En el siglo XXI, esta es una noticia tal y como lo fue cuando Serena Williams lo usó para su debut, después de convertirse en mamá, en el Roland-Garros de este año —el mismo torneo que ahora lo prohibe—. En su momento, Williams y su catsuit causaron sensación. Pero todo indica que para los directivos del abierto de tenis francés el statement de la súper tenista fue más allá.

En una entrevista con Tennis Magazine, el Presidente de la Federación de Tenis francesa, Bernard Giudicelli, comentó sobre la prenda deportiva: “No será aceptado de ahora en adelante. Uno tiene que respetar el juego y el lugar”. Pero, ¿en qué momento faltó al respeto Serena Williams? —nos preguntamos todos, en realidad—.

Más allá de ser una poderosa prenda que marcó un momento épico en la carrera de Williams, el catsuit fue concebido en colaboración con Nike para evitar coágulos en la circulación de la tenista.

You can take the superhero out of her costume, but you can never take away her superpowers. #justdoit

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El deporte de tradición que inició, como lo conocemos ahora, en Inglaterra en el siglo XIX —aunque en la corte de Henry VIII este se propagó como una actividad de lujo masculina— ha sido fuente de diversas críticas, entre ellas el uniforme femenino. Para todos aquellos fanáticos del tenis, seguramente conocerán la política de Wimbledon; está prohibido vestir prendas que no sean blancas, ni siquiera con destellos (refiriéndonos a rayas, puntos o algún motivo decorativom por más sutil que sea) en color. Tampoco el catsuit está permitido, aunque sea blanco, pues en 1985 la tenista Anna White vistió uno para su partido en contra de Pam Shiver. El juego lo ganó White y Shiver justificó su derrota declarando que la prenda de la ganadora le había quitado la concentración durante el partido.

La aclamada extenista, Billie Jean King, expresó su desacuerdo a través de Twitter: “El control sobre el cuerpo de la mujer debe parar. El “respeto” que se necesita es más bien al excepcional talento que Serena Williams trae al juego. Criticar lo que viste para ir a trabajar es donde se encuentra la verdadera falta de respeto”.

¿Hacia a dónde vamos con estos ideales? La evolución del pensamiento humano parece ir en retroceso. No, no debe de ser desconcertante ver a una mujer con un atuendo ajustado. Al contrario, debería de ser una poderosa declaración, e invitación, para todas aquellas que sienten miedo a mostrar su verdadera figura.

Un debate que parece no tener conclusión alguna, ni una luz al final del exhaustivo túnel. Qué más da si no queremos usar tacones para la oficina; qué más da si queremos cambiar nuestro vestido por un par de pantalones. Al final las imposiciones son una prueba de inseguridad… ¿A qué le temen los “directivos”? ¿Al cambio?

Fotos: Getty Images