus millones de seguidores. ¿Es peor el dolor físico o el emocional? La decisión ya la sabemos. Stefani devoró al personaje haciéndole cancelar la etapa europea de su gira Joanne World Tour. Y de nuevo, la forma en la que hizo pública su decisión nada tenía que ver con el típico comunicado oficial que se le supone a una cantante de talla mundial.

I have always been honest about my physical and mental health struggles. Searching for years to get to the bottom of them. It is complicated and difficult to explain, and we are trying to figure it out. As I get stronger and when I feel ready, I will tell my story in more depth, and plan to take this on strongly so I can not only raise awareness, but expand research for others who suffer as I do, so I can help make a difference. I use the word «suffer» not for pity, or attention, and have been disappointed to see people online suggest that I’m being dramatic, making this up, or playing the victim to get out of touring. If you knew me, you would know this couldn’t be further from the truth. I’m a fighter. I use the word suffer not only because trauma and chronic pain have changed my life, but because they are keeping me from living a normal life. They are also keeping me from what I love the most in the world: performing for my fans. I am looking forward to touring again soon, but I have to be with my doctors right now so I can be strong and perform for you all for the next 60 years or more. I love you so much.

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Enfrentarse a Gaga: Five Foot Two es prepararse para ver los momentos más bajos y oscuros de una joven a la que todos conocen menos ella misma. ¿Quién le iba a decir a Lady Gaga que un documental sería la mejor manera de mostrarle al mundo que no es solo un puñado de purpurina y talento musical? Stefani nos hace cómplices de sus visitas al médico y de su peor temor: no poder seguir cantando para y por sus fans.

Los problemas de salud de Lady Gaga son el hilo principal del documental. © Netflix
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De un tiempo a esta parte, muchos famosos han recurrido al documental o a las mini películas para mostrar su verdadera cara en una especie de mensaje de socorro que esperan que sepamos descifrar y comprender. En 2012, Katy Perry lanzaba Part of me, un viaje íntimo a su carrera profesional y personal que mostraba, como ella misma declaraba «lo bueno, lo malo y todo lo que hay entre medias». Un año antes, Justin Bieber protagonizaba Never say never, un documental que tuve la suerte de ver. Y no, no soy fan del cantante, pero me hizo comprender, en parte, por qué un niño que alcanza la fama con 15 años puede convertirse en un completo desastre. Viajes en autobús por medio Estados Unidos, clases de canto, baile, crecer alejado de sus amigos y familiares y tener un ejercito de seguridad que te hace creer que si te tocan te convertirás en una estatua de piedra no es la adolescencia soñada.

Sin ser un documental en sí, Beyoncé aprovechó On the Tour, la gira conjunta que realizó junto a su marido Jay-Z, para mostrarnos, durante los conciertos, imágenes de su vida familiar. Unos clips que luego fueron recopilados en una especie de corto y emitidos por la cadena HBO.

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Todos esto lleva a pensar que la época dorada de las divas (y divos) ha terminado. Mientras Cher, Madonna, Michael Jackson o George Michael jamás mostraron sus vergüenzas en público, su relevo generacional rechaza los privilegios que, supuestamente, deberían recibir con los brazos abiertos. Britney Spears sin maquillar por las calles de Los Ángeles, Mariah Carey luciendo celulitis con un body lencero…

Que Lady Gaga, Beyoncé, Justin Bieber o Katy Perry quieran que los veamos como iguales es una maravilla y un shock a partes iguales. Sin embargo, mandan un mensaje MUY positivo a sus seguidores: «Soy como tú. Con mis problemas, mis kilos de más, mis fracasos, mis ojeras, mis relaciones fallidas, mis miedos, mis temores… Sí, puede que viva en Los Ángeles y tenga cientos de millones de dólares, pero la vida es igual para ti que para mí». Se niegan a ocupar su sitio en un Olimpo de la fama irreal que les hace más daño a ellos que a nosotros.

Nuestros ídolos quieren vivir vidas normales. Sentirse parte de la sociedad y no solo de un reducido club de elegidos que trasiegan ajenos a la realidad. Disfrutemos pues de esta delgada línea que separa, cada vez menos, a ídolos de fans.